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Por Jesús Castells
Nos quitaron la claridad, la certeza y la seguridad de lo que llamábamos normalidad para instaurarnos en el miedo y en la incertidumbre. Ya no veo sonrisas, nos las taparon. Veo personas agotadas, tristes y sin ganas de nada. Nos quitaron la alegría de vivir.
En estos momentos difíciles, hay que ser muy fuerte para mantener una actitud positiva y encontrar el equilibrio necesario para sobreponerse a tanta desgracia. Y de verdad que soy consciente de la cantidad de casos graves de toda índole que hay y de los que habrá. Pero tenemos que aprender a proteger nuestra salud mental, darnos permiso para sentir esas emociones; me refiero a la angustia, la desilusión y la tristeza, e inmediatamente buscar un punto de apoyo, levantar la cabeza y vislumbrar que hay una salida, porque siempre hay una salida.
Sabemos que las cosas no van bien y que no nos gusta el derrotero por el que fluyen, pero elegir permanecer dentro de ellas, instalándonos en el victimismo y la desolación, no es una buena elección.
A la incertidumbre se le puede vencer, sólo hace falta quitarse el temor a vivir en ella. Cuando descubres que te puedes familiarizar con su forma irreverente de jugar contigo y que hasta puedes llegar a entenderla y predecirla, ya estás en el camino para poder neutralizarla. Hay muchos autónomos que están acostumbrados a vivir en la incertidumbre, un día la normalizaron y se han hecho a vivir así, sin miedo.
El hombre y su instinto de supervivencia normalizaron esa incertidumbre hace mucho tiempo y dejaron de tener miedo para controlar con sus propios medios, su futuro. Está en nuestra naturaleza superar las mil y una dificultades, es así desde que el hombre es hombre. Piénsalo, si no fuera así de esta manera, ya nos habríamos extinguido hace tiempo.
El golpe ha sido duro y muchos ya no lo podrán contar, pero somos muchos más los que aún quedamos en pie y tenemos que levantar nuevamente la mirada y construir nuestro mañana. El nuestro y el de nuestros hijos. Sin dilación. Tenemos que volver a liderar la iniciativa y tomar el control, cada uno en su campo. Todos juntos. Conviviendo con lo incierto, hasta que consigamos doblegarlo.
Nos toca volver a empezar, no queda más remedio. No será fácil. Tendremos que superar miedos y asumir riesgos. Necesitaremos esa determinante voluntad y la actitud que requiere emprender de nuevo el camino. ¿Qué digo yo camino? Ya me gustaría a mí que hubiera un camino. Nos tocará crear el camino. Y ojalá que sepamos crear uno mejor.
Permanecer inmóvil no es una opción. No podemos perder la oportunidad de saber qué hubiera pasado si no lo hubiéramos intentado. Si lo intentamos podemos perder, pero si no lo intentamos, ya hemos perdido.
El mundo está lleno de gente que tiene ideas, sueños y planes... pero pocos son los que realmente los ponen en marcha. Ahora es el momento, tenemos que armarnos de coraje y echar para adelante.
Probablemente nos queden unos cuantos golpes por llegar, así que vamos a ir pensando cómo convertir esa adversidad en fuerza positiva para poder aprovecharla. Tenemos que levantarnos una y otra vez, cada vez más fuertes y decididos a seguir adelante. No podemos decir nunca que con esto no podemos, nuestro deber es intentarlo una y otra vez. Con persistencia, con perseverancia.
Será duro, pero saldremos, saldremos más fuertes, más preparados. Nos encontraremos a nosotros mismos. Llegaremos a nuestra esencia, será la experiencia necesaria para hacernos superhombres, para sentirnos orgullosos de haber renacido, para que algún día podamos realmente apreciar lo que conseguimos.
Convertirnos en ejemplo e inspiración para los demás. Ser los primeros e ir abriendo camino. Cada avance de la humanidad es un paso más… hacia la inmortalidad.
Así es la vida y así es como tiene que ser. Apreciamos muy poco lo que conseguimos sin ningún esfuerzo. Y en el camino tenemos dudas y a veces desaliento, fatigas y zancadillas. Y para seguir adelante hay que ser muy fuerte y llorar. Sacar la rabia, el odio, la desesperación y darle la vuelta en forma de aliento, alimento y coraje para levantarse y decir, ¡nosotros seguimos! ¡nosotros podemos! No es tan importante ser fuerte como sentirse fuerte.
Encontraremos el camino. Llegaremos a nuestro destino. Por un lado o por otro. Porque nunca dejaremos de buscar. Porque al final siempre, siempre hay una salida.
Si nos creemos que podemos salir de esta, saldremos. Saldremos con coraje, perseverancia, insistencia, confianza, ilusión, pasión… porque salir adelante es también una cuestión de actitud.
Tendremos que aprender a sonreír con la mirada. Apoyarnos en situaciones difíciles en lugar de evitarlas nos hace más fuertes. Crecernos ante la adversidad. Nos tenemos que levantar una y otra vez, cada vez más fuertes y decididos para seguir adelante. Otra vez a la trinchera, a luchar por salir adelante, evolucionar, prosperar… luchemos por vivir. No me canso de daros ánimos, es la energía necesaria para arrancar, para vencer. ¡Ánimo valientes! Ω
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