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Por Germán Pose / Fotografía: Emilio Guzmán
Cuatro chicos jóvenes, de entre 17 y 25 años, se han reunido en la sede de Pozuelo IN para hablar de su experiencia en la Asociación KUKOA, que han creado para ayudar a la gente más necesitada. En este mundo tan despellejado y desprovisto de valores de calidad la labor humanitaria de estos muchachos resulta hasta extravagante. Y esta Navidad se han convertido en nuestros Reyes Magos. Su veraz relato estremece al más pintado.
Ellos son Pelayo Blanco y Jaime Huerta, de 17 años, y Eduardo García y Pedro Vives, de 25. Alumnos y exalumnos de los colegios Retamar y Monte Tabor, de Pozuelo de Alarcón.
LAS CAUSAS DE SU LABOR SOLIDARIA
-PELAYO: Desde crío siempre tuve la inquietud de ayudar a los demás. En mi familia y en el colegio Retamar nos inculcaron las bondades del voluntariado. Y cuando empecé esa labor descubrí que me sentía mejor y ganaba muchas cosas en mi vida. Durante el confinamiento, junto a mi amigo Jaime, pusimos en práctica una iniciativa que consistía en enviar vídeos de ánimo a los ancianos que estaban en las residencias. Ahí descubrí, de verdad, lo que era esa labor de voluntariado, darte a los demás desinteresadamente.
-JAIME: Pelayo y yo llevamos juntos desde niños, me lo propuso y no dudé en meterme en eso.
-PEDRO: Nosotros nos conocimos en una actividad organizada por la iglesia Santa María de Caná, Eduardo y yo éramos monitores y Pelayo y Jaime eran nuestros alumnos. Los chicos nos contaron lo que tenían pensado hacer y nos enganchamos enseguida. Cuando comenzó la guerra en Ucrania nos contaron que tenían pensado irse allí con varios autobuses para traernos a todos los refugiados posibles.
-EDUARDO: Yo también me uní a ese proyecto en cuanto me enteré que lo estaban preparando.
-PELAYO: Se llegaron a unir más de 300 voluntarios al equipo que formamos, que se llama KUKOA. Este nombre lo pusimos porque busqué en Internet diferentes traducciones relacionadas con la palabra “ayuda”. Y me encontré con que en hawaiano ayuda se decía KOKUA, y me dio buen rollo, no? Aloha (ríe) pues eso. Aunque al difundir este nombre entre mis compañeros me equivoqué al escribirlo y, nada, se quedó en KUKOA. Y pretendemos crear el mayor centro de voluntariado del mundo. Casi nada.
-PEDRO: Todo es una cuestión de prioridades. Cuando terminé el colegio y entré a estudiar en la Universidad Francisco de Vitoria Ciencias de la Educación Física y Deporte, tenía que pagarme los estudios porque mis padres no tenían recursos económicos. Desde el primer curso aprendí a compaginar trabajo, estudios y deporte. Me dí cuenta de que hay mucho tiempo en el día para hacer cosas. Y cuando terminaba de trabajar ese tiempo de ocio decidí aprovecharlo para este proyecto de ayudar a los demás. Aparte de estar con los amigos de juerga creo que hay tiempo para hacer otras cosas.
LA EXTRAVAGANCIA DE DEDICARSE A LOS DEMÁS
-EDUARDO: Puede parecer raro que elijamos dedicar parte de nuestra vida a actos solidarios, de prestar ayuda a la gente necesitada, pero todos nosotros compartimos la misma filosofía, que se basa en que esta sociedad tiene muchos fallos y hay cosas que es preciso cambiar. Creemos que podemos aportar un pequeño granito para cambiar las cosas, o intentar mejorarlas. Entre otras cosas porque pensamos que el mundo no cambia con tu opinión, sino que cambia con tu ejemplo.
-JAIME: Somos nueve fijos en el equipo de KUKOA, pero hay 300 personas que nos siguen, y que también prestan su apoyo y son conscientes de que este mundo necesita un cambio, y que merece la pena ser buena persona.
LA FAMILIA Y EL COLEGIO
-PEDRO: La familia es muy importante, la familia te tiene que enseñar valores, te tiene que educar y al colegio se va a aprender otros conocimientos básicos de formación para tu futuro proyecto profesional. También es importante elegir un buen colegio para que esa formación se complemente como es debido. De todas formas, familia y colegio deben ir de la mano.
-PELAYO: A mí las enseñanzas del colegio Retamar me han servido para mucho, he aprendido el concepto de los valores de la vida. El bien que me ha hecho a mí ese colegio ha sido brutal. Nuestra asociación no es estrictamente religiosa, aunque yo sea católico, pero siento que dándome a los demás me siento mejor.
