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Por Domingo Domené
Historiador
Si hubo alguna costumbre que marcase el destino de Pozuelo, esa fue la del veraneo de la burguesía en nuestro suelo. Los primeros testimonios se remontan a finales del siglo XVIII con el conde de Campomanes y sobre todo en la segunda mitad del XIX. Este auge vino a partir de 1861 cuando se inauguró el tramo de ferrocarril Madrid-El Escorial.
Entre quienes pasaban aquí el verano en esa segunda mitad del diecinueve estaba el torero Fernando Gómez García, de la dinastía torera de los Gallo. Su esposa era Gabriela Ortega Feria, una mujer hermosa de etnia gitana.
Tenían casa en Madrid y en Pozuelo (en la calle de la Iglesia, en lo que hoy son viviendas y salones parroquiales).
Aquí estaban durante los meses veraniegos sobre todo la madre que no acompañaba a su marido en los numerosos desplazamientos que tenía que hacer para torear.
Eran gente adinerada, mantenían buenas relaciones con los vecinos, pero sin que pudiera decirse que tales relaciones llegasen a la intimidad con ninguno de ellos; tanto es así que la mujer del torero era tratada como la “señá Grabriela” señal de un cierto respeto y un distanciamiento social.
A mediados de julio de 1882 la “señá Grabiela”, de veinte años de edad, dio a luz un niño. El recién nacido y su madre fueron trasladados a Madrid ese mismo día en un coche de caballos al objeto de que el niño fuera acristianado e inscrito como nacido en la capital. Posiblemente el padre pensase que si en el futuro el recién nacido siguiera el mismo camino que él, no sería lo mismo decir el “torero madrileño” que “el torero pozuelero”. En los libros se dice que el niño fue bautizado en la iglesia de San Sebastián con el nombre de Rafael e inscrito en el Registro Civil con los apellidos Gómez Ortega, nacido el 16 de julio.
Se dice también que cuando la “señá Grabiela” se recuperó los padres de Rafaelito regresaron a Pozuelo y dieron una fiesta a base de baile y cante flamenco que duró dos días.
Rafael Gómez Ortega vivió en Pozuelo hasta que tuvo cinco años. Entonces sus padres decidieron trasladarse definitivamente a Madrid; pero los vecinos de Pozuelo no olvidaron a su circunstancial paisano y siguieron su vida y milagros día a día. Así, cuando ya el famoso torero rompió sus relaciones con Pastora Imperio aquí se dijo que ello fue debido a que ambos eran hermanos de padre, ella fruto de los amoríos adúlteros de Fernando el Gallo, padre de Rafael, circunstancia que tanto Rafael como Pastora desconocían hasta el momento de su ruptura. ¿Leyenda? ¿Habladurías?
Todo puede y no puede ser. Algo que puede darle una cierta verosimilitud a ese parentesco es que la madre de Pastora estaba casada con un sastre de toreros y puede que esa circunstancia facilitase la relación adúltera. Ω
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