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OCTUBRE 2018  /  ENTREVISTAS

JUAN ECHANOVE

09-10-2018 7:25 p.m.

“Sólo ahora empiezo a ser el actor que quiero ser”
Por Katy Mikhailova
Imagen Ricardo Rubio

Viaje por lo profundo y mundano, por lo ético y artístico, la infancia y la madurez, la inteligencia y la estupidez con uno de los actores españoles más admirados, que cuenta con 2  Goya, 3 Fotogramas; que ha trabajado con directores como Pedro Almodóvar, Rubén Trueba, entre otros muchos; y que ha participado en más de 30 películas, decenas de series de televisión y ha grabado discos con artistas como Ana Belén, Miguel Ríos, Manolo Tena, Sabina, Serrat...

Su infancia sabía a barra de regaliz. De esas que ya no quedan. Regaliz negro. “Nos los daban en el colegio de curas al que iba cuando sacábamos buenas notas”, recuerda. Juan se consideraba buen estudiante aunque estaba rodeado de una pandilla de amigos cuyas trastadas eran legendarias: “nada grave, esconder las llaves del armario de los exámenes para evitarlos”. Sí. Lo típico. Todos los sábados iban al cine, de donde le viene la motivación interpretativa.

Juan Echanove es así. Nació en Madrid. Padre de un hijo. Actor, cantante, director, escritor, y, ¡por qué no!, una alma viva en continuo aprendizaje. Desprende carácter, una total ausencia de complejos y respeto.

En la entrada del Hotel ‘Las Letras Gran Vía’ le esperan Ricardo Rubio para la sesión de fotos y su amigo Germán Pose. Mientras tanto, leo y leo decenas de artículos sobre su biografía. Interminable. ¡Qué preguntarle, si ya todo lo ha dicho!

Con una amnesia forzada sobre su salida abrupta de la histórica serie de ‘Cuéntame’ de TVE (para mí Juan Echanove siempre va a ser Miguelón), se sienta en una mesa a mi lado. A escasos metros, dos turistas, madre e hija, recién aterrizadas de Puerto Rico, le atosigan con preguntas y selfies. Él se mantiene amable, educado y sonriente. Respeta y aprecia a sus seguidores, entre los cuales me incluyo.

“¡Vaya hermana que tienes!” es lo primero que me excala. “La conocí hace unas semanas en Campo de Criptana y es alucinante cómo toca”, prosigue. Yo sonrío. “Me tenéis que contar qué os daban de desayunar vuestros padres para ser tan altas”, añade. A lo que no dudo en bromear con que subirse en tacones de 12 centímetros es muy fácil.

Entonces Carmen se acerca a la mesa y le comenta sobre ese bronceado que lleva (seguramente a consecuencia del sol levantino de Valencia). Juan entabla una conversación amigable y amena. Es divertido. Políticamente incorrecto. Feliz. Artista. Genio. Colchonero. Español. Sabe disfrutar. Hasta de las entrevistas más absurdas.

La infancia del regaliz, las trastadas y muchas risas
El valor de los valores que ha heredado de lo aprendido en aquellos años felices en su familia es la honestidad y el trabajo. Dos conceptos que aplica en su día a día, tanto en lo profesional como en lo personal. ¿El amor? Una necesidad básica. Tema que desarrollamos más adelante.

Su padre, ingeniero de profesión, le insistía en que sociabilizara más con sus compañeros: “‘haz amigos’, me decía. A mí me gustaba quedarme en casa y ver la televisión”. Aunque no se imaginaba apareciendo en ella.

Juan es sencillo, campechano, sin ninguna pretensión, seguro de sí mismo y un hombre que conoce el precio del éxito y el trabajo que hay detrás. Responde a todo. Pero de ‘Cuéntame’ no se acuerda. No. Nada. Cero. “No recuerdo nada. ¿De qué me hablas?”, afirma en un cálido tono un  cálido día de verano en donde las obras y los estragos de la Gran Vía genera tanto ruido como el que (seguramente) pervive en el interior de la existencia de mi protagonista. Ruido que en 40 minutos he tratado de descubrir, descifrar y traducir.

