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Nos encontramos a un artista que no pone ningún “pero” a la hora de entrevistarle, dispuesto a responder a cualquier pregunta de su pasado y de su presente
Llega a Pozuelo con una gran sonrisa, extrovertido, coqueto y complaciente de todo aquel que le pide una fotografía. Le recibimos en la redacción de Pozuelo In con muchísimas ganas de saber más sobre sus futuros proyectos y el concierto al que no dejaremos de asistir el 26 de junio en la Sala Riviera de Madrid.
—¿De dónde viene Rafa Sánchez?
Soy bastante gato por parte de madre, nací en Loreto, me bauticé en San Lorenzo de Lavapiés, barrio que me vio crecer hasta los 11 años que nos mudamos al barrio de los periodistas.
—¿Cómo fue tu adolescencia?
Muy loca, aunque siempre he sido un buen estudiante. Me compré mi primera casa en Gran Vía, una casa antigua que remodele.
—¿Qué queda de esa locura?
Poco, prefiero la tranquilidad. En 2005 me compré una casa en Villalba donde vivo con mi pareja. Ahora no soy tan de salir y mucho más de disfrutar del campo que es lo que realmente me apetece.
—¿Fuiste un buen estudiante?
Terminé la EGB con notables y sobresalientes. A los 18 años comencé arquitectura y con 22 años ya estaba en cuarto. En el proyecto de cuarto saqué un sobresaliente.
—¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la música?
De una manera u otra siempre he estado ligado con la música. En BUP hacía obras de teatro y los bailes de fin de curso. A los 16 años monté con mi amigo Nicolás mi primer grupo. Cuando estudiaba arquitectura tenía muchos ratos libres mientras dibujaba con el rotring y escuchaba música en la radio.
—¿Cómo se forma La Unión?
Una noche en uno de los bares de la movida “El Cascanueces” me encontré con unos amigos que estaban buscando una voz para su grupo instrumental, eso fue un sábado y el jueves fui a su local de ensayo que era la casa de uno de ellos. Tenían seis canciones instrumentales a las que le puse letra y en una de ellas se escuchó un aullido.
—¿Os imaginábais el éxito que obtuvo?
No, en más de una ocasión nos tiraron las maquetas atrás en diferentes compañías. Los sorprendidos fuimos nosotros cuando un día apareció Nacho Cano con Alejo Stivel y salieron tarareando la canción. Un par de meses después estábamos grabando una maqueta en el estudio de Nacho y poco después grabando en los estudios de Madrid “El lobo hombre” “La Niebla” y “Voracidad”.
—Lobo-hombre te dio el salto a la fama ¿Cómo la guardas en el recuerdo?
Con un cariño especial, muchas veces me preguntan si no estoy cansado de cantarla y la verdad es que cuando la canto me llena de orgullo ver cómo reacciona la gente y ser uno de los compositores. Cómo no tenerle cariño, nos abrió las puertas del continente americano y allí es casi un himno.
—¿Qué hay de ti en tus letras?
Al principio casi nada, nos basábamos mucho en la literatura pero según pasan los años son más autobiográficas.
—Unos chicos de 22 años a finales de los 80 en Madrid ¿Cómo lo viviste?
Sexo, drogas y rock&roll. Salíamos de una dictadura y nos llegó todo de golpe, fue muy divertido. Se podía hacer lo que quisieras, había cierto libertinaje y por parte de la sociedad española existía una intención de que saliera bien la cosa, de hecho creo que la transición política fue ejemplar a diferencia de hoy. En aquella época, siendo la televisión un medio tan poderoso, no veías detrás a nadie maquiavélico y ahora ya lo veo.
—¿Qué pros y qué contras guardas de aquella época?
Los contras es que no había nada de información, caí en las drogas duras. La arrogancia de los veinti... pocos te hace pensar que lo sabes todo.
—¿Cómo saliste de ese mundo?
Me salvo la vida un accidente de moto. Me rompí la pierna y estuve inmovilizado varios meses. Un psiquiatra me dio pastillas para pasar el mono y esta situación me salvó. Me considero un tipo muy afortunado, salí de las drogas con todo aún por delante y empecé la gira del Tren de largo recorrido. El estar ocupado con una gira exitosa y más de 90 conciertos en un año me mantuvo lejos de todo.
—¿Tuviste apoyo en ese proceso?
Si claro, el cariño de mis hermanos que estamos muy unidos. Mi padre era de Cuenca y tenía la tradición de hacer ajo arriero el Jueves Santo y yo he continuado esa tradición. A mi cuñada Carmen le debo mucho, toda la abstinencia la pasé en su casa.
—Cuéntame tu tradición griega.
