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Por Domingo Domené / Historiador
En la Edad Media surgieron los señoríos, tierras sometidas a la autoridad y/o uso exclusivo de un señor. Los señoríos podían ser seculares (solariegos, behetrías) y eclesiásticos (diocesanos, de abadengo, de órdenes militares). Lo que aquí y ahora nos importa dejar bien claro es que las propiedades de los señoríos no podían ser vendidas o lo que es lo mismo estaban muertas o amortizadas para el mercado (por eso se llamaban bienes de “manos muertas”; la adquisición de nuevas tierras por un señorío se conoció como amortización) por lo que pasaban por herencia (de padres a hijos) o por elección (las behetrías) de un señor a otro o de una jerarquía religiosa a su sucesora.
Las revoluciones liberales, iniciadas en Francia con la llamada Revolución Francesa, pusieron fin a los señoríos. Es decir: las revoluciones liberales pusieron fin a la herencia de los cargos y a la prohibición de enajenar los bienes de “manos muertas” que por ello se llamó desamortización.
Las desamortizaciones
En España la primera desamortización se produjo a finales del siglo XVIII con la mal llamada Desamortización de Godoy, y decimos mal llamada porque se decretó en septiembre de 1798 y hacía seis meses que Godoy había dejado el gobierno.
El objetivo de esa desamortización era luchar contra el déficit que había causado la guerra contra la Convención Francesa (1793-1795 iniciada por Godoy) y otra aún mayor con Gran Bretaña en 1796 porque la armada británica casi consiguió cortar las comunicaciones de España con sus colonias americanas de donde procedían la mayor parte de los ingresos de la Hacienda Real: metales preciosos y derechos aduaneros, sobre todo. Fueron desamortizados los bienes de los colegios mayores, y los de los jesuitas, expulsados treinta años antes, que aún no se hubieran vendido y los de las instituciones eclesiásticas de carácter benéfico.
La abolición general del régimen señorial -y por lo tanto de las amortizaciones- se inició (12 de marzo de 1812) en las Cortes de Cádiz y casi se culminó por el llamado decreto de Mendizábal el 19 de febrero de 1836 para la totalidad de las propiedades de la iglesia y la Ley Madoz (1 de mayo de 1855) llamada desamortización general porque se desamortizaban, se podían vender, tanto los bienes eclesiásticos que aún no se hubieran vendido como los civiles y en forma especial los llamados bienes comunales (los explotados por todos los vecinos) y los de propios (los que se podían arrendar a cualquiera) de los ayuntamientos(1).
Como ni en Pozuelo ni en Húmera había gente adinerada la mayor parte de las tierras desamortizadas fue adquirida por gente de la burguesía que no residía en nuestro municipio. Por ejemplo: en esas etapas iniciales de la desamortización aquí adquirieron propiedades el general Castaños, vencedor en Bailén o la baronesa viuda de Eroles, propietaria de la Quinta de Somosaguas, luego traspasada a O'Donnell y al marqués de Larios.
Pero también adquirieron fincas más pequeñas numerosos burgueses que establecieron aquí segundas residencias u hoteles (chalets diríamos hoy) donde pasaban el verano o las épocas de buen tiempo.
El barrio de la Estación
Mas, el mayor crecimiento de Pozuelo se produjo a partir de 1861, año en el que se terminó de construir el tramo de ferrocarril Madrid a El Escorial, que pasa por Pozuelo. Fue entonces, porque merced al ferrocarril era fácil la comunicación de nuestra villa con la villa de Madrid, cuando bastantes madrileños ricos que habían comprado solares construyeron los llamados entonces hoteles (hoy chalés) que dieron lugar a un nuevo barrio (llamado colonia): el de la Estación. En la estación había coches de caballos con una función similar a la de los taxis de hoy: traer o llevar a los viajeros a sus respectivas viviendas.
En el nuevo barrio de la estación, situado en torno a la también nueva carretera de la estación el pueblo, construyeron su hotelito don Mariano Fernández Maldonado (famoso actor cómico); don Rafael Cabezas, suntuoso, que albergó al primer obispo de Madrid, monseñor Martínez Izquierdo, cuando llegó a Pozuelo procedente de Ávila y que fue el lugar de la nueva diócesis donde puso sus pies; don Vicente Barrantes Maldonado (Badajoz, 1829-Pozuelo,1898) docto académico extremeño que hospedó al cardenal Ceferino González, filósofo, arzobispo de Sevilla y Toledo, primado de España; los señores de Sepúlveda, Enrique y Ricardo, escritores; el teniente general Ros de Olano marqués de Guad-el-Jelu, creador del famoso gorro militar que tanto se prodiga en las crucigramas.
En Húmera destacaba el del marqués de Roncali que tenía jardín-estufa (invernadero), huertas, pajarera y hasta alumbrado de gas. También pasaba temporadas aquí el gran escritor que fue don Benito Pérez Galdós.
La desamortización final
Dos años después, 1863, bajo la presidencia del gobierno del marqués de Miraflores se reactivó la llamada desamortización civil o de Madoz. Fue en ese momento cuando se vendió la mayor parte de las tierras que eran propiedad del ayuntamiento.