Echanove empezó estudiando la carrera de Derecho. Un intento fallido (¡o quizá no!), que abandonó al segundo año de carrera. “Estaba en la facultad de la Complutense. Pero en el bar. Era donde pasaba gran parte del tiempo”, confiesa. Los talentos auténtico se deben de aburrir con las leyes. Supongo.

Entonces, mientras debatimos estos temas, Carmen no duda en cuesitonar, con total espontaneidad (ella, tan aficionada a las partidas con otro pozuelero como José Mercé), : “¿te gusta el mus?”. “Me aburren las cartas. En un casino duraría poco”, contesta. Eso sí: no perdona una sóla lotería. “Mi sueño es aparecer en el informativo con una botella de cava celebrando que me ha tocado ‘el Gordo’”, afirma con desparpajo.

Habla con un especial cariño de su padre. De su familia en general. “Mi padre se dejaba la vida por trabajar y sacarnos adelante. En los últimos 15 años empezó a llevarme mis asuntos personales. Creo que han sido sus mejores años”. Y es que, a pesar de que inicialmente no entendiera la profesión de su hijo (algo lógico en la mentalidad española de entonces), la oportunidad de conocer desde dentro la vida laboral y artística de su hijo le ha permitido conectar con la verdadera esencia de la interpretación y de un Juan Echanove que terminó llenando teatros y emocionando a miles y miles de españoles en la pequeña pantalla.

40 años interpretando la vida y una carrera en continuo crecimiento
Sí. Yo también crecí con Carlitos, el hijo pequeño de los Alcántara. Cuando en la serie Carlitos tenía 7-8 años, yo debía de tener unos 10. He devorado esos casi 20 años de Cuéntame, esos 200 capítulos. Y he reído y llorado con Miguelón y su historia con Paquita, sus trifulcas con su hermano Antonio, su fracaso con un matrimonio con una mujer francesa, su no-entendimiento con la hija, las mellizas fruto de una pasión con una sobrina de la mujer de su hermano a la que le doblaba la edad, el ‘matamulas’, su experiencia de taxista, su sueño hecho realidad con el Bistrot, y su obsesión con el Atleti y la filosofía comunista llevada a la defensa máxima en un momento en el que España pasaba del Franquismo a ser gobernada por UCD para terminar en manos de un Felipe González (sí, 20 años en una serie que ha marcado hitos). Sólo los adictos a la serie podemos analizar tanto en tan poco. Aun no hemos asumido que mataran a Miguel Alcántara.

Sin embargo, Echanove ya era reconocido en el sector mucho antes de esta serie. Su primer contrato como artista lo firmó con 17 años. Hoy, con orgullo, afirma llevar 40 años dedicándose a la interpretación. Algo que no todos pueden decir. Recuerda con especial cariño la primera compañía en la que terminó trabajando aun sin cumplir siquiera las 20 primaveras.

Sobre la típica pregunta de si teatro, cine o televisión, Juan asegura “ser actor” sin más. “Da igual qué género”, porque un actor se adapta a todo. Considera que es un “mito” ser actor de teatro o sólo de cine.

Empezó en la interpretación para ganarse la vida. Y después de décadas dedicándose a esto, cuenta con un sinfín de repartos en el cine,  teatro, la televisión, la música... Una carrera digna de admirar. El éxito lo ha “encajado” gracias a los amigos y a la familia, tal como explica.

De miedos, amores, artes y goles
Cree en las Casualidades. No en el destino. La lotería podría ser una ley de vida. Pero la suerte sale a buscarla. No cree en Dios, aunque lo respeta. Defiende una teoría antropocentrista. Es feliz. Y se nota.

—¿Con qué llenas tu existencia?
Con la música. La poesía. La literatura. La amistad.

—Y el vino. Beber vino es beber el pasado. ¿Cuándo lo descubres?
Antes que la gastronomía. Recuerdo cómo con 7 años mi abuela paterna, que era de Bilbao, trajo un vino que a fecha de hoy es para mí el que más me gusta: Viña Ardanza. Mi madre, al ver aquello, dijo “¡qué horror! No le déis al niño vino”. Y mi padre le contestó: “Ángeles, deja que se tome una copa”. Me he recorrido casi 30 veces España entera yendo de gira y conociendo así nuestra gastronomía y los vinos. Y celebro el progreso del país en torno a la gastro.

