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“El toreo te hace madurar antes de tiempo”
Por Germán Pose / Imágenes: Ricardo Rubio -
—Llegó a Pozuelo siendo casi un bebé y aquí se ha criado, ¿cuándo escucha la llamada del toreo?
Mi abuelo y mi madre son sevillanos y siempre han sido muy aficionados. Mis primeros recuerdos son de “chico” disfrazado de torero. Nací con esa afición, no tengo ningún antecedente familiar que se haya dedicado a la tauromaquia. Y nunca supe por donde empezar, no tenía contactos ni nadie que estuviera relacionado con este mundo. Siempre quise apuntarme a la Escuela Taurina pero mis padres me daban largas con la esperanza de que se escapara la idea. Ya, en Tercero de la ESO, con 15 años, tomé la decisión y planté cara: ¡Me voy a apuntar a la Escuela! -les comenté a mis padres. Les dije que, por supuesto, seguiría con mis estudios pero que no pensaba hacer el bachillerato sin poder aprender a ser torero.
—¿Cuál era la relación con sus amigos y compañeros de Pozuelo siendo usted un niño torero?
De pequeño no tenía la afición que guardo ahora. He tenido suerte de tener muy buenos amigos y hemos compartido muchos gustos. En los tiempos libres hablabas del fútbol, del Madrid, etc. Los toros nunca fueron un punto de choque. Yo lo vivía apartado y compartía momentos diferentes con ellos. Con el paso del tiempo se lo he ido inculcado y me apoyan muchísimo.
—Me han dicho que cuando era un crío apuntaba maneras de buen futbolista.
Yo jugaba al fútbol en el equipo del colegio hasta que me apunté a la escuela de toros. Pero los toros nunca se me iban de la cabeza. Yo quería ser torero, aunque había épocas que dudaba. Jugaba muy bien de portero, estaba mejor debajo de los palos. Pero con el paso del tiempo las ideas fueron cambiando. Lo del toreo es una llamada, una sensación vocacional. A veces me sentía extraño, pensaba que me estaba volviendo medio loco.
—¿Y qué pensaban las chicas? ¿Se sentían atraídas por un amigo que era torero?
¡No! (entre risas). En la época del colegio acababa de entrar en la escuela (de toros) y no había avanzado a penas. La gente te miraba como “sí, quiere ser torero, pero ahora ni es torero ni es ná”. He tenido mucha suerte, tengo amigas y amigos que me quieren por el hecho de ser como soy y no por ser torero.
—¿Sufre mucho su madre con un hijo torero?
Si, sufre muchísimo. Ella venía a verme siempre hasta que me pasó lo de la mandíbula que ella estaba presente. Un día de preparación, en Segovia, una semana antes de una novillada, fui a entrenar a puerta cerrada y un toro me cogió y me estampó contra el suelo y me rompió la mandíbula. A partir de ese momento, ella va a la plaza, pero nunca entra, se queda fuera con sus pensamientos.
—¿Cuáles han sido sus ídolos en el planeta taurino?
El que más me ha marcado ha sido Morante de la Puebla. También me he fijado mucho en el Antoñete, Ortega Cano o Rafael Ortega por su maestría en la suerte suprema.
—¿Cuál es su lance preferido?
Yo con lo que más a gusto estoy es con la muleta en la mano izquierda.
—Ortega Cano, gran figura de los años 80 y 90 es su apoderado. ¿Qué consejos le da el Maestro? ¿Cómo le orienta?
Me insiste mucho en hacer cintura, dejar los pies en el suelo y flexibilizar el cuerpo para que el muletazo se acompañe con el pecho y exista armonía en el movimiento.
—¿Ha recibido ya su bautismo de sangre, como se suele decir?
-No, pero estoy preparado para lo que venga. Soy novillero y me queda mucho camino por delante. Tengo una marca bajo el ojo, pero apenas se nota. La cornada forma parte de la profesión, las cornadas llegarán, pero yo intento disfrutar del día a día, asumo los riesgos.
