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Por May Paredes.
Yo no voy a cementerios a llevar flores a las tumbas de mis queridos ausentes, ni me disfrazo de calavera, ni hago ofrendas y en ese día, queridos creyentes, no se abre ninguna puerta entre los dos mundos, como si fuera el día de museos gratis o el Black Friday, no, yo no lo vivo así.
Todo sigue igual, nuestras pérdidas más dolorosas no son muertos, son mis seres amados, ahora ausentes y los que tanto me quisieron mientras estuvieron aquí. Esas personas con las que a veces hablas en alto o vienen a tu mente en miles de ocasiones están muy presentes en vivencias, situaciones, lugares, olores, tantas cosas que les convierte en mi presente.
Si alguien se pregunta que puedo tener yo en contra de que haya un Día de difuntos, he aquí definición:
La conmemoración de Todos los Fieles Difuntos es un día festivo religioso dentro de las Iglesias católicas, en memoria de los fallecidos !!!. Se conmemora el 2 de noviembre y su objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, en el caso católico, por quienes se encuentran aún en estado de purificación. Tal cual te lo sueltan.
¿ Purificación de qué? Acaso eran impuros por que algún gurú , mesías, profeta o “locoleches”, guiado por el Dios de turno, lo considera así, esa Araña Negra de Blasco Ibáñez y es aquí donde hallo mi repuesta: otra vez con la Iglesia hemos topado. Basta de condenas, basta de perdones, basta de mentir.
Por respeto a mis creencias y a las de mis ausentes, nadie me va a imponer que día o de que forma he de llorar a los que ya nos están aquí, pero eso no significa que no estén presentes cada día, aunque que no pueda comunicarme en conversación, ni verlos , ni tocarlos. Pero apelando a mi recuerdo sé lo que ellos querrían, harían y que esperaban de mí, sutilmente me proporcionan mil respuestas. Les guardo luto eterno, los quiero, no han dejado nunca de ser mis padres, mis amigos, es como les siento. Nunca son pasado, son siempre presente.
Mamá y papá, Jorge Berlanga ( el amigo que más me quiso), Ceesepe, Pepito EL HORTELANO, Bárbara OUKA LELE, Kiko Rivas. Ellos no son muertos, y sí, nunca fuimos perfectos, pero nunca hizo falta. Y ahora sé que apenas tienen sitio alrededor de mi cama para guardarme, como siempre hicieron. Son mis angelitos que con todo su saber y amor, mis pícaros y brillantes guardianes.
Siempre aparecen en conversaciones, en situaciones vividas que cobran realismo al haber sido tan inmensa la unión, tan fuerte el lazo , la distancia no es el olvido, la muerte no es un hecho, es una situación. Junto a los angelitos que no se han ido y siempre están ahí cuando les necesito, hemos formado un gran equipo del cual me siento orgullosa y agradecida.
Mi dolor y mi duelo lo elijo yo, les pienso todos los días, para mí son inmortales.
No me puedo unir al día de difuntos o muertos, porque no es real que yo llore al “Muerto Desconocido”, solo porque la cultura y la religión así lo han decidido.
En mí y en ellos está toda mi fe; en mi gente, estén donde estén, siempre cuento con ellos. Y es seguro, bien cierto.
Como decía Gardel, a través de esa desgarradora, verdadera y lúcida letra del maestro Le Pera, “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”.
Lo demás es folklore, cada uno es libre de sentirlo como quiera. Yo siempre lo he sentido así. Lo que sí es cierto que por estar muertos hay muchos a los que no he llorado ni lloraré, “Muerto” no es un estatus. Ser mis guardianes significa la huella y el amor que me han dejado, y mis angelitos me dejaron tanto que es imborrable y va más allá del tiempo y el espacio, a vosotros os quiero siempre.
Y de nuevo Le Pera, lo clava.
“ El carnaval del mundo gozaba y se reía”
Me quedo con Gardel, lo siento Tenorio. Ω
14-03-2021 11:27 a.m.
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