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JUNIO 2019  /  ENTREVISTAS

JUAN CARLOS DE LAIGLESIA, UNA VIDA VINCULADA AL PAPEL

10-06-2019 7:44 p.m.

Padre de dos hijos y vecino de Pozuelo más de veinte años, del que piensa que es un municipio privilegiado al que aprendes a amar. Se define como un bicho raro que no acaba de encajar en ningún sitio, lo que hace que pueda encajar en casi todos. Le importa la vida, el amor, el estado de ánimo y el poder ver las cosas con una mentalidad amplia. Respetuoso con lo que le rodea y si hablamos de religión más, aunque no sea creyente y sus hijos hicieran la Primera Comunión. Sencillo, empático, enamoradizo, que lleva en los genes la escritura a la que tanto tiempo le ha dedicado. Hoy nos cuenta su trayectoria profesional y cómo un abogado termina dedicándose al periodismo consiguiendo una carrera repleta de éxitos que nunca se le subieron a la cabeza.
Por Carmen Millán
Imagen Ricardo Rubio

—¿Cómo termina un abogado dedicándose al periodismo?
En el año 81 cuando comencé, no se exigía tener título para ejercer. Empezaba La Movida en Madrid y me tiraba mucho lo que estaba ocurriendo culturalmente y surgió la oportunidad de dirigir una revista que en su origen se regalaba en diferentes sitios de la noche, de hecho se llamaba Night. En mi casa siempre se ha escrito y para mí redactar me salía de forma natural.

—¿Cómo surge el dirigir una revista sin ninguna experiencia?
Porque en el fondo era un equipo bastante amateur, se cobraba cuando se podía, era un equipo pequeño... me sirvió mucho. Creé una agenda bastante importante, era cuando empezaban Almodovar, Bibi Andersen, todos los modistos... y esa eclosión en aquellos momentos era muy atractivo, ir a exposiciones, desfiles de moda, conciertos...lo pasé muy bien. Me alegro mucho de haberlo vivido en primera fila.

—¿Qué opinión tienes de aquellos años?
Creo que después se ha criticado mucho, pero en ningún momento se pretendía crear un movimiento cultural de gran trascendencia. Fue una mezcla de eclosión muy emocional, muy personal. Lo que había era una mentalidad diferente de apertura, se comunicaban modistos con escritores, con cineastas, con pintores, con todo el que tubiera algo nuevo que aportar. Había mucha permeabilidad, la gente hablaba con mucha naturalidad. De todo el talento que hubo, quedó algo que no se puede reproducir y es la sensación de estar conectado con una serie de personas apasionantes y esa energía no la he vuelto a ver.

—¿Os dejó huella?
Sí, mucha gente de entonces se ha quedado colgada. La nostalgia no es buena consejera, pero cuando has vivido algo vital e importante es inevitable.

—¿Dónde continúas?
En el año 83 crearon la revista La Luna de Madrid unos amigos y me integré de redactor jefe en la sección de moda y música, aunque hacíamos todos de todo. Éramos alrededor de 18 personas en un sótano  horroroso en lo que ocurría todo y pasaban todos, un día pasaba Almodovar y daba un artículo, otro día Mariscal otro Villalta... En el 85 se dividió el grupo y como suele ocurrir se rompió todo.

—¿Cuándo empieza tu andadura en la revista Man?
En el año 87 me fichó el Grupo Z para dirigir la revista. En ese momento no existían revistas masculinas y me pareció un proyecto muy atractivo que a pesar de pertenecer a un gran grupo contábamos con muy poquitos medios. Lo componíamos tres personas y todo lo demás eran colaboraciones externas. Iniciamos un mercado en España y a partir de ahí determinadas firmas vieron que empezaba a ser negocio y salieron varias cabeceras hasta que de alguna manera asfixiaron a Man porque la parte publicitaria de alta gama consideraba que era un poco erótica, argumentos que usaba la competencia para que se decantaran por la suya.

—¿Veinte años de éxitos?
Por lo menos alrededor de quince años, hasta el 2002, con una venta de 150.000 ejemplares mensuales de aquella época en España.