—Pareces feliz. ¿Lo eres?
Sí. Pero ser feliz continuamente es lo más cercano a ser tonto.

—¿De qué color pintarías la felicidad?
De blanco.

—Y la infelicidad, ¿dónde?
La encuentro en lo negro de la vida. Aunque me parece una falta de elegancia manifestar la infelicidad. Hay un hecho curioso que me genera una soledad inmensa. Hay una hora determinada de una luz en el sol de invierno, a eso de 4 de la tarde, que me genera cierta tristeza.

—Confiésame algo frívolo que abunde en tu vida…
(Juan piensa). Me gusta disfrutar. Beber. Reír. Gilipolleces diversas. Pero no sé si es algo frívolo.

—¿Miedos?
A la enfermedad y a la cárcel. La muerte me produce vértigo. Curiosamente son los mismo miedos del siglo de Oro. La cárcel le puede tocar a cualquiera. Un día sales con tu coche y atropellas sin querer a alguien…

—¿Un enemigo metafórico?
La soberbia. No hay nada peor que creerte que eres uno.

—¿Te falta algo?
Todo por hacer. Todos los días me levanto estudiando, leyendo… Aunque sólo ahora comienzo a ser el actor que quiero ser.

—¿Reflexionas sobre el paso del tiempo?
No me interesa el pasado. Me enfoco más al futuro. Tengo mucho trabajo por delante. De hecho tengo programada mi vida profesional para los próximos 5 años.

—¡Qué maravilla! Uno de tus últimos espectáculos es un homenaje a Lorca. Yo tuve la oportunidad de verlo en el Festival Internacional Ciudad de Úbeda este mes de junio…
Me ofrecieron hacer un recital con piano. Y a mí eso me sabía a poco. Así que inventé una puesta de escena. Me fascina la música contemporánea y la romántica. No sé leer música pero la entiendo a través de la interpretación.

—¿Y la belleza?
Es luz. La palabra cuando se eleva a un grado de belleza se eleva a poesía.

—Me encanta esa frase. Te has casado recientemente. ¿Qué teoría tienes del amor?
Es un bien de primera necesidad. Pero un bien muy escaso que cuando lo encuentras tienes que cuidarlo. El único pecado es no atender a ese amor.

—¿Hay belleza en el amor?
El amor no es bello por sí mismo.

—Yo sí creo que el amor es belleza…
Federico García Lorca escribió “no me importan las discusiones sobre el amor y el teatro. A mí lo que me interesa es amar”.

—Aprecio belleza hasta en el fútbol.
Porque eres del Madrid (Juan ríe).

—¿Cómo se vive la vida sin Champions?
Me da igual. Soy del Atleti desde los 6 años. Mi padrino me llevó al Calderón a un partido entre el Atlético de Madrid y el Betis. Me gusta el Atleti pero el fútbol me parece demasiado largo.

—¿90 minutos te parece mucho?
(Juan vuelve a reir). De hecho, el formato de teatro perfecto es de hora y media.

—Cultivas diversas artes. ¿Qué es para ti el arte?
Es la capacidad de sublimar estados humanos y elevarlos hasta el infinito. Y es lo único que provoca la reflexión.

—Como los goles de Cristiano…
Un gol de Ronaldo no es ni artesanía.

—El fútbol es arte en tanto en cuanto, siguiendo tu teoría, se sublima el estado humano y se eleva hasta el infinito. Con el gol de Ramos con ‘la Décima’ lloramos, vibramos, gritamos, vivimos…
El fútbol es habilidad.

—Está bien. Dejemos el fútbol a un lado. ¿Te duele España?
Sí. Y me duele la corrupción. Y si no te duele la corrupción es que también eres un corrupto. La corrupción es el principal cáncer del país junto con el paro.

—¿Cómo ves el actual Gobierno que la ciudadanía española no ha elegido?
Lo veo muy esperanzador. Pero hay que ver cómo avanza. Yo ya no creo a priori en nadie. Quiero ver hechos.

—¿Qué puedes aportar a la sociedad?
Desde el arte podemos transformar la sociedad. Y ser artista no me exime de pagar impuestos. Nuestra misión es observar la sociedad y mostrarla en el escenario.   Ω