Entre los terrenos del común estaba la dehesa boyal (hoy se llama monte del Pilar), donde pastaba el ganado vacuno dedicado a labores agrícolas, cuya propiedad era compartida con Majadahonda y Aravaca aunque Pozuelo era dueño de más del cincuenta por ciento. Esa dehesa era frecuentemente un cazadero real que como tal estaba muy bien cuidado y vigilado; tanto, que según el catastro de Ensenada (1754) nuestro concejo pagaba mil cuatrocientos cuarenta reales a “un empleado en la caza de Su Majestad” (el doble que al maestro de primeras letras, 720 reales, y más que al médico, 1100 reales).
La mayor parte de las tierras fueron adquiridas por personas absentistas, por personas que no tenían nada que ver con Pozuelo, que nunca vivieron ni se sintieron unidos a nuestra villa y que, salvo en papeles como éste, aquí nadie recuerda. Entre ellas estaba don José Navarro López quien compró la parte de la dehesa boyal de Pozuelo conocida como La Escorzonera por la abundancia de esa planta en aquella tierra. Medía unas 400 hectáreas (a don José Navarro se la escrituró con 560 fanegas y 7 celemines), era abundante en pastos y leña, y caza; en el centro tenía un palacio. Ese palacio parece ser que había sido construido el año 1785 por Ventura Rodríguez, posiblemente para acoger a quienes acudieran a distraerse en el cazadero real. No sabemos cuándo, pero el palacio fue destruido. Hoy sólo permanece en pie la fuente que había junto a él, próxima a la confluencia de los arroyos del Cansino y del Bardagueral. Parece ser que dicha fuente también era obra de Ventura Rodríguez. Siguió siendo propiedad del ayuntamiento porque era un lugar donde en el buen tiempo iba la gente de paseo.
El señor Navarro López, un especulador, no estaba interesado en mantener la propiedad de La Escorzonera, la puso en venta y la compró don Segismundo Moret.
Don Segismundo Moret (quien años después fue presidente del gobierno del Reino de España en tres ocasiones y con más aciertos que errores) tenía treinta años recién cumplidos, llevaba cinco como catedrático de Hacienda en la Universidad Central de Madrid. Acababa de ser elegido diputado independiente cuando compró La Escorzonera, incluida la fuente. ¿De dónde sacó el profesor Moret el dinero para comprarla? Porque es evidente que a su edad y con una profesión que nunca ha estado bien pagada no podía tener tanto dinero. Pudo ser que se lo diera su familia, residente en Cádiz, y que comerciaba con Inglaterra, aunque resulta más lógico pensar que se lo diera su suegro don Gaspar de Remisa, primer marqués de Remisa, banquero que había tenido negocios con los Muñoz (familia del segundo marido de María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII) con uno de los cuales había casado su hija mayor. Otra hija Concepción Remisa y Rafo era la esposa del catedrático don Segismundo Moret.
La colonia de La Paz
Un poco más tarde surgió la Colonia de la Paz. Se iniciaba en el camino de Pozuelo hacia Boadilla que la separaba de la Huerta Grande o casa del conde de Campomanes. En la recién nacida colonia establecieron su segunda residencia notables personajes atraídos por la tranquilidad del barrio y la calidad de sus aguas. En ella, en etapas bastante posteriores al nacimiento del barrio de la estación, levantaron sus hoteles (algunos ya en el siglo XX) algunos personajes notables como fueron don Antonio Becerril Lagarda, don Felipe Clemente de Diego, doña Mercedes de la Cardiniere.
Antonio Becerril y Lagarda (1870-1934) fue abogado del estado e incluso ministro de Hacienda de forma interina. Construyó su chalet en un terreno heredado de su madre. Allí acudía con su esposa y sus cuatro hijos, dos de los cuales heredaron de su padre el amor e interés por Pozuelo. Estos fueron Enrique, el mayor que levantó una vivienda, a la que llamó Cuatro Pinos, a medio camino entre el pueblo y la estación (fue el padre de Soledad Becerril, defensora del pueblo entre 1212 y 1217); y Juan, quien heredó la casa del padre. Esta casa o villa de recreo de don Antonio Becerril aún existe, pero está semiderruida y okupada. Don Antonio estuvo muy vinculado a la vida de Pozuelo y una de sus obras fue la creación de un círculo recreativo conocido como el Casino, en la acera de los números impares de la calle que hoy lleva su nombre, donde la burguesía de Pozuelo se recreaba.
Don Felipe Clemente de Diego tenía su segunda vivienda en la calle que hoy se llama Méndez Núñez (1866-1945). Fue presidente del Tribunal Supremo y de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. También perteneció a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Cuando falleció, su viuda esposa adquirió un pequeño terreno frente a su casa en la actual calle Méndez Núñez, lo convirtió en jardín público y en él colocó un busto de don Felipe sobre un pedestal. Aún se conserva esa muestra de amor conyugal.
Doña Mercedes de la Cadiniere y Bobadilla (1895-1971) era hija de padre francés y madre española. Casó con un banquero. Vivió un muy diversos lugares, pero se enamoró de Pozuelo, compró un chalet al que llamó Los Hortales. Y decidió vivir el resto de sus días en nuestra villa e incluso ser enterrada en ella cuando falleciera. Años después el ayuntamiento dio su nombre a la calle donde vivió. . Ω
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(1). Hasta fecha tan relativamente lejana como fue el año 1924 no terminó la desamortización de los bienes municipales (Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo).
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