EL BOXEO COMO ENSEÑANZA DE VIDA
-PELAYO: Bueno, somos muy jóvenes y no dejamos de lado las tentaciones habituales que eso conlleva pero soy una persona que tengo mucha capacidad de organización, aunque no me considero muy listo. Me levanto por la mañana, le dedico un rato a la Asociación, luego voy al colegio, estudio y, además, me dedico al boxeo. En la vida se puede hacer todo con motivación y con trabajo. A mis padres no les gusta mucho que boxee, pero lo aguantan. El boxeo, igual que irte a tomar copas con tus amigos, lo veo como una manera de relacionarte con los demás. Puedes ser solidario en todo, y por supuesto, en el boxeo también.
Al fin y al cabo es dar y recibir, defenderte, buscar los puntos débiles del otro. Puedo decir que hasta que no empecé a practicar boxeo sacaba malas notas, y cuando empecé a boxear mejoré en mis estudios. He aprendido que el boxeo es disciplina, es respeto al otro, aunque te haya noqueado de un puñetazo, y eso representa muy bien la vida. En esta vida vas a tener problemas, contratiempos y batacazos y uno se tiene que mantener ahí firme, defendiéndose, pero siempre con respeto. Yo subo al ring para aprender de las caídas, de los puñetazos, de todos los golpes. Yo le saqué de un puñetazo a un rival la mandíbula, se la lograron colocar y luego me fui a tomar cervezas con él. Esa persona reconoció que había tenido un fallo, no se cubrió bien, me dijo, y tenía claro que tenía que seguir aprendiendo.
LA COMPASIÓN DE UN BOXEADOR QUE DEDICA SU VIDA A LOS DEMÁS
-PELAYO: Mi intención cuando peleo no es partirle la cara al rival, yo espero que él se cubra, que se defienda bien. Y si le conecto un crochet ha sido porque él no se ha cubierto bien. Tiene mucho que ver con el sentimiento cristiano: disfruta sabiendo, dentro de tí, conociendo cuáles son los límites. Para mí el boxeo no rebasa ninguno de esos límites. Yo no voy hacer daño al otro, pretendo que los dos que nos enfrentamos aprendamos y pasemos un buen rato, aunque parezca raro. Estamos hechos para la tensión, eso lo tengo claro. Incluso a mí me mola cuando me golpean en el ring, e intento que no se vuelva a repetir, es una especie de enseñanza. Y ahora, venga, el siguiente.
LA CRISIS DE LOS VALORES EN LA JUVENTUD
-PELAYO: Creo que es falta de información, el mundo va demasiado rápido y la gente no se para a pensar. No sé, muchas personas no llegan a conocerse, a saber de ellos mismos, no saben lo que quieren, lo que esperan de la vida.
-PEDRO: En esta vida, hayas logrado lo que haya sido, incluso un gran éxito profesional, llegas al final, todo se acaba con la muerte y lo único que permanece son tus hechos verdaderos, y sobre todo, lo que tú te hayas dado a los demás. Ese recuerdo del bien que has dejado perdurará para siempre. Nosotros, Eduardo y yo, que tenemos 25 años, algo mayores que Pelayo y Jaime, nos hemos dado cuenta de que la historia de salir de marcha con tus amigos, liarla parda, etcétera.. está muy bien, pero hay otras cosas que hacer en la vida. Hay noches inolvidables, por supuesto, pero muchos jóvenes no ven más allá de eso.
¿A QUÉ DEDICÁIS EL TIEMPO LIBRE?
-JAIME: Las fiestas no abundan, pero tampoco faltan. Yo he acabado una noche de juerga, he vuelto a casa y, sin dormir, me he puesto a repartir desayunos a vagabundos y gente necesitada.
-PEDRO: Es muy habitual que todos los domingos, que quedamos a las 7 de la mañana en Príncipe Pío a repartir desayunos, haya algunos que llegan algo afectados por las cosas de la noche. Y eso a mí me gusta. Gente que sabe disfrutar y luego asumir la responsabilidad de echar un cable al que lo necesita. No es fácil eso, eh? Lo que nos diferencia a nosotros es que les dedicamos tiempo a las personas. Eso es muy importante. Por eso, quienes no reciben ese cariño, ese tiempo, cuando te acercas a ellos te ven como si fueras un ángel.
-EDUARDO: Sí, Pedro, esas personas, en ese momento en que te acercas a ellas, sienten que son visibles. Cuando repartimos desayunos y comida les impresiona que te intereses por ellos, que les preguntes cómo se llaman o de donde son.
-JAIME: Uno de los mayores problemas actuales es la gran insensibilidad de las personas. Muchos pasan de largo, es muy importante acercarse a alguien que está solo y abandonado, eso te lo van a agradecer siempre y uno se siente muy feliz por haberlo hecho.
-PEDRO: Y, bueno, que quede claro que no somos ángeles celestiales, somos pecadores, por supuesto, pero tienes dos opciones: persistir en las torpezas que hayas cometido o superarlas pensando en mejorar. Y en eso estamos. Ω
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