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Por Carlos Almazán
Querido amigo, quiero dedicarte unas palabras y abrirte mi corazón con ellas, pero llevo cuatro días, y son tantos los recuerdos, tantos momentos compartidos, tantas las alegrías vividas y los ratos difíciles que hemos pasado juntos, que no se por donde empezar, y mucho menos donde terminar, porque ¿Cómo escribir la despedida de un amigo del que no te quieres despedir?, ¿cómo despedirte del que estás seguro te volverás a encontrar?
Amigo Jesús, no tengo palabras, ni quiero buscarlas, para decirte adiós. El vacío que dejas en mi vida y en mi corazón no se puede expresar, porque están escritas en mi alma con letras de esperanza, con las letras que han dejado tus huellas después de tantos años de caminar juntos.
Tal vez haya alguien mejor para poner sobre un papel mi sentir, alguien que pueda expresar el adiós, porque, como tú bien sabes mi querido amigo, yo no tengo el arte de escribir: de los dos tú eras el pregonero, el que tenía el don de palabra y ahora, por razones que no llego a entender, y que solo Ella entiende, me he convertido en tu pregonero para anunciar a los cuatro vientos que tú ya estás con Ella,
Querido amigo, cuando nos conocimos ya tenías un gran pasado rociero con tu Hermandad del Rocío de Emigrantes, pero por cosas del destino llegaste a Pozuelo y aquí te encontraste con tu Hermandad, que ahora te llora y te extraña, tu querida Hermandad del Rocío de Pozuelo de Alarcón.
Todavía recuerdo la primera vez que nos encontramos, fue en un mes de mayo de 2004, yo era un chaval de unos veinte años que daba su primer paso en la Hermandad, y tú ese año el Alcalde Carretas, pero ni tú ni yo sabíamos en ese momento que Nuestra Madre había pensado un futuro juntos, un futuro de colaboración, un futuro de caminar por el mismo sendero.
Me recibiste con las brazos abiertos, como siempre hacías con todo el mundo, me contabas las “cosas” del Rocío, de los caminos, me hablabas de las Hermandades. Poco a poco fuimos descubriendo que había más cosas que nos unían que las que nos separaban: rocieros, cofrades, amantes de la familia, creyentes; compartimos color de túnica y capirote con nuestra querida Hermandad de los Gitanos de Madrid, de la cual eras fundador. Esta amistad que nació una tarde de primavera al lado de nuestro Simpecado se fue haciendo cada vez más estrecha y, si te soy sincero, aquella tarde de mayo nada me hacía pensar que un día llegaríamos a tener una relación tan estrecha que llegase a marcar mi vida y la de mi familia.
Poco a poco, después de muchos caminos, llegó junio de 2016, recibí tu llamada, y me decías que te presentabas como presidente de nuestra Hermandad y querías que te acompañara, sabes que no lo dudé ni un instante, sabía que no había mejor persona para guiar a nuestra Hermandad y nos pusimos a trabajar juntos.
Y así fue durante cuatro años, caminando cada día juntos, cuatro años de conversaciones diarias, cuatro años de experiencias, vivencias, confidencias y como decíamos los dos, de momentos de Rocío. En estos cuatro años ya no éramos amigos, te habías convertido en parte de mi familia.
En estos cuatro años tú seguías teniendo una misión, de la cual nunca hablamos, cada día me enseñabas con tu vida a querer más a Nuestra Madre, tal vez me estabas preparando para el futuro, para el futuro de Nuestra Hermandad que a día de hoy presido.
Pero, ahora estoy aquí, intentando escribir tu mejor despedida, sé que hay algo que no ha salido como esperábamos, ahora el teléfono no suena y no tengo nuestras conversaciones, habíamos hablado de compartir estos momentos juntos, estos momentos de Rocio, pero tú te has marchado dejando pregones, conversaciones y muchas más cosas pendientes.
Solo decirte que tu Hermandad y amigos, te echan de menos, que les has dejado un enorme vacío y que ahora más que nunca nos tendrás que guiar de la mano del Pastor Divino y Nuestra Madre para seguir haciendo grande nuestra Hermandad.
Como dirías tú, como buen pregonero, esto va llegando a su fin, solo me falta darte las gracias, gracias por cada palabra, cada conversación, por cada consejo, por cada camino y cada instante de Rocío.
Es el momento de caminar solo, pero en una soledad donde entiendo que siempre estarás tú, donde hablaremos de otra manera y desde donde me enseñarás el camino para ir a verla y me marcaras el sendero con flores y con romero. Tu ya disfrutas un Nuevo Camino, porque has contemplado “el cielo nuevo y la tierra nueva” y le cantas por sevillanas al Pastorcito Divino, porque el coro del cielo ha ganado un nuevo ángel.
Con la esperanza de volver a caminar juntos con María del Rocío por compañera y el Pastorcito Divino de guía…. ¡Hasta siempre mi querido amigo¡ ¡Nos volveremos a encontrar, Presidente¡. Ω
03-09-2022 10:03 a.m.
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