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Por Germán Pose./Fotografía: Carlos Galeano.
Luis María Anson (Madrid, 1935) es historia pura y viva del periodismo español. A sus 88 años es el más longevo en activo en su profesión. Dirigió ABC en los 80 durante 15 años y fundó el diario La Razón. Es Académico y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades(1991). Monárquico apasionado guarda muchos secretos de la reciente historia de España, algunos de los cuales revela a Pozuelo IN.
—A estas alturas de su vida, dígame, ¿cómo se siente?
Muy bien, a pesar de los achaques, yo sigo trabajando porque a mí lo que me divierte es escribir y hacer periodismo. He tenido la suerte, a lo largo de toda mi vida, de hacer lo que me ha gustado, por lo tanto en este momento me siento muy contento y feliz. Hay una situación política y social tanto en España como fuera de aquí muy interesante y me excita estar sobre ello.
—¿Se encuentra en forma, con el mismo nervio de siempre?
Sí, tengo un problema en la rodilla, pero por lo demás no me quejo. No falto un solo día al trabajo y sigo teniendo el mismo entusiasmo de siempre. Empecé con 14 años en la revista del Colegio El Pilar, luego dirigí la revista “Soy Pilarista” con 16 y hasta hoy, siempre quise ser periodista y llevo más de 70 años ejerciendo el periodismo. He tenido mucha suerte, una vida muy plena y satisfactoria.
—¿Qué es lo que más le atrajo del periodismo?
Siempre tuve el impulso de contar cosas, lo que había ocurrido. Esta es una profesión muy vocacional, como el sacerdocio o la medicina. Es una profesión apasionante en todos los sentidos.
—Usted pertenece a la vieja escuela del periodismo, ¿cómo asiste al cambio que ha dado este oficio? ¿Cómo ve el periodismo que se hace ahora?, que parece más vinculado a la empresa de turno, quizá más sectario.
Creo que la tecnología ha provocado muchos cambios en el periodismo. Desde Jordania recuerdo haber transmitido crónicas por sistema Morse, tardé una hora y pico en hacerlo. Ahora con un click ya está la noticia donde quieras. Pero creo que la profesión no ha cambiado, sigue siendo igual. Nosotros somos los administradores del derecho que tiene la gente a recibir información y nos tenemos que esforzar en hacerlo, contrastar las noticias y acercarnos lo más posible a la verdad de los hechos. También ejercemos el contrapoder, criticarlo cuando se equivoca y abusa y elogiarlo cuando acierta. El problema es que ahora hay mucho “curandero” en la profesión, por ejemplo, en la televisión se cuela mucha gente frívola sin la deontología profesional adecuada.
—Pero insisto, debido a estos “curanderos” de los que habla, ¿siente que hay cierta decadencia en los profesionales?
En todas las facetas y artes de la vida ha habido generaciones más o menos brillantes, ahora, quizá no pasamos por el mejor momento porque se ha metido gente en la profesión sin ser periodista de verdad.
—¿Cuál es la mayor emoción y decepción que la causado esta profesión?
Sería incapaz de dar una respuesta concreta. He tenido de todo, emociones y decepciones, siempre depende de un estado de ánimo.
—¿Considera que ahora hay mayor libertad de expresión para contar las cosas que pasan?
Hombre, más que en la época franquista, desde luego. Pero el momento de máxima libertad de expresión que yo he conocido ha sido entre 1975 y 1985, esos 10 años fueron fantásticos. Luego se fue desarrollando la democracia y los partidos políticos, sindicatos u organizaciones empresariales trataron de controlar a la profesión, pero el periodismo se defiende y ahora la gente está informada con seriedad, a pesar de todos los intereses creados alrededor del oficio. Hay periodistas extraordinarios que levantan grandes noticias constantemente, y la gente está razonablemente bien informada. Es que criticar es muy fácil y no me atrevo a hacerlo. Creo sinceramente creo que la profesión goza ahora de un gran esplendor.
—Pero no podrá negar que vivimos un imperio de una nueva moral casi dictatorial derivada de las formaciones políticas que nos gobiernan y que afecta a la información que llega a los ciudadanos.
Eso es verdad, existe algo parecido a lo que antes se llamaba el Frente Popular, que es una asociación de la izquierda con la extrema izquierda que resulta muy alarmante para mucha gente, pero, en fin, eso es la democracia. Lo que hay que hacer es introducir en el mercado informativo los elementos suficientes para que en las próximas elecciones se termine con esta situación. Debió haber ocurrido en las de julio, pero no fue así. Veremos qué sucede en el futuro. Es preciso reformar la ley electoral y que haya una doble vuelta en las elecciones. Hay que acabar con el poder inmenso que tienen los partidos minoritarios en caso de que nadie consiga una mayoría absoluta. Tuvimos una oportunidad con Ciudadanos, como partido bisagra, de evitar el poder de los independentistas, pero a Albert Rivera no le dio la gana de negociar y así estamos.
—Hablemos del papel de la monarquía. Usted formó parte importante del círculo de personas que se alinearon con don Juan de Borbón en su exilio en Estoril para su vuelta a España como rey. ¿Cómo vivió esa época?
