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SEPTIEMBRE DE 2023  /  ENTREVISTAS

RAPPEL: “A MI FAMILIA LE DOY MIEDO”

28-08-2023 9:04 a.m.

Por Germán Pose / Fotografía: Carlos Galeano.

Rafael Payá, más conocido como Rappel (Madrid, 1945), es un personaje único en la historia mágica de la España. Modisto, adivino, empresario, actor….Trabajó con Balenciaga y ha atendido, en su faceta de adivino, a personajes como Franco, La Pasionaria, Severo Ochoa, Dalí, Rocío Jurado o Carmen Sevilla, entre otros ilustres. Rappel conecta con Pozuelo IN en el restaurante El Buey, de Pozuelo de Alarcón, y nos desvela secretos increíbles pero reales de su viaje profesional y nos ofrece pistas sobre el tiempo que nos espera.

—Arranca septiembre, un nuevo curso, regresa la acción, tras unas elecciones con resultado incierto, dígame, Rappel, tirando de sus virtudes adivinatorias, ¿qué va a ser de nosotros?  

Mira, España, astrológicamente, es Sagitario, y tengo que decir que el Sagitario sale de todo y, además, airoso. La persona Sagitario puede pasar situaciones en su vida comprometidas, difíciles, por diversos motivos, pero al final sale airoso de todo y arrastra a todos hacia el bien. Así que, confiando en los planetas, España va a salir de todo, como siempre lo ha hecho. No olvidemos que sufrimos una cruenta Guerra Civil, que es lo peor que le puede pasar a un pueblo, la mayor desgracia, y salimos, y al poco tiempo España se recuperó y llegamos a ser uno de los países más importantes del mundo. España siempre resiste.

—Pues el extraño panorama político que vivimos no parece decir lo mismo.

Para mí, el resultado de las elecciones ha sido una sorpresa, no esperaba grandísimas diferencias, pero esta aparente igualdad entre Psoe y PP no me la esperaba. Lo que no entiendo es que, habiendo ganado el PP, el Psoe pueda asociarse con partidos que quieren romper y dividir España, como el del señor Puigdemont, y eso no lo han votado los electores socialistas, o los amigos de Eta, Bildu, es mi opinión.   

—Fallaron las grandes encuestas que daban una mayoría absoluta a PP y Vox, ¿sus predicciones de vidente también fallaron?

Yo veía que iba a ganar el PP con un margen para gobernar junto a Vox. Y soy apolítico total, porque en mi familia nunca se habló de política. Y en la Guerra Civil sufrimos un drama gravísimo. Luego, muchos años después de la guerra, me llamó Franco para echarle las cartas, y también me contactó La Pasionaria. Pero de eso hablamos dentro de un rato. 

—¿Y dígame, cómo ve nuestro futuro, blanco o negro?

Yo lo veo gris, fíjate. Tienen que tomarse en serio el progreso del país, se tienen que reunir los dos grandes partidos -PP y Psoe- pensando en el pueblo, y me temo que no lo van a hacer. Mi impresión es que se repetirán las elecciones. 

—Rappel ha sido modisto, empresario, vidente, actor…protagonista de la obra “El secuestro del adivino”. ¿Con cuál de esas actividades se queda más satisfecho?

Mi faceta de actor fue fantástica, impresionante, imprevisible, y me siento muy orgulloso del éxito que logramos en el Teatro Rialto, de la Gran Vía, gracias al director de “El rey león”, que fue quien escribió el libreto y me lo propuso. Y las críticas fueron magníficas, ya ves.  Como modisto y vidente tampoco me ha ido mal, pero nunca olvidaré mi debut como actor en esa obra. 


—A usted, más que adivino, siempre le gustó que le llamaran confidente.

