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MARZO 2021  /  LA BUENA EDUCACIÓN

Pablo Siegrist Ridruejo

14-03-2021 10:50 a.m.

Vecino de Pozuelo y Director del colegio desde hace cuatro años, siendo antes gerente del mismo. Llegó para asesorar y se quedó. Este año celebran su cincuentenario aunque no como colegio, ya que empezó como una escuela infantil alemana, más tarde pasó a ser escuela infantil española y en 2010 se convirtió en colegio, aunque siempre con una misma continuidad. Su paso a colegio se planteó tras pedir las familias de los alumnos permanentemente a las hermanas que continuaran, que no querían sacar a sus hijos del colegio. Educan a través de la vivencia, para que a través de esta descubran el contenido, una vivencia guiada e indagando para a partir de ahí formular, siempre a través del razonamiento del alumno.

—¿Qué es lo que caracteriza al Colegio Nuestra Señora de Shoenstatt?

Si hay algo que lo caracteriza es que pone en el centro al alumno como persona, siempre buscamos motivar a cada niño, nos paramos a conocer muy bien a cada uno de ellos. Toda la estructura educativa está armada para asegurar que hay una mirada muy global sobre el niño, es decir, el tutor y los especialistas están mirando la parte académica pero luego tenemos el departamento de formación donde están las hermanas que miran todo el bienestar del alumno, no solo la parte religiosa. Cada vez se ven más problemas de concentración, de atención, emocionales muchas veces, con lo cual el departamento de orientación es muy necesario. Hacemos una valoración de todos los niños al comienzo de curso para ver dónde se encuentran y qué es lo que le interesa a cada niño para poder tirar de la motivación de cada uno.

—¿Esto lo permite el ser un colegio pequeño?

Somos pequeños porque no queremos ser grandes. Para el número de alumnos que tenemos, contamos con muchos más profesores de lo normal. No queremos masificación para que los profesores puedan conocer bien a cada niño.

—Siendo un colegio mixto ¿Por qué separar a las niñas de los niños en diferentes clases?

Nosotros buscamos tirar de su motivación más profunda. En determinados momentos del desarrollo de los niños y las niñas, tienen intereses muy diferenciados, generalmente los niños trabajan de manera distinta a las niñas en determinadas edades que coincide con la etapa de primaria y secundaria básicamente. Nosotros mantenemos un modelo mixto de vida porque la vida es mixta pero es verdad que en determinados momentos separar ayuda más a trabajar mejor las matemáticas o el comportamiento en aspectos concretos, igual que mezclar, ayuda a mejorar la creatividad y la complementariedad. Nuestro modelo lo llamamos mixto diferenciado, es decir, nos quedamos con lo mejor de cada cosa.

—¿Cómo surge el Barómetro Schoenstatt?

Llevábamos tiempo viendo que la vida del colegio es muy rica y estimuladora, saca lo mejor de cada alumno. Al admitir un alumno solo le pedimos la apertura de entender nuestra forma de trabajar y confiar en nosotros, que la confianza sea mutua para que el alumno no se rompa. En todo este proceso hay un crecimiento tanto del alumno, de las familias y de los profesores que tira mucho hacia arriba a la persona, a dar la mejor versión de uno mismo. Llevamos tiempo viendo que fuera del colegio, el ambiente está bastante más cargado y vemos un contraste muy alto con nuestro ambiente. Cuando explotó la pandemia, que se veía mucha ansiedad y miedo, cosa que nosotros nunca educamos con el miedo, vimos que de alguna manera somos expertos en humanizar. Tras pensar mucho de qué manera podíamos  ayudar a humanizar la sociedad, se nos ocurrió la idea del observatorio.

—¿En qué consiste ese observatorio?

Hacer un observatorio desde donde nosotros podemos proponer al resto de la sociedad iniciativas y hacer un diálogo con otras, que las hay muy buenas en el mundo de la educación. Nuestro principal objetivo es darlo a conocer para que se puedan beneficiar las máximas personas posibles.

—¿Cuál fue vuestro punto de partida?

Necesitábamos saber en qué momento estaba la sociedad, qué buscan los padres cuando van a un colegio. Tenemos la sospecha que algunos colegios se están volviendo muy academicistas, van mucho al logro y nosotros primamos el proceso. Vivimos en una sociedad que nos lleva mucho al logro, la nota de selectividad, de inglés… nosotros fomentamos en esas vivencias procesos que te transforman y te llevan a querer ser el mejor tanto a nivel académico, como afectivo o moral, en todos los planos de la persona. Por este motivo educamos en la libertad, es el alumno el que quiere ser mejor cada día.

—¿Cuál fue el motivo de que os lo hiciera un instituto de investigación estadista?

No queríamos que estuviera sesgado, de ahí que nos lo hiciera este instituto de reconocido prestigio. Lo hicimos con familias de toda España para que fuera de verdad representativo y aportar a la sociedad española. Las conclusiones del estudio nos han dado mucha fuerza, los padres españoles están pidiendo entornos educativos que humanicen y que miren a sus hijos de forma personal, que se eduque en valores.

—¿No crees que en una sociedad tan competitiva, educar así es jugar en desventaja?

La educación es un proceso de largo plazo, no pensamos en corto. No me interesa solo que mis alumnos accedan a una buena universidad, me interesa que mis alumnos hagan procesos educativos que les van a servir para toda la vida y que les van a dar una solidez a la hora de vivir su vida y estar en el mundo con un compromiso personal y hacia fuera. Le damos mucha importancia a los idiomas. Nuestros alumnos quieren humanizar el mundo y nosotros estimulamos mucho eso desde el área de interés del niño, no porque no le gusten las matemáticas va a ser un fracasado, cada uno tiene su vocación. Queremos que todos puedan despuntar en lo que le corresponda.

—¿Hacia dónde va la educación?

La realidad es que no hay estabilidad desde el momento en que las leyes educativas son tan cambiantes y necesitamos todos esa estabilidad. Hay que respetar a las familias, los padres son los que ejercen el derecho y debe ser así siempre. Las leyes educativas no están primando el interés del alumno.

—¿Qué opinión te sugiere la formación on line?

El futuro es la formación vivencial, cuanto más vivencial, más profundo es el conocimiento que se adquiere y más lleno de significado. Somos seres sociales y necesitamos compartir y por eso vivimos en sociedad. El vínculo profesor/alumno es fundamental.

—¿Cómo definirías al colegio?

Somos un Santuario de colegio, evidentemente somos un colegio católico, pero no solo eso, queremos ser una casa para la Virgen María por que educamos con ella. Tenemos un estilo Mariano, somos muy concretos por eso educamos a través de la vivencia. Tenemos una valoración personal de cada alumno siendo la más alta posible, por que María confía en cada persona, educamos por el clima, un clima de alegría, de exigencia alegre. El año pasado trabajamos la confianza que es muy Mariano, una confianza entre todos. Por todo esto el Santuario es el centro de la vida del colegio, aquí eres acogido tal y como eres y se da una misión de trasformar el mundo. Somos un colegio muy transparente y aceptamos a todo el mundo.