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Por Germán Pose / Fotografía Pozuelo IN.
Carmen Mera (Bornos, Cádiz. 1953), es la profesora más veterana de Pozuelo de Alarcón, aunque se acaba de jubilar a los 70 años, a su pesar. Ahora que el Instituto Gerardo Diego, de Pozuelo, cumple este año su 50 aniversario Carmen estuvo dando clases en ese centro durante más de 30 años. Y en la sede de Pozuelo IN nos cuenta la historia de vida de una maestra apasionada.
—Casi medio siglo en las aulas, ¿cómo define su experiencia de maestra en todo este tiempo?
Muy positiva, es una de las cosas que tengo que agradecer a la vida. Es una profesión que al principio no pensaba en ejercer porque en mi casa no había antecedentes de este tipo ni influencias, pero ser maestra es uno de los grandes premios que me ha dado la vida.
—Estudió Filología hispánica y después se lanzó a la docencia.
Sí, hice las prácticas en el Instituto Herrera Oria y en la Autónoma mi profesor fue Fernando Lázaro Carreter, fui de la primera promoción de esa Universidad de CantoBlanco.
—¿Cómo crees que ha cambiado la forma de enseñar desde que comenzaste en este oficio?
A ver, creo que los chavales eran mucho más maduros antes, cuando yo empecé. También éramos nosotros más exigentes de lo que ocurre ahora.
—Ahora parece que se han invertido los valores, nosotros los chicos de antes teníamos un respeto reverencial hacia los maestros que ya no se lleva, no?
Sí, se ha perdido todo eso. Cuando era niña si alguna vez te decían que tenía que hablar tu madre o tu padre con un profesor era aterrador. Ahora los chicos están extremadamente protegidos y eso les hace madurar más tarde.
—¿Dónde reside la educación, en la escuela o en la familia?
Yo siempre lo digo, acerca de los valores, el ser generoso, el ser tolerante, respetuoso, sacrificado...ahora los niños no digieren la frustración. Se lo dan todo hecho, y esos valores se maman en la familia y en la escuela se aportan conocimientos y cultura, y sensibilidad. Yo les he dicho a mis alumnos que la vida no es un parque de atracciones, hay momentos dichosos y otros que no lo son, y hay que jugar con eso. Y aburrirse es muy sano, parece que ahora los niños no se pueden aburrir.
—¿Cómo recuerda las primeras clases que dio?
Bueno, mi primer destino fue Getafe, a mis 24 años, tras aprobar las oposiciones, en el colegio Puch Adam, Recuerdo que en una de mis primeras clases yo hablaba de los signos de puntuación, yo hablaba de la raya, y un niño me replicó y me dijo, no se dice raya se dice guión. ¡Hay que ver! Y yo le dije, pues no, se dice raya y guión, ¿te parece bien?.
—Durante tu vida de docente has sufrido y vivido muchos planes de educación, ¿con cuál te quedas?
No sabría decirte. El bachillerato que yo hice fue magnífico, los profesores eran muy buenos y aprendimos mucho. Ahora se está confundiendo todo. Había otro nivel de exigencia y prevalecía el mérito.
—Ahora los alumnos pueden pasar de curso incluso suspendiendo, ¿cómo lo ves?
Muy mal, eso es llevar al alumno al fracaso. A quien se le ha ocurrido eso es todo un inútil. He pensado muchas veces que los que elaboraban estas leyes no se habían metido en un aula jamás, eso es cierto. Y nunca se nos ha preguntado a los docentes qué pensamos de estos cambios, la cosa no va bien. Hay que exigir a los niños un poco más porque si no les preparas para eso les estás engañando porque la vida es muy dura.
—Eres profesora de Lengua y Literatura, ¿los niños leen menos ahora?
Leen menos, bueno, nosotros les obligamos a leer 5 0 6 libros cada curso. Yo siempre he procurado mandarles libros que les excite el hábito de la lectura. Y a la hora del examen cuando un niño me decía: es el primer libro que me ha gustado, me daba un subidón.
