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“Pozuelo es un reflejo de lo que puede ser una realidad de España en la que puede haber armonía y superación”
Llegó a Pozuelo de Alarcón en 1995 y, desde entonces, su vida está volcada en las personas. Vino con el encargo del Obispado de crear una iglesia en la ampliación de la Casa de Campo, partiendo de un conjunto de personas que habían venido a vivir a esa zona.
Antes de la pandemia, cuando aún no había distanciamiento físico ni mascarillas, en la misa de domingo, Don Jesús Higueras se abría paso entre una multitud para llegar al altar. En pocas iglesias se ve eso hoy en día. Basta con echar un vistazo en otros municipios donde parecen escasear los feligreses devotos. Aquí en Pozuelo no. La iglesia de Caná siempre estaba atestada de adultos y de niños que jugaban en una pequeña antesala que servía a modo de guardería improvisada; luego en un vestíbulo atestado, los parroquianos hacían un pasillo para que entrara en la nave principal donde le esperaban en silencio solemne cientos de personas, jóvenes y mayores, muchos de pie.
Ahora todo es más difícil pero se sigue percibiendo la misma emoción y atención hacia cada una de las palabras de este párroco magnético y querido por los habitantes de Pozuelo.
En tiempos de crisis de fe, D. Jesús es uno de los pocos párrocos de masa que quedan en Madrid. Este madrileño menudo de 55 años está desde hace 24 al frente de la parroquia de Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón (86.172 habitantes). Se trata quizás de la iglesia de Madrid que más comuniones reparte –compran 40.000 formas al mes- aunque la archidiócesis no lo puede confirmar porque no hace estudios de asistencia a los templos.
Desde que tenía 22 años “lo tenía claro y me hice sacerdote”. Y continúa señalando que “hoy más que nunca a nivel espiritual les prestamos la ayuda de la escucha, de la comprensión y un acompañamiento personal. En Caritas nos implicamos para las ayudas materiales de alquileres, de becas de colegio y comedores. Estamos ayudando con motivo de la pandemia mucho más claro".
Tiempos Covid 19
“El confinamiento lo que ha provocado sobre todo es la conciencia de que necesitamos a los demás y que realmente vivir aislado, en la soledad es muy hiriente y por lo tanto no poder interactuar con los demás ha hecho mucho daño y además esto tiene unas repercusiones humanas, psicológicas y materiales muy fuertes.”
Aún siendo uno de los municipios más acaudalados de España, el Padre Higueras comenta que se está notando mucho la crisis económica en Pozuelo. “La crisis económica ha afectado mucho en el sentido que ha habido un parón en la economía y muchos comercios han tenido que cerrar y claro la gente tiene menos capacidad por supuesto de gasto y lo están pasando mal, con miedos y con muchas dificultades.”
“Caná es una familia. Caná es en Pozuelo de Alarcón un punto de referencia no sólo de cultura sino de espiritualidad no sólo en Pozuelo sino también fuera.” Para el párroco “el templo es lo menos importante, lo que realmente importa son las personas y la gente que hay en Pozuelo es muy buena, siempre se vuelcan con los demás”, asegura. “Una buena prueba de ello es la situación en la que estamos desde la pandemia. Desde Cáritas se ha aumentado la atención y las prestaciones muchísimo en estos tiempos de necesidad. “Contamos con una fundación para personas con discapacidad en la que tenemos más de 200 usuarios, hacemos voluntariados en diferentes frentes, en barrios más desfavorecidos, en otros lugares de España donde hay personas en alto nivel de riesgo. Ofrecemos también una atención temprana para personas mayores aisladas”
Si el mensaje se adapta, las herramientas también
Es un sacerdote que está al día. Su iglesia, que tiene las puertas abiertas para todos, es un ejemplo de evolución. Su mensaje se acomoda a los tiempos de hoy en día y “si lo que transmites es la verdad, la belleza y la bondad, el ser humano quiere incorporarse a eso”, señala D. Jesús.
La iglesia que dirige tiene su propia web (www.smcana.com) y dirección de correo electrónico a disposición de sus fieles. Higueras afirma en este sentido que, “al igual que el mensaje se adapta, lo hacen las herramientas, ya que son fundamentales para transmitirlo. Incluso el Papa ha pedido para que los nuevos medios a nuestro alcance se usen para evangelizar”. No obstante, es más prudente con las redes sociales y quiere esperar a ver qué es lo que ocurre con el tiempo y su desarrollo en la sociedad.
D. Jesús no ha necesitado recurrir a excentricidades de telepredicador para llenar su iglesia. En sus homilías no hay soflamas ni sobresaltos. Su audiencia le sigue sin perder el hilo. La escena parece un retorno a los tiempos menos individualistas en que no existía el móvil porque nadie.“Es un crack”, dice una parroquiana.
“Soy un tipo normal”, zanja él en uno de sus pocos ratos libres, sentado en su despacho, quizás algo incómodo con tantos halagos de unos feligreses que le adoran. Ya no hay misa, pero esta iglesia no para. La planta baja es una especie de escuela donde cientos de personas participan en talleres, desde informática para personas con discapacidad hasta una ITV para matrimonios. Él y otros cinco religiosos tienen en este nivel sus pequeños apartamentos.
En opinión del párroco no hay una formula de éxito que otras iglesias puedan copiar de Caná más allá de que abran sus puertas más tiempo para recuperar a los fieles, algo que ha pedido el Papa Francisco. Caná abre de 7:00 a 21.30 horas, y a muchas horas bulle de gente que entra y sale para participar en las actividades o para hablar con Don Jesús. “Dedico ocho horas al día a escuchar a las personas, me cuentan sus disgustos, su vida. Llevo 31 años de los cuales 26 años aquí en Pozuelo y lo que más me gusta es encontrarme con el dolor de las personas para iluminar ese dolor.”
Su iglesia nació en 1995 como un barracón. Le destinó a Pozuelo el entonces arzobispo Antonio María Rouco Varela para que se ocupara de un nuevo barrio que estaba naciendo en torno a la Avenida de Europa, una arteria flanqueada de pisos amplios para familias con alto poder adquisitivo.
Él venía de tres años en Colmenarejo, en la sierra, y antes cuatro en Canillejas, un barrio humilde del este de Madrid, muy azotado por la droga en los 80. Allí atendió bastantes funerales por sobredosis o ajustes de cuenta, pero él no ve grandes diferencias con su parroquia actual. “Todos los problemas son parecidos en el sentido de que nacen del corazón del hombre, la codicia, el afán de protagonismo, la tristeza, la soledad”. Ω
Por Ariana Francés / Imágenes Ricardo Rubio
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