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MARZO DE 2024  /  CRÓNICAS DE UNA RUBIA

ALMENDROS EQUIVOCADOS

12-03-2024 10:35 a.m.

Amenaza con llegar, ilusiona con que ya está aquí, decepciona (con todo el derecho del mundo) y nos vuelve a engatusar al mínimo rayo de sol que asoma entre las amenazadoras nubes del temporal que ya atraviesa la península tras un par de días de anticiclón porque en febrero hay gente que ya la desea, solo porque han visto más de un almendro en flor y es que el almendro como la paloma, se equivocaba. Como se equivocan en su ansia no poca cantidad de personas que corren loquitas perdidas a guardar la ropa de invierno y a hacerse la uñas de los pies para lucir sandalia.

Yo misma me fui con mi amado esposo a pasar una semanita en Mallorca el día de los enamorados con una chaqueta muy mona y tuve que comprarme otra más gordita porque hacía frío de Tramontana. Ya veis que no siempre critico a otros, yo siempre he admitido mi humanidad.

Y ¿qué es lo que anhelamos?, ¿qué nos revoluciona tanto?. Ella, que es hermosa, caprichosa, se hace de rogar, siempre tan cruel como bonita, la más femenina, es ella sí, es la primavera. Tan vilipendiada, reprochada, exigida ella, que como el escorpión de la fábula solo puede contestar que es su naturaleza.

Ya están todas las terracitas de la ciudad preparadas para el piscolabis de exteriores, los fumadores cigarro en alza tertuliando de temas que a nada que pongas la oreja ganas dan de intervenir, pero mejor no. Hay más sonrisas y estamos más simpáticos y acicalados, perdonamos cualquier golpe de viento que haga volar las sombrillas o el inesperado chaparrón jarreante, el mismo que en otra estación nos hace cagarnos en todas las deidades conocidas y por haber. Por eso amigos, paciencia. El veintiuno de marzo estará en nuestras vidas y aceptaremos lo que en febrero nos enerva, la espera que nos saca de quicio, solo porque al fin es primavera. La ansiada, la deseada.

Sí, y nos moriremos de calor un día y al otro habremos de hurgar en el baúl buscando el abrigo, lloraremos entre mocos y estornudos, debidos al polen de esos arboles floridos y las mantas de gramíneas adornando nuestras feas calles y rotondas. Y como alguien dijo, el madrileño tomará cañas luchando contra los elementos que se puedan presentar y aquel que se hizo un tatuaje en el lomar se podrá poner su camiseta tres tallas menor para lucirlo, aunque el cuerpo le pida una de Damart bien metida dentro del pantalón.

El preciosísimo Parque del Retiro se llenará de horchaterías y hipsters fumando yerbajos, las barcas volverán a escuchar secretos de enamorados y desvaríos de borrachuzos trasnochados que quién sabe por qué acaban por allí. Otros, entre los que me hallo, escucharán, como canto de sirena los clarines de Las Ventas, vendrá la Feria de San Isidro y como cada año aguantaremos interminables tardes de corridas pestosas para ver el destello de algún buen capotazo y quién sabe si el último gran faenón, mientras a la salida un grupo de veganos y animalistas nos llaman asesinos, pero ese es otro discurso que ya tocaremos o no, porque francamente las opiniones de otros no son para menda.

Uyyy, la operación bikini aún es posible y renunciamos al pincho que nos ponen con la caña, nos engañamos displicentes, somos más permisivos con nosotros mismos yes que queremos que sea fácil y así es. Así es de poderosa la primavera, que nos eleva y nos deja caer enajenados por su delirante belleza. Ella es pedazo de hembra que enamora y quita el juicio a cualquiera del sexo que sea y con orgullo, de ahí su fama de traicionera. 

Todo fluye amable hasta que un día el calor empieza a ser insoportable, ya no hay tantas flores, no hay ser vivo que aguante en la terracita por mucha caña fresquita que pongan. Volvemos a enfadarnos por el viento tórrido, la lluvia no tiene ni puta gracia y el destino deseado es llegar a casa a poner el aire acondicionado al máximo y es que el verano, que en nada entra, es largo, las vacaciones parecen no llegar, todo se torna hostil, ella se va, nos deja y la vida vuelve a la normalidad, y así, como cada año somos ingenuos por un trimestre, niños arrebatados. Pero el hecho nos es si la paloma o el almendro se equivocaban, la cuestión es que la primavera nos vuelve locos a todos.

¡Olé ella!   Ω

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