—¿Cómo crees que han afectado las nuevas tecnologías al nivel de educación de los chicos?
Son tan válidas como peligrosas. Y se utilizan muy mal. En mi época de estudiante no lo teníamos, y nos buscábamos la vida para obtener conocimientos e información, en las bibliotecas o hemerotecas, no sé. Ahora, sin levantarse de la silla acuden a wikipedia y ahí lo tienen todo, pero no hay esfuerzo ni espíritu de búsqueda.
—¿Qué sientes cuando ahora en algunas zonas de España, como Cataluña, se relega la enseñanza del español?
Me siento fatal. Mi hija vive en Barcelona, y mis nietos, y no puedo soportar que en la catedral de Barcelona haya información en inglés, francés, catalán, alemán, y en español nada, ¿pero eso qué es? El español es la segunda lengua, idioma que se habla en el mundo, ¿qué están haciendo estos? Hay muchos catalanes bien formados, universitarios, profesionales que no saben hablar español, eso es ridículo.
—¿Cómo influye una buena educación en el desarrollo de la vida de un chico?
Totalmente. Una buena educación y formación es esencial para el viaje de una vida. Hay oficios que se desprecian y son absolutamente necesarios para convivir. Es precisa una formación emocional, educativa y por supuesto, técnica. Sea arreglar un coche, una obra de albañilería o cocinar una paella. Y el respeto y la buena educación.
—¿Cuál es tu experiencia en la instrucción de adolescentes?
A mi me gustan porque aunque ellos se crean muy mayores siguen siendo niños, y con la experiencia yo les he estado muchas bromas, por mi carácter guasón. Son muy traviesos, como he dicho, poco maduros, es delicado, pero divertido.
—¿Qué consejo como maestra y madre les dabas a tus hijos en casa?
(Ríe),. Bueno mi hija ha sido buena estudiante pero como adolescente...telita. , y mi hijo, al revés, peor estudiante pero más dócil. En fin, pero yo siempre les he inculcado el trabajo, el respeto, el sacrificio, teniendo en cuenta que me quedé viuda con 40 años y tenía que llevar todo hacia adelante.
—Tienes 70 años, te pudiste haber jubilado hace años, ¿por qué no lo hiciste?
Porque no quería y me gustaba lo que hacía, porque vivo muy cerca del Gerardo Diego, me entusiasma la educación y también me interesaba económicamente,
—Este año, en octubre el Instituto Gerardo diego cumple su 50 aniversario, usted estuvo dando clases ahí más de 30, ¿cuál ha sido su experiencia?
Maravillosa, no puedo decir otra cosa. Tengo amigos profesores que ejercen en otras zonas de Madrid y me relatan barbaridades, yo puedo decir que en Pozuelo, en el Gerardo Diego no he tenido esos problemas. Son chicos bastante cabales, a pesar de su adolescencia, que ya pasarán. Se nota en el respeto y la educación, Pozuelo es distinto.
—¿Qué sentiste el día que terminabas tu carrera, tu última clase?
45 años es toda una vida, imagínate, terminar fue para mí todo un shock. Todo el mundo me decía, hala, qué bien, ya estás jubilada, puedes hacer lo que quieras. Pues no, eso no es verdad, porque yo necesito para vivir cada día algo más que hacer Pilates, clases de pintura o dar paseos. Sí, echo de menos ir cada día a clase. Eso es insustituible.
—¿Cómo definirías el oficio de maestro?
Es el más importante del mundo. Un médico salva vidas, un arquitecto construye casas, un científico investiga, un actor interpreta...pero antes, detrás de todos sus conocimientos han tenido que tener un maestro que les enseñara y agitará sus cualidades. Si no hubiera un maestro no existirían los demás oficios. Me siento muy orgullosa de haber ejercido esta profesión, de verdad. Ω
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