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Nos recibe en el backstage improvisado dentro del Palacio de Cristal del Ayuntamiento de Madrid. Queda un día para su desfile; un desfile que vuelve a salir de IFEMA (aun dentro del marco de la MB Fashion Week Madrid) para aterrizar en la capital y estar más cerca de su público, como ocurre en París o Milán.
Sonriente, cercano y divertido, Roberto Verino no duda en recordarme aquel partido Atlético de Madrid - Real Madrid en el Calderón en 2013: “la que liaste, apareciste en toda la prensa”, bromea, recordando una trifulca mía con un colchonero. En este sentido, Roberto se siente muy “feliz” de vestir a un equipo como el ‘Atleti’ que representa perfectamente los valores de su marca.
“Vestir a los jugadores del Atleti es un reto y un placer; probablemente uno de los grandes regalos que me ha dado mi profesión”, asegura muy orgulloso.
En el backstage, pasando un terrible calor y acompañados de Miky Guerra con su cámara, nos enseña su última colección inspirada en París y que ya, aun antes de presentarse en el desfile, está en la tienda. El modelo de negocio ha cambiado, y l’art pour l’art sin rentabilizarlo carece de sentido.
Los felices días de una infancia pintada de verde
“Mi primer recuerdo es el Castillo de Monterrei, magnífico escenario real donde disfrutamos de juegos con mis hermanos que sin duda despertaron nuestra imaginación”, recuerda Roberto de aquellos días felices en Verín (Ourense), ciudad que le vio nacer un 3 de mayo de 1945.
El valor de los valores es “el valor de la palabra dada”, algo que ha aprendido de sus padres que ya se dedicaban al sector textil. De hecho, estos contaban con una tienda de productos para confeccionar zapatos y otra de telas en donde el joven Roberto descubrió la “definición de los tejidos”.
“Mi infancia la pintaría de color verde; ahora de negro, pero porque el negro es el color oficial de la moda”, confirma.
Roberto siempre ha soñado con dedicarse a una profesión que le posibilitara viajar a otros mundos: “me hacía mucha ilusión, probablemente como contrapartida a la revisión de la historia que formaba parte de nuestros motivos de juego”. Y es que el ambiente de Verín, tal como cuenta el creativo, invitaba a jugar sobre todo al fútbol.
Como estudiante se define como aplicado y responsable, y en cuanto a la vestimenta, durante su adolescencia, al igual que todos sus compañeros de esa etapa y condicionados por la época, vestía “muy presumido”.
Recuerda el amor primerizo como “ese cosquilleo en el estómago en un momento en el que uno está lleno de dudas y miedos, pero siempre muy bonito”. Asegura haber sido entonces mucho más ambicioso y probablemente impaciente, y que, con el tiempo, ha ganado en sabiduría y calma, sabiendo respetar el tiempo.
De comienzos casuales en la moda en París a poseer 180 tiendas en todo el mundo
A pesar de que su familia se dedicaba al sector de la moda, Roberto empezó en este mundo por “pura casualidad”. El que es uno de los diseñadores más importantes de España estaba estudiando en París y la moda “se cruzó” en su vida de manera inesperada: “lo que empezó siendo una mera forma de ganar dinero para los gastos de mi estancia terminó convirtiéndose en el el irresistible canto de sirenas”.
Orense fue la ciudad de su adolescencia; Madrid, la que acogió la gran parte de sus éxitos como diseñador; Nueva York, la ilusión intermitente pero inextinguible, en palabras del empresario; París, la que lo impulsó todo. Al final, su sueño de viajar por el mundo se ha cumplido y se sigue realizando.
Roberto recuerda su primera creación con el “intento de llevar los vaqueros desde la calle e incorporarlos en la pasarela de moda”: una tendencia en los años 60 y 70. “Puedo prometer y prometo que puse mi granito de arena en aquello”, añade.
El proceso creativo de este ourensano enamorado de Galicia parte, habitualmente, de una idea que plasma sobre papel y después se materializa en el tejido: “los diseñadores dibujamos y los modistos crean sobre el maniquí. Me siento mucho más diseñador que modisto”. Aunque en los últimos tiempos ha tenido que adaptar el rol de empresario, ha terminado gustándole esta función administrativo y de gestión de su talento, se considera más diseñador que otra cosa: “habría preferido tener la suerte de un Yves Saint Laurent que siempre tuvo a su lado a un empresario de moda vocacional, como lo fue Pierre Bergé, pero lamentablemente todavía no lo he encontrado”.
Su primer desfile lo recuerda como un “milagro”: “toda la inexperiencia fue compensada por la enorme ilusión y todos los errores, perdonados por la osadía puesta en el empeño. Dicen los maestros Zen que solo se aprende de los errores”. Era una colección “denim” que recuerda como si fuera ayer.
De Roberto como diseñador, desde aquel primer desfile, permanecen intactos al paso de los años “la pasión por la calidad y el convencimiento de la funcionalidad y la conciencia, aun siendo tremendamente espiritual”. Asegura que su trabajo puede hacer “feliz” a muchos hombres y mujeres.
