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Por Domingo Domené
Historiador
A la muerte del rey Fernando VII se produjo la Primera Guerra Carlista (1833-1839) durante la cual Pozuelo fue escenario del llamado motín de Pozuelo.
En 18 de junio de 1837 las Cortes aprobaron una nueva constitución. Su implantación quedó momentáneamente semiparalizada por la inquietud que suscitó en el país y en el gobierno la ocupación de Segovia por las tropas carlistas del general Juan Antonio Zaratiegui y su llegada hasta Las Rozas.
Ante el anuncio de la proximidad del general Espartero que venía de Navarra para salvar a Madrid del ataque de Zaratiegui éste se retiró. Las tropas del general Espartero acantonadas en las proximidades de la capital, y en especial la brigada de la guardia que lo estaba en Pozuelo, bajo las órdenes del general Juan Van-Halen, se pronunciaron anunciando a la reina María Cristina que bloquearían el Palacio Real si no se sustituía el ministerio Calatrava-Mendizábal (que hoy llamaríamos liberal progresista) por otro más moderado, negándose los oficiales a prestar servicio mientras no se cumplieran sus exigencias.
No paró aquí la cuestión. Su colofón fue un lance de honor entre el general Seoane y varios oficiales de la Guardia con motivo de unas declaraciones del general en el Congreso para tratar si la Guardia estaba bien asistida y si sus oficiales llevaban un cinto de oro como había asegurado Mendizábal en otra sesión.
Seoane a la sazón capitán general de Madrid manifestó que los oficiales merecían a arrastrar grilletes porque se habían conducido cobardemente, cómo genízaros, en Pozuelo de Aravaca.
Ante esa afrenta una treintena de oficiales de la Guardia sortearon quiénes deberían batirse con el general, siendo designados los capitanes Manzano, Castro y un tercero más como posible sustituto. Serían apadrinados por don Fernando Fernández de Córdoba, coronel retirado. El general fue apadrinado por el brigadier Infante y el coronel Arana, decidiéndose que la afrenta se solventara fuera de la Puerta de Hierro, utilizándose las reglamentarias pistolas de duelo, una de ellas cargada y la otra no.
Los dos contendientes, Seoane y el primero de los capitanes, Manzano, estaban separados por una distancia de 5 pasos. Esperaron a que don Fernando diera la voz de ¡tres! para disparar. Cayó desplomado el general con dos costillas fracturadas y no pudiendo por tanto continuarse el duelo con los siguientes retadores éste quedó aplazado. Gracias a la inteligente actuación de los padrinos se consiguió, en unos días, apaciguar los ánimos de ambos bandos dándose el asunto por zanjado y el honor por satisfecho.
El ministerio de Calatrava fue sustituido por el del señor Eusebio Bardají quien fue durante dos mees estuvo (18 de octubre a 16 de diciembre) presidente del gobierno. Ω
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