—¿Cómo se lleva con el miedo?
Depende del día. En el momento de la corrida no lo pienso, trato de disfrutar. Los peores momentos son por la mañana, en el hotel. Hay un par de horas que lo veo todo negro. En el momento en que me ducho, cambio el chip y el miedo se convierte en responsabilidad.
—En esta Feria de San Isidro debuta en la Plaza de las Ventas ¿cómo lo lleva?
Bueno, debuto como novillero. Salí en hombros de la plaza en uno de los concursos para jóvenes toreros. Es una plaza que conozco muy bien de la época en la que entrenaba con la escuela. Soy un gran privilegiado de estar anunciado en San Isidro. ¡Es para volverse loco!
—En estos tiempos los toros parece que están de capa caída, un dicho que viene muy al pelo.¿De qué manera se puede despertar otra vez la ilusión y la afición entre los chavales?
Creo que son muchos factores. Ha habido muchos colectivos antitaurinos que han fomentado la desinformación y la gente del toro no se ha organizado para contrarrestar estos ataques. Actualmente, el mayor problema que existe para llegar a los jóvenes es el apagón mediático. La fiesta debe darse a conocer desde los orígenes, desde la esencia del campo y el sacrificio de los toreros.
—A su edad, 24 años, y con la cantidad de experiencias que ha vivido en su espacio de torero ¿se considera más maduro que el resto de sus amigos?
Yo creo que depende de la persona. Esta profesión te enseña cosas muy fuertes que no deberían vivirse a mi edad y eso, quizá, te hace madurar antes. . Es verdad, que te posiciona en una perspectiva diferente a la del resto, sobre todo porque te enseña que esta profesión terrible es a la que te vas a dedicar el resto de tu vida.
—¿Cuáles cree que deben ser los valores de un torero?
Creo que debe tener muchos valores que yo echo de menos en la sociedad, en la calle. Lo primero es la integridad, esta profesión no tiene ni trampa ni cartón. A mí me gusta también que la gente sea pura, compañerismo en la plaza, somos todos uno. La lealtad al toro, a la tradición y a la fiesta. El afán de superación, el orgullo, el querer superarse a uno mismo, nunca dejar la pelea y luchar contra uno mismo.
—No sé si estrena vestido en San Isidro, pero, dígame ¿cuánto puede llegar a costar un vestido nuevo de torero?
A partir de 2.000 euros en adelante. El mío se lo compré a Toñete (hijo de Antonio Catalán), otro torero de Pozuelo que ya está retirado. Tengo 3 vestidos en total, dos de segunda mano y el que me regalaron cuando salí a hombros de las Ventas.
—¿Cuánto dinero cree que ganará en la novillada de San Isidro?
No tengo ni idea, es mi primera vez. Normalmente sacan un buen cheque (entre risas) de unos 1.900 a 2.000 euros, de los cuales me suelo llevar solo el 10%. De 200 a 300 euros. Los sueldos dependen de la categoría de la plaza, cambian en función de la importancia que tienen.
—¿Ha pagado alguna vez por torear?
No, y creo que no se debe hacer, es mejor torear poco, pero por derecho. Creo que ese tipo de tejemanejes revientan la profesión.
—¿Ha pensado en ese momento del patio de cuadrillas de las Ventas, en esos minutos previos al paseíllo de la Feria de San Isidro?
Estoy intentando mentalizarme ante la presión de la gente, de tu cuadrilla, de la plaza, etc. Es algo que tengo muy en mente. Espero que no me haga mella y no me pueda la presión. Esta vez me acompañará mi madre, mi padre y mis hermanos desde la grada. Vendrá mi hermano de mozo de espada y es la mejor compañía que puedo tener. Y que Dios reparta suerte.
—Bueno, tú eres un torero de Pozuelo, ¿te gustaría hacer el paseíllo en la Feria de Septiembre del pueblo?
Me encantaría, de verdad. Es una mis ilusiones. Están hablando, a ver si la cosa sale bien. Ω
06-02-2019 8:37 p.m.
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