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Por Candela Jiménez / Fotografía Ricardo Rubio
La normalidad prepandemia está cada vez más cerca en las residencias de mayores. Madrid ha relajado las restricciones a las visitas y ya no estarán limitados ni el número ni la duración de estas, ahora los familiares podrán acceder al interior de las residencias y volverán los abrazos.
“Estoy muy contenta porque ya pueden subir mis hijos a la habitación”, cuenta Córdula, o Coro para los amigos, tiene 88 años y lleva tres años y medio en la Residencia Amavir de Pozuelo. Su vida en la residencia cambió cuando se prohibieron todas las visitas al empezar la pandemia ya que sus hijos no podían venir a verla y sacarla a pasear por el jardín. Ahora vienen todas las semanas, los jueves y los domingos, se alternan, “me vienen a ver mucho, mis hijos no me olvidan”, afirma con una sonrisa. “Antes venían y estábamos media hora o quince minutos”, asegura, pero ahora las visitas son más largas, salen a pasear o suben a su habitación.
Coro se quedaba en su habitación todo el tiempo porque no podía juntarse con otros residentes, pero asegura que está bien arriba con su televisión, sus revistas o sus libros, “no me preocupo”.
Agustina tiene 97 años y lleva dos años y medio en la residencia, y, aunque afirma que no tiene casi familia y tiene pocas visitas, cuenta que ahora sale una vez a la semana con su hijo y sus nietos a pasar el día.
Coro y Agustina cuentan con alegría cómo son sus días en la residencia, su hogar, allí hacen terapia, van al gimnasio y hacen actividades, Agustina es aficionada al punto y ha ganado varios premios por ello, y a Córdula le gusta jugar a las cartas y al dominó con sus compañeras, pero cuenta que, tras estos meses se ha perdido la relación porque no podían juntarse para evitar los contactos. Una actividad que no ha cambiado ni para Córdula ni para Agustina y que aseguran “es muy importante para ellas” es rezar, rutina que siguen todos los días.
La Residencia Amavir de Pozuelo de Alarcón se ha tenido que adaptar estos meses a las medidas impuestas por la Comunidad de Madrid. El protocolo de visitas ha tenido varias fases de manera progresiva para adaptarse a cada situación con una desescalada lenta de las restricciones, cuenta Iván, trabajador social de la residencia.
Primero empezaron con las videollamadas, en los meses más duros en los que los residentes no podían relacionarse con el exterior por su propia salud, pero se adaptó este nuevo método virtual para que mantuviesen el contacto con sus familiares y no perdiesen la relación. Cuando acabó el estado de alarma volvieron las visitas, pero no de la manera habitual, se hacían con cita previa, con grupos limitados en las zonas comunes y una pantalla protectora que impedía el contacto estrecho y con una duración breve, relata Iván. Después se podía salir a dar un paseo con hasta dos familiares y ya no tenía que ser siempre el mismo, se tomaba la temperatura y se hacía un registro de los visitantes.
Con el fin de las restricciones, la Residencia Amavir de Pozuelo puede retomar su normalidad, aunque con precaución para evitar los brotes. Las visitas pueden ser en el exterior o en el interior y pueden subir a las habitaciones, no tienen límite de tiempo y pueden ir hasta dos personas a la vez, no se hace declaración responsable de covid-19 aunque sí un registro de los familiares que llegan, explica Iván.
Retomar la normalidad: actividades, visitas y vacunación
La directora de la residencia Amavir de Pozuelo, Ana Belén, cuenta que ya han retomado las excursiones y actividades en el exterior que fueron paradas con la pandemia. “Intentamos que los grupos de atención sean siempre los mismos y que respeten las distancias de seguridad y la mascarilla”, asegura Ana Belén. Las visitas es algo esencial en esta residencia, “es un centro con bastante afluencia de visitas”, afirma la directora, por ello tienen habilitada una franja horaria, para que no se interrumpan las horas de comida, y dos circuitos de entrada y salida. Además, se recomienda que los visitantes estén vacunados.
Está residencia tiene actualmente 165 residentes, aunque tiene capacidad para 180, y, para poder controlar los posibles contagios, está divida en zonas de convivencia con salas de estar y comedores para que puedan hacer vida en común. Estas medidas siguen presentes para evitar posibles brotes. “Lo más complicado fue la organización interna sobre todo cuando había casos de aislamiento”, cuenta Iván, refiriéndose al comienzo de la pandemia cuando no podían relacionarse y habilitaron estas zonas.
Todos los residentes están vacunados y ya han puesto las terceras dosis. Durante los meses más duros de la pandemia no pudieron saber con certeza cuántos tuvieron el covid-19 debido a que no había pruebas diagnósticas suficientes “objetivamente fueron 14 casos, pero no teníamos pruebas suficientes y los síntomas eran muy parecidos a cualquier patología”, afirma Ana Belén. También es importante recalcar que, aunque se retome la normalidad, a la residencia sigue acudiendo personal del Hospital Puerta de Hierro para atender a los residentes que asegura “su labor ha sido magnífica”. Ω
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