—¿Qué supuso dirigir la revista?
Fue duro, empezamos vendiendo 15.000 ejemplares pero si sacábamos por ejemplo a Inma del Moral o Ivón Reyes que en su momento era lo más, vendíamos de repente entre 80.000 y 120.000 que ya eran cifras importantes. En el fondo supuso un trabajo más ejecutivo, curiosamente dejé de escribir tanto que me encantaba para estar más en la labor de gestión y coordinación. Pero fue un proyecto muy bonito con el que crecí a la vez.

—¿Qué te aportó?
Pues hombre, conocer todos los palos de la profesión. Estaba pegado a todos los departamentos, todos los meses me tenía que inventar como quince temas de primerísimo nivel. Había que estar súper informado y te presionaban mucho en los contenidos, lo que te obligaba a buscar los mejores y estar con los mejores en todos los ambientes. Me obligó a ser un cerebrito de todo aquello.

—¿Cuál crees que fue el éxito de la revista Man?
En esos momentos casi no había medios y tocábamos muchos temas. Hay una generación que se identificaba mucho con ella, la recuerdan como la revista que compraban, con la que se reían, la que le enseñaba a vestir, a comer, a beber y a pensar. Tenía un nicho que ninguna otra cubría, estaban más politizadas, nosotros sacábamos tanto a Aznar como a Alfonso Guerra. Era una revista de ocio o de consumo aunque no me guste mucho llamarla así.

—¿Por qué sales?
Coincidiendo en el 2008 con la crisis y la decadencia de los medios, salgo en el 2009. Pasaban cosas desagradables , exigencias fuera de mis obligaciones planteadas de manera chulesca por algunas personas, mezclaron y tenían que ir cortando cada vez más.

—¿Dónde te diriges cuando sales?
He realizado bastantes cosas, he vuelto a ser freelance y entre tanto he publicado tres libros.

—Entre ellos la única biografía autorizada de Alejandro Sanz ¿Qué tal la experiencia?
Se hizo precisamente en Pozuelo porque Alejandro vivía aquí en la casa de Miguel Bosé en Somosaguas. Fueron unas diez entrevistas largas, cada una sobre diferentes temáticas. Acababa de sacar "Mas" y estaba creando "El Alma al Aire", esa época suya me gustaba muchísimo y lo hice con mucho gusto. La editorial le ofreció varios nombres y Alejandro me eligió a mí, nos llevábamos bien.

—¿Y los otros dos libros?
El segundo es periodístico pero con más aportación personal "Ángeles de neón", aquí cuento los 80 a mi manera, con todos los datos súper comprobados, para mí el más completo. El tercer libro es de ficción, con trampa porque hay un poco de biografía. Todo el mundo termina contando su biografía porque al final sabes que nadie más lo va a hacer.

—¿Cómo ves el periodismo?
Creo que la globalización está dando más valor a la información local porque al final lo que te afecta, te interesa y te importa es lo que está cerca de ti. Son los medios locales los que de verdad nos interesan, los que nos van a resolver desde dónde comer, qué pasa en la calle de al lado o si hay una obra y esa parte la comunicación global la descuida.

—¿Y qué opinión te merecen las redes y los medios digitales?
Están a otra cosa más encaminados al me gusta o no me gusta o darle un like a una persona que vive en Wisconsin. Eso no es comunicación real es comunicación virtual, la gente se comunica muy poco. Las imágenes que se dan en las redes sociales son falsas, son nuestra cara vendible. Los que se enganchan demasiado al mundo virtual pierden la realidad por completo y es preocupante.

—¿Qué es lo que más te gusta del periodismo?
Casi lo que más me gusta y por lo que empecé es la escritura.

—¿Cuál ha sido la entrevista que más te ha sorprendido?
Más que sorprenderme sería fascinarme porque entré en todo este mundo como un fan. Soy un apasionado de la música y entrevistar a Los Ramones o Bryan Ferri o comer con él fue impresionante, a Jose Luis de Vilallonga con un culturón impresionante, el Marqués de Griñón es un señor interesantísimo. Hay mucha gente que te puede emocionar.   Ω

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