Si continúa la navegación por nuestro sitio web estará aceptando nuestras condiciones, que puede consultar en:

MARZO 2020  /  ENTREVISTAS

LUISA MORALES GÓMEZ TEJEDOR

09-03-2020 7:34 p.m.

Un modelo de superación
Por Carmen Millán
Fotografía: Ricardo Rubio

Nos demuestra que la edad no importa, que hay que perseguir los sueños y que todo en la vida se puede conseguir con esfuerzo y superación. A los 60 años de edad acaba de aprobar el examen de ballet por La Royal Academy of Dance, una de las escuelas de ballet más reconocidas del mundo.

—¿Por qué te inicias en el ballet a los 50 años?
Me ha gustado desde pequeña. Hasta los 18 años viví en Cáceres y no teníamos escuelas de ballet, yo miraba cómo bailaban y me dejaba enamorada. Ya viviendo en Pozuelo vi una publicidad de ballet para adultos y llamé inmediatamente. Lo primero que pregunté era la edad de esos adultos porque justo iba a cumplir los 50 años, me dijeron que había alguna chica de 40 y eso me sirvió para animarme, necesitaba pocas excusas.

—¿Cómo eran las clases?
Empecé con clases básicas, de media punta, con zapatillas normales de tela pero mi sueño era hacerlo como las bailarinas de verdad.

—¿Y fuiste un paso más?
Un día le comenté a mi profesora que quería hacer puntas a lo que mi profesora me contestó que tendría que ir los viernes con unas niñas de quince años que estaba preparando. Tenía que hacer unos ejercicios especiales, de flexibilidad, de fuerza, abdominales... Al siguiente año comencé las clases con niñas jóvenes y al final de la clase hacíamos puntas. Me dijeron que a final de año hacían un festival, fui a verlas al teatro. Recuerdo estar sentada en mi butaca del Teatro Mira y pensar...  la próxima vez estaré yo en el escenario.

—¿Lo cumplistes?
Dos años después se repitió el festival y sí que bailé con mis compañeras. Nuestra variación era “La Bruja de los Colores”. Recuerdo mi primera salida al escenario, todo oscuro, en medio una bruja esperándome y yo salir desde bambalinas corriendo hasta mi puesto...fue como si me tirara al vacío, entonces dejas de pensar que te están mirando y empiezas a hacer lo que sabes. A partir de ahí siempre he salido en las obras y en el último “El Cascanueces” tuve un papel muy bonito, fui la madre de la protagonista y el tener unos minutos en el escenario donde solo bailo yo fue apasionante.

—Digno de admirar ¿Siempre has sido así de persistente?
Si, en todo. Aunque este es mi sueño, creo que a partir de una edad le damos más importancia a poder cumplir sueños. Para mí es muy importante que todo el mundo sepa que no existe la edad, que nunca es tarde para empezar una nueva actividad. Si yo digo que con 50 años voy a empezar ballet, me preguntarían que dónde está mi flexibilidad, mi elasticidad, pues todo con esfuerzo se consigue.

—¿Qué era lo que te llamaba tanto la atención del ballet?
La belleza del cuerpo en movimiento, es una belleza indescriptible. Son movimientos lentos, acompañados normalmente de música clásica que personalmente me encanta, de niña la he escuchado mucho. La fusión de la música y el cuerpo me parece extraordinario y quería imitarlo, conseguir esa belleza con mi cuerpo.

—¿Por qué decides examinarte?
Cuando me di cuenta llevaba ya tres años haciendo ballet, aunque no me presentara ya había preparado con ellas algún examen, viví la experiencia de hacer los ensayos con un pianista de verdad, cuando se tapa en clase con papel todos los espejos para que no puedas copiar, fue muy bonito. Cuando preparas un examen, el tener que repetir los ejercicios una y otra vez hace que los aprendas tan bien que es cuando empiezas de verdad a expresarte y para mi fue maravilloso.

Le comenté a mi profesora que llevaba mucho tiempo preparando exámenes con mis compañeras y quería pasar por la experiencia de presentarme.

—¿De qué edad hablamos?
Con 57 años. Me presenté al Exam inTermediate Formesion y lo aprobé, lo celebré con mucha alegría. Como mis compañeras seguían, un día me preguntó Miriam si quería presentarme para el siguiente examen y empecé a preparar el nivel intermedio. Fue muy duro, muchas horas, trabajar con varias profesoras pero al final también lo conseguí, me examiné en La Royal Academy of Dance, una de las escuelas de ballet más importantes del mundo.

—¿Cómo fue la experiencia?
Para no viajar a Londres, esta escuela envía examinadoras a España y en un corto espacio de tiempo recorren todas las escuelas que presentan a sus alumnas. Solo se pueden presentar a la vez 3 o 4 niñas de cada centro. Cada una lleva su número, no puede entrar nadie, te llaman con una campanita y es cuando empieza la función. No suelen hablar español y son un poco distantes.

—¿Cómo te preparaste ese día?
Con mucha tranquilidad. Me levanté muy temprano, desayuné pasta con huevo para poder tener energía el resto de la mañana. Dediqué tiempo a maquillarme, peinarme y vestirme y una vez lista me fui con tiempo a la academia para poder estar en el contexto y calentar. El examen fue de once a una y media. Consistía en ejercicios de barra de mayor a menor exigencia y muchos ejercicios en el centro, después puedes elegir entre una variación clásica o moderna y elegí la clásica.

—¿Has notado cambios tanto físicos como mentalmente?
Desde prácticamente el principio dejó de dolerme la espalda, gané muchísimo equilibrio y se me acentuo muchísimo la memoria a corto plazo y todo esto lo puedo llevar a mi día a día. Mentalmente además de potenciar la memoria, me sirve casi como si fuera una sala de yoga, es pasar por la puerta y el mundo exterior se queda al otro lado de la puerta, los problemas, el día a día, para centrarme solo en mi cuerpo, en la música y en lo que estoy haciendo.

—¿Qué te ha supuesto a nivel personal?
La autoestima por los aires, mucha confianza y el medirme conmigo misma, valoro lo que soy capaz de hacer.   Ω