Sorprendentemente las colecciones que más quebraderos de cabeza le han supuesto son “estas últimas”: “aunque parezca mentira, pasar de un ciclo a otro exige mucho esfuerzo. Una cosa es hacer “prêt-à-porter” cuando todo el mundo lo está haciendo y otra cosa hacer el “see now, buy now” cuando no lo hace casi nadie”.
Su primera tienda la abrió en París: “la inauguramos en el año 1983 en el 33 de la Rue de Grenelle y fue posible gracias a recursos propios y el apoyo de unos socios franceses que, en aquel entonces, eran imprescindibles para poder crear una empresa en Francia”. Actualmente goza de 180 puntos de venta entre tiendas propias, franquicias y corners en El Corte Inglés, lo que evidencia que Roberto, además de creativo y creador, es empresario, generando cientos de puestos de trabajo.
—No te preguntaré por la musa, pero, ¿cómo funciona tu proceso creativo?
“La musa cuando me pilla fuera del trabajo, no me sirve para nada. Miro atentamente en la calle, veo las cosas que funcionan, las cosas que gustan, las cosas que vuelven… A partir de esa primera evidencia empieza a funcionar la “caja negra”: en ese momento comienzo a añadir mi experiencia, mis conocimientos y mis intuiciones… Los tejidos, las revistas de moda, las películas, los mitos…”.
—¿A qué huele el “hombre verino”?
“Aunque hay varias fragancias masculinas, la que prefiero tiene componentes cítricos con fondo de madera”.
—Cuéntame cómo es la “mujer verino”
“Moderna, sensible, fuerte, atrevida, soñadora, inteligente…”
El negocio de la moda en España: ¿renovarse o morir?
Para Roberto la “pasarela Cibeles”, hoy llamada Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, es la mejor plataforma de moda española que tenemos. Acaba de cumplir recientemente su 66 edición, lo que significa, para el creativo, que es “nuestra pasarela femenina de referencia durante 33 años”.
“En su momento fue una decisión política que permitió que la moda española dejase de ser una fábrica de marca blanca a una pasarela de ‘marcas de moda’ de reconocido prestigio internacional”, asegura. “Hoy, ese apoyo político, ha descendido sustancialmente, pero a cambio hemos conseguido que se sientan fascinados por esta extraordinaria aventura sponsor de la categoría de Mercedes Benz, L’Oreal o Inditex. Si no existiese, habría que crearla”, añade.
Roberto ha sido uno de sus fundadores de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), bajo el patrocinio de Enrique Loewe y con la compañía de nombres tan importantes para la moda española como son Elio Berhanyer, Jesús del Pozo, Ángel Schlesser, Modesto Lomba y Antonio Pernas: “con esta Asociación quisimos convertirnos en un interlocutor válido para la Administración española en la defensa de nuestros intereses como artistas y empresarios”.
Para el artista el ‘prèt-â-porter’ español está atravesando un momento difícil debido a la crisis que ha atravesado España, aunque confía en que el talento creativo español y en la madurez del mercado para salir de esta situación en unos años: “a los españoles nos encanta la moda. ¿Cómo no vamos a ser capaces seducir, tanto o más, a nuestro público si lo han conseguido los franceses, italianos, ingleses o americanos?”
La industria de la ‘producción de moda acelerada’ (Inditex, Mango, Primark, H&M, G. Cortefiel...) ha perjudicado claramente a la moda de los “diseñadores independientes” españoles. En esta línea, Verino está de acuerdo con esta tesis, aunque asegura que esta “competencia” ha impuesto una diferente oferta de moda en España: “se trata de una guerra de las especies, que diría Darwin, en la que solo sobrevivirán los más adaptados. Es verdad que el mundo de los diseñadores españoles sería más fácil sin Inditex, pero nacido este, la obligación de todos nosotros es intentar ocupar el lugar que las grandes cadenas no pueden”.
Como solución y beneficios, cree firmemente en que la exclusividad del producto, la atención en el punto de venta e, incluso, la opción creativa más individualista permite a diseñadores como Roberto ocupar un lugar que los “grandes almacenes” de ropa no pueden: “el problema de los jóvenes diseñadores y los pequeños empresarios son los costes de fabricación o de financiación. Pero, a cambio, sus ventajas son la originalidad y la exclusividad”.
—¿Qué es el arte?
“La propiedad de algunas cosas para producirte placer inmaterial inmediato… o algo así, que diría Kant…”
—¿Y la belleza?
“La propiedad de algunas personas, algunas cosas o algunas ideas para producirte unos instantes de felicidad. De hecho, Platón se atreve a sugerir que esta es la condición sine qua non del enamoramiento”.
—¿Cuál es tu misión?
“Contribuir a que la moda española sea conocida, respetada y consumida como se merece”.
Uno de sus miedos es no tener suficiente tiempo para cumplir sus sueños. Roberto Verino asegura que es feliz pero sin exagerar. “La felicidad es estar haciendo lo que te gusta, siendo recompensado mental y materialmente por ello y que te sobre un poco de esa sensación para compartirla con los demás”, confiesa. “El que es feliz, siempre es generoso”, añade. Ω
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