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Es innegable que, en la actualidad, Pozuelo de Alarcón es un municipio dinámico y emprendedor. Su posicionamiento y su modelo de desarrollo urbano, ordenado y sostenible, ha permitido equilibrar el crecimiento poblacional, urbanístico y empresarial con unos elevados índices de calidad de vida y el respeto hacia el medio ambiente. Sin embargo, Pozuelo de Alarcón es también una ciudad de contrastes al coexistir en ella importantes diferencias entre las condiciones socioambientales de unas zonas y otras.
Nuestra historia, la historia de nuestra ciudad ha llevado a que su desarrollo urbano tenga características especiales y diferenciadoras con respecto a otros municipios de la zona. De hecho, nuestra ciudad cuenta con tres centros urbanos distintos y diferenciados: Pozuelo pueblo, la Estación y Húmera. Y alrededor de estos tres centros se ha ido desarrollando la ciudad.
Pero con ser éste un problema básico de su estructura, a él se añade el hecho de la proliferación a lo largo y ancho de casi todo su término municipal de múltiples urbanizaciones, cada una de las cuales cuenta con sus especiales características. Circunstancia que dificulta la movilidad y la intercomunicación, no solo entre ellas, sino también con los tres centros urbanos. Lo que viene a ocasionar, a su vez, una gran falta de cohesión entre las diferentes zonas del municipio.
Pero dejemos para otra ocasión el abordaje de los problemas de intercomunicación y hablemos hoy de nuestros tres centros urbanos, porque no creo que pueda sorprender a nadie el decir que esos tres centros precisan de un trato preferente, decidido y enérgico.
Un trato preferente y decidido que modifique y acerque las condiciones de vida de los que allí residen, a las de los que lo hacen en las restantes zonas del municipio. Un trato preferente y decidido que se convierta en un gran objetivo estratégico municipal. Al ambicioso y atrayente objetivo de lograr una regeneración urbana integral de las tres zonas, fundamentalmente Pozuelo pueblo y la estación, haciendo en ellas intervenciones, no únicamente físico-espaciales, sino también económicas y medioambientales. A lograr en ellas lo que en el seno de la Unión Europea se conoce como regeneración urbana integrada.
Porque no solo es necesaria una rehabilitación de las edificaciones, adaptándolas a las actuales exigencias. Muchos de esos edificios y espacios públicos fueron proyectados para situaciones, necesidades y formas de vida cada vez más alejadas de nuestro presente, y mucho más del futuro que se debe prever. Se precisa algo mucho más ambicioso, una regeneración urbana integrada destinada a conseguir la recuperación y mejora funcional, social, económica y estética de los entornos urbanos degradados. Una regeneración que consiga a su vez una revitalización económica y comercial de los mismos, que en la actualidad presenta una franca decadencia.
No se trata en ningún caso, de ir realizando actuaciones aisladas e inconexas, por encomiables que éstas puedan parecer. Se trata de tener claro el objetivo estratégico e ir realizando paulatinamente actuaciones coordinadas en todos los ámbitos, de acuerdo con un plan preestablecido, para conseguir alcanzarlo.
Cualquiera, no ya que viva, sino que acuda o se pasee por estas zonas, puede percibir claramente que es necesario actuar para impulsar decididamente la regeneración de su tejido urbano, la necesidad de renovar su tejido social, funcional y cultural para evitar el vaciado poblacional y la segregación social.
Puede percibir la imperiosa necesidad de revitalizar su vida social y modificar su perfil demográfico a través de su rejuvenecimiento y evitar así la gentrificación. De revitalizar sus funciones como barrios, dotándolos de servicios y redes comerciales y de esta forma atraer a nuevos vecinos a ellas. De hacer, en definitiva, atractivas estas zonas, no únicamente para sus residentes, sino para todos los habitantes del municipio.
Nuestros centros son además cultura, tradición y forma de vida. Un producto cultural complejo que se ha ido elaborando a través de los años de una forma colectiva. Que tiene, tras de sí, siglos de existencia, lo que les añade una carga simbólica extra. Su progreso y evolución deben tener esto en cuenta y no sólo se deben generar desde el bienestar material sino también desde el aumento de las posibilidades que ofrezca a sus individuos para el desarrollo equitativo de capacidades.
Conseguir este objetivo es, sin duda, una tarea ardua y compleja, pero a la vez tremendamente ilusionante. Una tarea a la que, sin duda, deben estar llamados muchos. Desde luego las instituciones públicas son fundamentales, pero también lo son los técnicos con experiencia en abordar problemas semejantes y, por supuesto, los propios vecinos de los cascos.
Cualquier proyecto que se aborde deberá contar necesariamente con su participación. Las actuaciones que se derivan de los procesos de planificación estratégica territorial requieren de la participación y deben involucrar a aquellos a quienes van dirigidas, única vía para conseguir que vayan más allá del proyecto y se conviertan en vehículo de desarrollo social y económico.
Consideramos necesario e imprescindible acometer la tarea de regeneración urbana de los cascos antiguos de Pozuelo. El tiempo corre en nuestra contra. Cuanto más lo demoremos más difícil puede ser conseguirlo. Ω
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