Escucha el audio de este artículo:
Por Germán Pose
Dicen por ahí que la fe mueve montañas, tantas cosas se dicen por aquí y por allí. ¿Y para qué hay que mover montañas? Las montañas que se queden donde están y a la fe que le den, fantasía e ilusión de quien se engaña, pero la fe ahí se agarra y se cose a las entrañas.
La fe es ese clavo que arde a lo tonto al que se agarran las almas sedientas que no hallan fuente en que beber. Pero es lo que pasa en este mundo de fantasía tan cruel y desmedida, ay, que no tengo fe, la tenía pero se la llevó un bandido al que besé al revés, me dijo una vez una vecina. La fe, ay la fe, base de la religión que nos condena y nos asiste, ¡qué haríamos sin ella! La religión, re ligare, en su raíz latina y verdadera, o sea, esa ligazón con la vida que nos conecta con el universo estrellado.
Bendita la religión que salva y sana los espíritus heridos por las heridas de la vida, sangre de amor y de pasión, sin fe ni religión no sirve de nada la vida una vez muerto el amor. En la vida todo gira como una noria de verbena, ahora abajo, ahora arriba. Unos te abrazan y otros te aplastan y hay que tirar de magia y sabiduría para encontrar ese punto de fuga salvador.
Todo es cuestión de fe, qué se le va a hacer, y si no existiera ese latido divino tan inexpugnable y misterioso no pocos se matarían al sentirse tan desvalidos ante el poder perverso de la vida. Y a ese clavo ardiente de fe nos aferramos como corderitos de Norit, indefensos y aterrados, extraviados en un desierto de cielo oscuro sin luna. A esa fe condenamos nuestra vida, a la fe en una caricia, un deseo o un beso que aunque pase de largo como un tren suicida nunca se olvida. Cuestión de fe es esta vida. Ω
11-02-2024 5:27 p.m.
14-05-2023 9:16 a.m.
11-11-2020 12:52 p.m.
07-11-2017 3:58 p.m.
07-03-2017 6:05 p.m.
05-11-2016 9:42 p.m.
22-03-2015 10:46 a.m.
14-01-2015 10:36 a.m.
14-10-2014 9:42 a.m.