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”ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS NOS SALVÓ LA VIDA”

24-09-2022 12:01 a.m.

Alcohólicos Anónimos
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La historia de Carlos y Marta, dos ex-alcohólicos de Pozuelo de Alarcón, recién casados, a quienes les unió el alcohol y las adicciones. Tras superar la grave crisis, ambos se dedican ahora en Pozuelo a ayudar a otras personas con un problema similar. 

Por Diego Mérida - “El único requisito para ser miembro de Alcohólicos Anónimos es el deseo de dejar la bebida”. Así comienza el libro de esta comunidad y es lo primero que nos dicen Carlos y Marta al quedar con nosotros. Pozuelo IN se reúne con dos ex-alcohólicos de Pozuelo que, tras años de lucha, han conseguido dejar atrás su adicción.


“Empecé a los 16 años. Intentaba encajar en cualquier grupo social. Siendo un chico muy joven e introvertido me costaba mucho socializar, hablar a las chicas y relacionarme. El contacto con el alcohol hizo que me convirtiera en todo lo contrario. A partir de entonces sentí en el alcohol una solución para el miedo”. Así empieza el testimonio de Carlos, miembro de Alcohólicos Anónimos desde hace tres años, ocho meses y ocho días. A día de hoy, ya recuperado de su adicción, nos cuenta su pasado traumático, cómo acabó en la comunidad de Alcohólicos Anónimos y los puntos clave para vencer la batalla contra el alcohol.

“LOS PENSAMIENTOS SUICIDAS LLEGARON MUY PRONTO”

La progresión de Carlos con el alcohol fue rápida. Comenzando con los botellones de la adolescencia, pasó a beber entre semana. Desde los 18 hasta los 25 años estuvo viajando por el mundo pensando que, cambiando de país, su problema con el alcohol cambiaría, convenciéndose de que era un problema local y que al cambiar de zona geográfica dejaría de beber. Resultó que no. El consumo de alcohol siempre llegaba. Hasta tal punto que con la edad de 22 años desayunaba café con whisky para calmar los nervios. 


Los pensamientos suicidas llegaron muy pronto, y ahí se comenzó a asustar de verdad. “Estaba en Estados Unidos, en un séptimo piso y con una botella de whisky. Pensaba en tirarme y acabar con todo”. Sin embargo, estos pensamientos no frenaron la adicción. Al revés, el consumo aumentaba cada vez más. “Me acostaba borracho. No podía dormir hasta que perdía el conocimiento. Y por las mañanas, con esas resacas brutales y sentimientos de culpabilidad, la única manera de aguantarlo era un trago de cerveza”. Carlos, a día de hoy es muy consciente de que su gasolina era el alcohol, lo necesitaba para poder funcionar y por eso mismo bebía las 24 horas del día todos los días de la semana.

Con un hijo al que nunca conoció y numerosas relaciones desastrosas, Carlos deambuló por diferentes países en una borrachera continua y con constantes pensamientos suicidas. Por fin, y sin saber muy bien cómo, consiguió llegar a España. Ya con los pies en su país, una mañana se levantó cansado de la vida que llevaba. “Me desperté cansado de estar cansado. Harto de seguir así. Desesperado pero al mismo tiempo decidido a pedir ayuda. En ese momento busqué Alcohólicos Anónimos y me planté en la primera reunión que había”.

”CREO QUE ERA ALCOHÓLICA ANTES DE EMPEZAR A BEBER EN SERIO”

Marta se presenta como si estuviésemos en una de las reuniones. “Soy Marta, alcohólica y hoy no he bebido”. Aunque lleva seis años y medio sin probar el alcohol, dice que solo cuenta el hoy. Nos relata su paso por el alcoholismo con nerviosismo y los ojos vidriosos. “A día de hoy creo que era alcohólica antes de beber. El alcohol era solo un síntoma de algo que estaba tapando. Comencé con 15 años, y aunque no recuerdo muchas cosas, mi problema también era social. Muy pronto decidí que yo no sabía vivir sin el alcohol. En mi caso empecé a esconder cervezas, a beber antes de quedar, y por la mañana. Apenas recuerdo nada de esos años”.


“Lo jodido del alcoholismo es que te hace pensar que eres tú quien decide, que eres libre y bebes porque quieres. Pero en los grupos de alcohólicos te das cuenta de que el alcohol decide todo en tu vida. Decide tu trabajo, tus amistades y tu pareja. Es lo difícil de ver, que no bebes porque quieres, sino porque estás enfermo”.

Con la voz resquebrajada, Marta mira su pasado con honestidad. “Realmente nunca pude vivir sin beber. Era un pozo sin fondo. Nunca quise una caña, yo me iba al supermercado a comprarme doce. Terminé embarazada sin saber cómo, sin trabajo y sin familia. Y no dejé de beber, pensaba que el alcohol era mi amigo. Muchas veces mi madre entraba en casa y me encontraba inconsciente y con mi hijo llorando en el suelo”. 

Un día Marta consiguió ver la verdad. Se dio cuenta de que iba a morir bebiendo si no ponía solución. En ese momento buscó en internet Alcohólicos Anónimos y consiguió ponerse en contacto con ellos. Después de seis años, sabe que ha habido una transformación en su vida y que hay una solución para esta enfermedad.


Ambos coinciden en la misma idea: sólo deja de beber quien de verdad lo desea. Una vez que realmente se quiere dejar, Alcohólicos Anónimos tiene un programa de doce pasos basados en “la admisión, reconexión, reparación y mantenimiento” que, junto con el apoyo de la comunidad, ayuda a los enfermos a superar esta adicción. 

Marta y Carlos no solo han conseguido superar su alcoholismo, sino que, además, gracias a esta comunidad se conocieron y comenzaron una vida juntos. Hoy, recién casados, dicen que Alcohólicos Anónimos les ha salvado la vida. Aún así, asisten religiosamente a sus reuniones todas las semanas. Prefieren morir antes que probar gota, pero son conscientes de que en esta batalla lo que importa es el día a día.

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