Cuando me llamaban para acudir a mi consulta yo siempre les respondía dando las gracias y les comentaba que aquí, en mi casa, tenían a su confidente y amigo. Con lo que más disfruto es con el amor que me tiene la gente. Pero, sí, mi gran dedicación, ha sido la futurología y desde pequeñito ya empecé a desarrollar esas cualidades y me costó lo suyo. Los compañeros del colegio me decían: ¡qué, a mí me verás sobresaliente en matemáticas! Y lo les decía: ¡pues una mierda, te vas a conformar con un notable! Y así era, no le daban el sobresaliente. Y me insultaban. 

—¿Cuál fue su primera gran experiencia como adivino?

Yo sentía que tenía ese don, la intuición con la que podía ayudar a mucha gente. Mi primer contacto con la adivinación fue en la puerta del colegio de los jesuitas. En la puerta del colegio había “piperas”, que te vendían, barquillos, pipas, palulú, kikos, caramelos… cigarrillos sueltos.  Yo tenía 9 años, en mi casa teníamos dos sirvientas, madre e hija; Manolita era la hija y era la que nos cuidaba a mí y a mis dos hermanas. Y cuando me llevó al colegio por la tarde vi a Manolita que se sentaba con la pipera y le echaba las cartas o no sé qué. Y al salir del cole yo le pregunté: ¿qué es eso de que te echen las cartas. Y me dijo, ¡Uff, no sabes las cosas que me ha dicho! Esa gitana, la pipera, me lo adivina todo, de mi madre, de mis amigas, de mi novio…todo. Y yo pensaba que estaba loca. 

—Y usted se quedó con la mosca en la oreja.

¡Y tanto! Al día siguiente me planté frente a la pipera gitana y le dije: yo quiero que me adivine el futuro y esas cosas. Y ella me dijo que no, porque era un niño. Y yo le dije que sí, que era un niño pero tenía dinero, porque yo siempre tenía mi dinerillo en el bolsillo. Llevaba dos billetes de peseta y la gitana dudó, me dijo que no dijera nada en casa y que me sentara. Me senté frente a ella, sacó unas cartas de baraja española viejas y empezó a soltarme cosas. -Uy, en tu casa, vaya negocio que tiene tu familia, entra el dinero a espuertas! Y era verdad, mi padre llevaba muy bien el negocio textil y me impresionaron las cosas que me decía esa gitana. Y me interesé por la cartomancia.

—Entre tanto, en sus inicios de modisto con la empresa familiar tuvo contactos con los mejores, Balenciaga, uno de ellos.

Trabajé con Balenciaga, sí. Aprendí corte y confección con él. Trabajé Balenciaga en Madrid y en París, porque ese hombre era casi de mi familia, como hermano de mi abuelo. Años después me casé y empecé a desarrollar mi afición por echar las cartas. 

—¿Quiénes fueron sus maestros adivinos?

Tuve dos importantes, el Marqués de Araciel, de la alta sociedad de Madrid, que me enseño a echar el Tarot. Y También, José María Martínez Pardo, que era un pintor naif y echaba la baraja española. El primer día que le conocí yo tendría 15 años, me presenté a él y me dijo que era un niño, pero yo le dije que sabía echar las cartas. Se sorprendió y me retó: vale, tú me echas las cartas a mí y yo, a ti. Y no te voy a cobrar. Y yo le dije, tan pancho, ni yo a ti tampoco.

—¿Y qué ocurrió?

Pues que le eché las cartas y se puso a llorar. Me dijo: ¡pero niño, tú, tú…eres Dios! ¿Pero cómo puedes saber tanto sobre mi vida? Le dije que su madre había estado paralítica en una cama hasta que falleció y se quedó pasmado, porque era verdad. Luego fuimos muy amigos.

—Una de sus experiencias más escalofriantes como vidente tuvo que ver con un hijo suyo.