Lo he puesto en una de las canciones del nuevo disco. Los griegos cuando le dicen un piropo se escupen tres veces en el hombro izquierdo para que los dioses no se fijen en ti ni se enfaden contigo y yo lo pongo en práctica.
—Lo habéis conseguido todo.
Si y gran parte de nuestros éxitos fueron antes de aparecer las cadenas privadas. Echo mucho de menos los programas de música especializada, Aplauso, Música Si...
—Tras muchos años se rompe La Unión ¿Se rompió parte de tu corazón?
Pues si, fue una decisión que me costó mucho tomar. El ambiente de los tres últimos años era muy malo, Mario enfermó y ya no había química. Lo tomamos como un trabajo en el peor sentido de la palabra. Creo que debí tomar esa decisión antes, justo cuando creamos La Última Estación, pero es como romper con tus hermanos que aunque te la jueguen sigues con ellos.
—¿Cuánto llevas en solitario?
Poquísimo, edité el disco en febrero “Solo para adultos”. La dinámica no ha cambiado mucho, yo hago las melodías y las letras. Me he juntado con Fermín que lleva con nosotros 20 años en La Unión y tenemos una química espectacular. Las canciones han salido súper fáciles. Mario se ha venido a la guitarra y en la batería Ángel, el puesto de Luís lo ha asumido un chico jovencito que toca el bajo que te mueres.
—Comienza el espectáculo ¿Dónde das el pistoletazo de salida?
El día 26 de junio en la Sala Riviera, ya están a la venta las entradas. El disco tiene 10 canciones aunque algún aullido habrá. Será una mezcla de todo.
—¿Cómo eran esas giras con las hormonas revolucionadas?
Muy locas, aparte hasta los 29 años he estado ejerciendo heterosexual y he tenido muy buen sexo con muchísimas mujeres.
—¿Qué es lo que más te gusta de este mundo?
Hay muchos momentos. Cuando estas componiendo y das con la idea es maravilloso pero también cuando subes al escenario, se dan las luces y oyes a la gente gritar, ese subidón de adrenalina es impagable. Me gusta todo, incluso las partes más tediosas tienen su rollo. La promoción puede ser dura pero me lo tomo como una especie de terapia porque muchas veces al intentar explicar a un tercero te das cuenta de por qué haces las cosas, es casi una especie de psicoanálisis. Otra parte dura son los viajes, muchas horas de carretera donde entro en una especie de letargo, me concentro muy bien ante la monotonía de la carretera.
—¿Qué te ha aportado?
Lo digo siempre, creo que el mundo de la música me ha hecho mejor persona. Cuando estaba estudiando arquitectura podría haber sido un tipo complicado. Viajar con el rock&roll es especial, allá donde vas eres esperado, te mueves no como un turista y conoces las ciudades de otra manera y me hizo ser mejor. Me ha abierto la cabeza y ser más comprensivo. Te diría que prefiero estar con un asesino que con un idiota, porque el idiota te mete en problemas y encima como sabes que es así no puedes ni enfadarte. Me gusta la inteligencia, la ironía, saber reírse de uno mismo y me he vuelto muy descreído, no creo en nada, ni siquiera en la política.
—¿Qué opinas de la situación política actual?
Fíjate que he sido en mi época muy radical pero ahora no me veo muy identificado con ningún partido y se está llegando a un punto que las mentiras que dicen no tienen consecuencias y eso es imperdonable. No somos imbéciles y no vale todo, estoy muy decepcionado. Opto por gestores buenos y que se dejen ya de populismo buscando el voto en todo.
—¿Te consideras fuerte?
Sin duda o no estaría aquí.
—¿Qué esperas el 26 en tu comienzo en solitario?
Ver a mucha gente y gente sin miedo. Esta pandemia ha estado basada mucho en el miedo y debemos empezar a cambiar esos esquemas y comenzar a vivir.
—El mundo del espectáculo ha sido uno de los más afectados, ¿cómo lo has vivido?
En mi caso me considero un afortunado, tenía unos ahorrillos que me han permitido seguir y poder grabar. Los músicos, los técnicos... muchos están en las colas del hambre y sin ayuda por parte del gobierno.
—¿Qué le ha dado al público La Unión y Rafa Sánchez para permanecer en el tiempo?
Creo que la labor de un artista es hacer que la gente avance socialmente. En nuestro caso se produjo ese avance, ya en aquella época hablábamos del ecologismo, que la chica tomara la iniciativa... algo hemos aportado y varias de las canciones se quedarán en la posteridad.
—¿Has tocado en Pozuelo?
Varias veces, recuerdo uno en la plaza portátil que me resultó mágico. Ω
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