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Por Alberto Gómez Font
En verano se consumen muchos mojitos, y uno de sus ingredientes son los limones verdes. Y un día ocurrió esto:
—Deme medio kilo de esos limoncitos, por favor.
—Eso no son limones, son limas.
—Yo no le he preguntado qué son, y además eso son limones. ¿Me pone medio kilo?
Y un tiempo después volvió a ocurrirme:
—Póngame medio kilo de limones verdes
—¿De limones verdes?
—Sí, limones verdes.
—... Ah... Si quiere también tengo limas
—No, no tiene usted limas, lo que tiene son limones verdes y yo quiero medio kilo.
Cada vez que cambian al vendedor del mostrador de frutas y verduras del supermercado cercano a mi casa tengo que repetir ese diálogo absurdo. Absurdo porque ni yo lograré convencer al frutero de que eso son limones ni el podrá conseguir jamás que yo llame limas a algo que no son limas, sino limones.
El problema surgió a mediados de la década de los años 90 del siglo pasado, y es que antes todos los limones que veíamos en Europa eran amarillos; pero afortunadamente, lo digo por las grandes posibilidades gastronómicas que ofrecen, ya han llegado a nuestros supermercados los limones verdes, los limones del Caribe, los únicos limones que se conocen en la mayoría de los países tropicales.
Lástima que los redactores del Diccionario de la Lengua Española no hayan tenido en cuenta que hay limones verdes, pues en la definición de esa fruta dicen: «Fruto del limonero, de forma ovoide, con unos diez centímetros en el eje mayor y unos seis en el menor pezón saliente en la base, corteza lisa, arrugada o surcada según las variedades, y frecuentemente de color amarillo, pulpa amarillenta dividida en gajos, comestible, jugosa y de sabor ácido».
Y ese descuido les molesta muchísimo a los hispanohablantes del otro lado del charco, para quienes los limones no son ni nunca han sido amarillos.
La lima es otra cosa, esta vez bien definida por la Real Academia: «Fruto del limero, de forma esferoidal aplanada y de unos cinco centímetros de diámetro, pezón bien saliente de la base, corteza lisa y amarilla, y pulpa verdosa, dividida en gajos, comestible, jugosa y de sabor algo dulce».
Pero al no ser nada habitual su presencia en nuestros mercados, a la verdadera lima le han robado el nombre, como siempre por una mala traducción del inglés, lengua en la que llaman «lime» a los limones verdes. Y ya es hora de avisar a los desavisados para que comiencen a distinguirse del resto de los mortales y sepan diferenciar entre la lima y el limón. Ω
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