Hubo un momento que incluso republicanos entendieron que la persona adecuada para instaurar la democracia en España era don Juan de Borbón, exiliado en Estoril. Y yo creí en eso y me acerqué a él porque don Juan era un personaje excepcional y me siento muy orgulloso de haber estado junto a él. Todos sentimos que había que instaurar una monarquía parlamentaria moderna, similar a la de los países nórdicos europeos, como Suecia o Dinamarca, por ejemplo, que son los países más desarrollados del mundo.
—¿Se sintió frustrado cuando Franco se decantó por Juan Carlos para asumir la corona de España?
No hablaría de frustración, sentí mucha tristeza, sí. En fin, pero siempre he creído que un sistema monárquico parlamentario es lo que más conviene a una sociedad. El papel del rey como Jefe de Estado, por tradición, y árbitro de todos los grupos políticos es lo ideal, y no un sistema republicano en el que el presidente pertenece al partido de turno. Yo no soy ni Juanista ni Juancarlista ni felipista ni nada de eso, yo soy, fundamentalmente, monárquico.
—¿Qué piensa de la trayectoria de Juan Carlos I y de su borrascoso desenlace?
A ver, Juan Carlos I es uno de los 4 grandes reyes de la historia de España, recogió una dictadura atroz y convirtió el país en una democracia pluralista plena. Devolvió la soberanía al pueblo español, eso hay que tenerlo en cuenta. Luego ocurrió lo que ocurrió, aunque todo eso está aún por analizar porque conozco el asunto y se han vertido muchas mentiras. No se le ha encontrado aún ningún indicio de delito, eso es público. Tuvo un problema con una “fulanita”, la Corina. Juan Carlos pensaba que estaba enamorada de él, hay que ver, a sus 70 años, pero la justicia británica le acaba de quitar la razón a la señorita.
—¿Y cómo ve el papel de Felipe VI?
Fenomenal, está muy bien aconsejado y ha tenido la sabiduría de darse cuenta de que la clave para que permanezca la monarquía es su utilidad como actor neutral. El Jefe del Estado debe ser neutral, no un miembro de ningún partido político, sea del color que sea. Don Felipe ha sido suficientemente inteligente para no salir en tromba a defender a su padre de todas las acusaciones y mantenerse neutral.
—Usted que tiene tanta información, dígame ¿llegaremos a saber alguna vez que había detrás del golpe del 23-F y del papel de Juan Carlos I?
Está todo muy analizado, pero mira, en el año 1980 ETA asesinó a más de 150 personas, de las cuales el 95 por ciento eran guardias civiles y militares. Había un ejército, que todavía tenía derivaciones franquistas, que no soportaba que eso ocurriera, y había un riesgo evidente de golpe de Estado. El clima social era terrible. El general Armada propuso un gobierno de salvación nacional hasta acabar con ETA y volver a la situación anterior. Y don Juan Carlos lo conocía, si, y, dentro de lo que cabe, le pareció bien. En ese gobierno había algunos socialistas, comunistas y otros del centro derecha. Y dos independientes, que éramos Carlos Ferrer Salat y yo mismo.
—¿Y por qué no fue adelante la cosa?
Porque Armada era un traidor y nos engañó a todos diciendo que iba a formar un gobierno de Salvación Nacional, empezando por Felipe González, que sería el vicepresidente. También estaba Javier Solana, Enrique Múgica, Garrigues, Santiago Carrillo…Yo iba a ser el Ministro de Información y me negué porque les dije que no iba a someter a censura a mis compañeros, otro ministerio quizá hubiera aceptado. Pero el hecho es que todo era mentira, lo que estaba preparando Armada era un gobierno absolutamente militar porque no soportaba que hubiera socialistas y comunistas en ese gobierno, y Tejero tampoco lo aceptó. Lo que quería en realidad es que triunfara el golpe y la restauración del franquismo, así de claro. Cuando el rey Juan Carlos se da cuenta es cuando decide parar el golpe. Y cuando quiera hablar Felipe González, que lo cuente todo, él guarda los secretos y sabe todo lo que hubo detrás porque era la clave política de la operación. Felipe sabe del 23-F mucho más que don Juan Carlos.
—Cambiando de tema, fue figura indiscutible del diario ABC, al que llega a dirigir a principios de los 80 y lo renueva totalmente, ¿cómo recuerda esa época?
Con un cariño infinito, pero lo importante era la cantidad de gente extraordinaria que me rodeaba, si no, no hubiera sido posible. ABC, con todos esos grandes periodistas y técnicos se convirtió en el faro del centro derecha español y de gran parte de la sociedad del momento. Luego pasó el tiempo yo emprendí otro camino profesional y llegaron los vascos e hicieron su periódico, un ABC que no tenía nada que ver con lo que fue históricamente ese periódico.
—Como estocada final, ¿cómo asiste al actual panorama político que nos toca sufrir?
El problema que tiene hoy la clase política española no es la corrupción, porque corrupción hay en todos los sitios, con todo lo lamentable que sea. Lo peor de la clase política española es la mediocridad, y eso no es fácil de solucionar. No tienen el menor nivel, ni siquiera saben hablar. Los políticos de hoy no han hecho nada, no han trabajado nunca, no han estado en una empresa, no han tenido ninguna responsabilidad. Es un grave problema la mediocridad asustante de los políticos. Haría una excepción con Isabel Díaz Ayuso, que lo hace muy bien, tiene gran envergadura política y, sobre todo, se deja conducir y tiene detrás a una gran figura como es Miguel Ángel Rodríguez. Ω
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