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LOS REYES SON LOS HIJOS

02-01-2022 9:39 a.m.

niños disfrazados de reyes magos
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Cómo cambian los tiempos. Se acerca la ‘mágica’ noche de Reyes, esa que todos los niños esperan con ilusión desmedida, nervios de leche y con tanta inocencia. Cuesta pegar ojo pensando en si vendrán Melchor, Gaspar y Baltasar y traerán los juguetes que han pedido, aunque ya hace tiempo que los pequeños juegan con ventaja, mucho más sobre seguro en este señalado día que los chiquillos de décadas pasadas. En estos tiempos es extraño que algún regalo se descuelgue de la carta a los Reyes. El empoderamiento infantil doméstico está en pleno auge.

Por C. Jiménez - Esta tradición tan arraigada en España ha cambiado mucho a lo largo de los años desde sus míticos orígenes cuando los Magos de Oriente se acercaron al Portal de Belén guiados por esa estrella con cola y entregaron tres regalos al niño Jesús como símbolo de adoración -oro, incienso y mirra-. Pero hay tradiciones que resisten los embates de los nuevos tiempos, como el acto  de dejar los zapatos de cada miembro de la familia bien lustrosos en el balcón para recibir a los Magos. Esto tiene su origen en una leyenda: dos amigos del niño Jesús quisieron darle sus propios zapatos para que no fuese descalzo; los zapatos estaban usados y por ello intentaron limpiarlos para que pareciesen nuevos, los dejaron esa noche en el balcón para que se secaran y mágicamente aparecieron llenos de regalos y dulces. Los Reyes Magos habían recompensado la bondad de los niños.


Sentido común en las compras de Reyes

La idea esencial que siempre hubo detrás de la tradición de los regalos del 5 de enero era premiar la bondad de los niños, aunque parece haberse olvidado su esencia a lo largo de los años ya que los niños de estos tiempos, tan consentidos y protegidos, suelen escribir la carta a los Reyes sin reparar en lo que realmente quieren y necesitan. Solo piden y piden, y si no se cumplen sus demandas se pondrán de morros y amargarán el día a sus compungidos padres.

En los actuales tiempos tan consumistas, la opulencia de los regalos de cumpleaños y los obsequios por buenas notas, acabar el curso o por sacar a pasear al perro, hace que los niños tengan menos ilusión por la llegada de los Reyes Magos”. Se llama sociedad de consumo irracional. Carlos de Prada, impulsor de la iniciativa “Hogar sin tóxicos”, cree que “la Navidad ha perdido los valores familiares y morales que hacen tan especial esta celebración y esta época del año”. “Es todo lo contrario -dice De Prada- a la ansiedad por comprar, comprar y comprar”.

Por ello, se reclama a todo el personal “sentido común” en la sociedad de la inmediatez, de las redes sociales, de las compras electrónicas, de las plataformas audiovisuales. Hay que planificar las compras y no improvisar lo que salga o dejar todo a lo que veas, porque, al final, se compran cosas de más”.


Los regalos infinitos

Antiguamente, los regalos eran menores, más detallistas y sin listas infinitas, ahora eso ha cambiado. En estos tiempos actuales los regalos son numerosos y la oferta de artículos de las tiendas, casi infinita. Esto ha hecho que muchos niños escriban sus cartas a los Reyes sin valorar realmente la importancia y el significado de este día. Existe el síndrome del niño “hiperregalado”, que recibe regalos de muchas casas. Ya no se escucha tanto eso de “te van a traer carbón si te portas mal”, ahora la penitencia es para aquellos padres que no logren satisfacer los exigentes caprichos de los pequeños.

El día de Reyes se ha convertido en una campaña de marketing que ha perdido su esencia, entre otras cosas porque  en la actualidad  a los niños “se les echa todo lo que piden”, y eso le resta gracia y suspense al sublime asunto de la carta a los Reyes. Se ha evaporado el valor de compartir y disfrutar de los pocos regalos que te habían hecho y que ansiabas con mucha ilusión. Ese balón de fútbol de “reglamento”, con su penetrante aroma a cuero; esa muñeca Nancy o de Famosa; el Madelman o el escurridizo Scalextric, que nunca llegaba y “otro año será”. En fin. 

Lo que no es tradición es plagio, dejó escrito Eugenio D’Ors, filósofo y catalán. Pues eso, que no nos despeguen del todo de ese espacio tradicional de magia y fantasía que es la noche de Reyes, tanto para los pequeños como para los más adultos. Escribámosles a los Señores de Oriente una carta sensata y decente, saquemos brillo a nuestros botines y disfrutemos esa mañana con los dulces navideños y un buen roscón -sea o no con nata-Y que nos siga envolviendo la emoción, sin amaneramientos, al contemplar el brillo chispeante de los ojos y la sonrisa limpia de un ser querido al recibir alguno de nuestros regalos. Y seguiremos suspirando por ese Scalextric que nunca llega.  Y que nadie trasnochado se cruce dando la tabarra con eso de que los Reyes son los padres. Porque, como todos sabemos, los Reyes son los hijos.

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