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Por Jesús Castells
El panorama laboral en España es desolador para los extremos de la pirámide de la experiencia. Los jóvenes no consiguen una oportunidad por falta de experiencia y nos la quitan a los que nos sobra saber hacer; a los “seniors”, así nos llaman ahora a los que tenemos más de 45 años. Estamos jodidos.
La población envejece a un ritmo vertiginoso. Las mujeres cada vez procrean más tarde, por lo que la edad fértil se reduce. Hemos perdido más de 4 millones de jóvenes en 20 años. El edadismo y el paro en mayores de cincuenta años no para de crecer. El sistema de pensiones está quebrado. - No siga leyendo si sufre de ansiedad -. Y es mentira, los que queden no tendrán que trabajar hasta los 75 años, sino hasta el día que les metan en la caja.
¿Para qué tantos años de formación, másteres, idiomas y cursos de especialización si todo nos conduce a una vida laboral cada vez más corta?
El modelo de trabajo ya ha cambiado, estudiar unas oposiciones y hacerse funcionario es la última moda para resistir el envite, un último intento de salvarse de la quema. ¿Un trabajo para toda la vida? ¿En qué momento veremos cómo se rompe también este bastión? ¿Será por decreto-ley o tal vez se tramitará amparada por la defensa del Estado con carácter de urgencia? La automatización ya está aquí para sustituirnos, ¿Será un robot el que nos despida enviándonos un WhatsApp? Si esperas que algún político lo solucione, espera sentado.
La rebelión en la granja podría ser una solución, pero nos falta valor y nos tienen muy ocupados enfrentándonos con temas absurdos. Ahora bien, llegará el día que nos hinchen tanto los cojones que explotemos. Quizá podríamos hacerles la guerra fría a esas empresas que excluyen a los seniors, una lista de Schindler o “Seniers”, o algo así.
Pero ¡Tranquilos! La cosa tiene remedio. Aquí cinco pequeños consejos de una cebra herida, así es como nos identifican a los trabajadores en peligro de exclusión y de los que uno se puede aprovechar fácilmente.
1 La solución pasa por estar dispuesto a hacer de todo y valer para todo. Ante esta precariedad y lo miserable que se está volviendo el mercado, lo mejor es aceptarlo y buscar el hueco, donde sea. Lo que hemos llamado siempre “buscarse la vida” para poder traer garbanzos a casa. Muchos ex-directivos hoy en día pilotan un Cabify por la ciudad, y no pasa nada.
2 Nos contratarán para una necesidad y una vez cubierta, “next” que diría mi hijo. El secreto es estar continuamente buscando trabajo, buscando proyectos, como un poseso. Tener siempre uno o varios en la recámara para poder pagar la hipoteca y las facturas, que esas sí que tienen un carácter recurrente. Paradójicamente, estos que mal contratan son los mismos que piden que pagues los impuestos, compres sus productos o te suscribas a sus servicios. Y una vez que te han suscrito, ya no hay Dios que se apee del carro.
3 El futuro del trabajo pasa por trabajar por proyectos, de forma discontinua, dejando atrás el ansiado y añorado contrato fijo. El modelo será lo más parecido al mercado de los pañuelos de celulosa que utilizamos para limpiarnos los mocos. Para desechar. Talento de usar y tirar. En marketing lo llaman “Talento de un solo uso”. Acostúmbrate.
4 Nunca dejar de aprender. Continuamente formándote en nuevas habilidades y competencias porque eso mejora tu empleabilidad.
5 Reír – Que, a pesar de todos los pesares, nunca te quiten la sonrisa. “Dientes, dientes” que diría Isabel Pantoja. Ω
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