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Por Almudena Solo de Zaldivar Navarro - FINANCIERA
Hoy escuchando la radio el vuelto a oír la vieja expresión de que la inflación es el impuesto de los pobres. Pero la realidad es que es el impuesto silencioso del todo el mundo. Y, ¿por qué los economistas lo llaman así? o el otro pensamiento que nos llega a la mente es: ¿otro impuesto más? Bueno, lo que consuela en este caso, y no mucho, es que no lo cobran los gobiernos, sino que más bien luchan contra él porque les: “hace la competencia”.
Uno de los efectos secundarios de este COVID persistente es la inflación. Ocasionada por la subida desmesurada de precios de bienes de primera necesidad (los básicos de la compra), la energía eléctrica, el gas y la gasolina. Es tanta la importancia que tiene el tema, que tanto los informativos como la radio ya tiene programas especiales. El otro día en Telemadrid, en el telediario, estaban hablando de las gasolineras que vendían el litro de gasolina y de gasoil más barato. Y, mas tarde en la radio, gastaban la broma de que si había que vender el coche para pagar la gasolina.
Definamos previamente que es la inflación, aunque a estas alturas, de tanto oírlo, lo sabemos todos: “la inflación es un aumento generalizado de los precios de los bienes y servicios de una economía durante un periodo de tiempo”.
Como todo en este mundo, tiene su lado bueno y su lado malo, pero el malo es muy malo.
El bueno es que, al subir mucho los precios, se reduce el valor de la deuda, porque el dinero tiene menos valor. Pero para que esto se cumpla es necesario que nuestros salarios suban al mismo ritmo que la inflación (la subida de precios). Estamos hablando del valor real de la deuda. Pero…. Si las nominas subieran al mismo nivel, realmente la inflación no nos importaría, pero las vicepresidentas de gobierno hablan de una subida de salarios entorno al 5%, que no cubre la inflación actual, no sabemos la futura. Pero me surge otra duda -hoy estoy realmente dubitativa-, las empresas, en pleno COVID, ¿puede aguantar la subida salarial?
Los costes laborales es una carga para la empresa; hemos tenido que recurrir a los ERTES para sobrevivir en esta crisis. Aun estamos lejos de alcanzar la economía de la pre pandemia. Hemos subido, pero no es suficiente.
El otro punto positivo es: hace que la economía se active puntualmente porque la gente prefiere consumir ahora que en un futuro. Por el miedo a que le precio en un futuro sea mayor que el actual.
Pero ahora vamos a hablar del impuesto silencioso. Para comprar un producto necesito mas dinero que antes; ocurre que esto, a largo plazo, nos va empobreciendo poco a poco, ya que tenemos que utilizar mas dinero para compra lo mismo. Para visualizarlo, es como si cada mes pagáramos a alguien el impuesto y tuviéramos menos en el banco. Poco a poco nos vamos empobreciendo. Esto se agudiza en el caso de la gente que tiene menos recursos, porque si los precios aumentan por encima del nivel de los salarios, el poder adquisitivo se ira erosionando año a año. La gente que tiene menos recursos dedica sus ingresos a comprar bienes de primera necesidad y si los precios continúan creciendo hacen que tengan menos posibilidades para adquirirlos.
Decir, que actualmente España esta en un 6,5%, Europa un 5,5% y USA al 7%, por una vez no somos los primeros, tenemos la medalla de plata. El valor ideal es el 2%.
Recemos para que encuentren un sistema equilibrado, que no es fácil, de controlar y bajar la inflación. Para que podamos iniciar el ascenso económico tranquilamente y que, los efectos secundarios del COVID, los podamos curar y volvamos a la vida de antes.. Ω
12-03-2024 2:13 p.m.
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