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Por Jesús Castells / Fotografía: Marta Aparicio
No todo es blanco o negro. Bueno o malo. La escala de grises es casi infinita. A raíz del último artículo que publiqué sobre liderazgo: “liderar con alma”, sois muchos los que me habéis contactado y polemizado a través de las redes sociales a colación de mi categórica afirmación: “NO-SE-PUEDE-SER-UN-BUEN-PROFESIONAL-SI-NO-ERES-UNA-BUENA-PERSONA”
Y un buen número de seguidores me instigaba a definir exactamente que era ser una buena o una mala persona, y sobre todo quién dictaminaba la diferencia en el entorno laboral. Preguntabais ¿El director de Recursos Humanos será quien nos juzgue?
No, sólo Dios puede establecer quién ha sido bueno o malo a lo largo de su vida, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Dicho esto, es cierto que hay otra persona que sabe la diferencia y no es el responsable de Personal de tu empresa.
Todos, absolutamente todos tenemos la capacidad de obrar bien o mal. Es una decisión personal. De hecho, cada día es una sucesión de acciones y pensamientos en los que de una forma casi inconsciente decidimos continuamente qué camino escoger. Hasta los que llamamos Santos tienen la capacidad de hacer el mal, pero deciden no prodigarse en estas lides.
Nuevamente está en tu mano parar y pensar. O si has obrado mal, decidir no volver a hacerlo. Y si tienes dudas compártelo con tu pareja, amigos o con el cura. Sacarle el dedo corazón a otro conductor está mal. Alegrarte de que haya perdido su equipo, está mal. Y si no quieres estar todo el día pensando, hazlo antes de dormir, un examen de conciencia de aquellas cosas de las que te sientes orgulloso y de las que no, decide tú mismo qué cosas tienes que mejorar. Ya sé que todo es relativo, y lo que para uno está bien para otro puede parecer una aberración, pero no te engañes ni te muestres indiferente. Se puede vivir de perfil, es menos sufrido o incluso anular a tus miniaturas, esas vocecillas que te dicen lo que está bien o mal, así no tienes enfrentamientos internos, porque es cierto, es más fácil vivir sin conciencia. Somos muy benevolentes con nosotros mismos, tendemos a pensar que lo que hacemos nosotros está bien y sabemos exactamente lo que hacen mal los demás. Es mejor no culpar ni juzgar. Y si tienes que hacerlo, júzgate tú mismo, nadie te conoce como tú te conoces. Eres la única persona que sabe lo que piensas y sabe lo que haces. Tú eliges si quieres amar y estar más cerca de Dios o vivir de espaldas.
Vivir es maravilloso. Quiérete mucho y ayuda a los demás, sé generoso con tus dones, comparte, disfruta, ríe, salta, canta, baila... La vida merece la pena vivirla a tope y ser celebrada.
Y si quieres ser buena persona y cambiar el mundo, empieza por ti mismo. Siendo cada día mejor persona que la que fuiste ayer. Como si fueras un software, que cada nueva versión de ti mismo sea mejor que la anterior. Ω
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