Sí, me casé, tuvimos un hija y un año después, nació el segundo, un niño precioso, ya teníamos la parejita. Y al día siguiente de nacer mi hijo, en la clínica del Rosario, estábamos en la habitación toda la familia. Y yo cogí en brazos al niño, le miré y mi suegra me dijo: Ay, que se te va a caer la baba. Y yo le dije, no lo que se me van a caer son 100 lágrimas. Me preguntaron por qué decía eso. Y yo les dije, con todo mi pesar, que ese niño se nos iba a morir antes de cumplir un año por un problema cerebral. Y, efectivamente, antes de cumplir el año el niño sufrió un derrame cerebral y se murió con once meses en el Hospital Clínico de Madrid. Y ahí es cuando me dije a mi mismo que ese don de la adivinación no era una broma. 


—No eso no son bromas, no. Otra vez llegó a decirle a una señora que su marido, piloto, se iba a matar en un avión.  

Sí, se lo dije, que iba a ser viuda en breve, y yo no sabía a qué se dedicaba el marido. Y ocurrió, el marido, que era el piloto, falleció en un avión que se estrelló en los años 80 en el monte Oiz, llegando al aeropuerto de Bilbao. En ese avión también viajaba un ilustre exministro de Franco, López Bravo, y también murió. Por cierto, la familia de López Bravo, con la que yo también tenía relación, cobró un montón de millones por ese suceso porque yo le había dicho semanas antes a López Bravo, que acudía a mi consulta, que se hiciera un seguro de vida porque veía que iba a tener un atentado o le iba a pasar algo grave. Y se hizo el seguro y ocurrió lo que ocurrió. Y la familia se forró por el seguro.

—Y más historias extraordinarias, por ejemplo, el día que fue al Palacio de El Pardo a echarle las cartas a Francisco Franco.

Sí, por nuestros contactos en la tienda del barrio de Salamanca, Nini Montián, la marquesa de Ampudia, quien fue amante de José Antonio Primo de Rivera y era como de la familia Franco e iba a comer todos los martes a El Pardo, me pidió que fuera a echarle las cartas a Franco.  

—¿Cómo fue ese encuentro con el general Franco?

Llegamos Niní y yo al Palacio de El Pardo y Franco me recibió vestido de militar y le dijo a Niní que nos dejara solos. Entonces Franco me condujo a su despacho privado, una estancia muy pequeña, no al despacho más grande donde despachaba sus asuntos oficiales. Era un sitio con las estanterías repletas de libros. Yo le pregunté qué quería saber y él me dijo que no le quedaba mucha vida, hablamos de la mitad de la década de los sesenta, y me dijo que sólo le interesaban sus nietos, porque, según me confesó, lo único que no quería ver era la muerte de un nieto. Y me preguntó por su nieta mayor, Carmen. Y yo eché las cartas y le dije que iba a tener una buena boda, por todo lo alto, pero añadí que, al menos, iba a tener dos o tres maridos. Y se impresionó. 

—¿Y por quién más preguntó?

Luego me preguntó por el nieto mayor, Fran. Y yo le dije que no era un niño normal, que estaba muy delicado de salud. Entonces Franco se levantó, corrió una cortina y me dijo: mira. Fui, miré y ví en el jardín a un niño de unos 7 años con una especie de andador. Resulta que ese niño tenía un problema de corazón y no podía jugar como todos los niños de su edad. Me preguntó si se iba a morir y yo le respondí que no, que superaría el problema y se moriría de mayor.  


—Entre otros personajes de relieve, también tuvo un contacto con Dolores Ibarruri, La Pasionaria, cuando regresa del exilio. ¿Cómo fue ese encuentro?

La Pasionaria era fan del programa que yo hacía en la Cadena Ser y me llamó. Me preguntó qué veía en ella y le leí las manos. Y le dije que tenía una mano muy rara donde yo veía una “R”. Le comenté que alguien muy querido por ella, con una “R” en su nombre se había muerto. Se puso a llorar, me cogió mi mano y me dijo que esa “R” era de su hijo Rubén, que había muerto en la Guerra Civil. 

—¿Son más mujeres que hombres las que han acudido a usted? ¿A qué lo achaca?

Porque la mujer es más lanzada y más valiente que el hombre. Los hombres tienen más pudor. 

—¿Se echa las cartas a usted mismo?

Yo no, me da miedo.    Ω

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