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Por Jesús Castells
Ahora tenemos que dejar poco a poco de cantar resistiré y pasar a la acción.
En mi afán de salir airoso de la mil y una batalla me aferro siempre a la parte buena que todo lo malo tiene. Y os juro que esta vez me está costando ver el lado positivo. No dejo de pensar en los muertos, que insensibles, contamos sin nombre, las familias rotas, los adioses, borrados por las olas como letras escritas en la arena, los abrazos no entregados, los que se esfumaron en el aire.
Y la vida tan despacio, que me mira en silencio y no dice nada. Y escucho su voz sorda y me acuerdo del ruido, y me parece que estoy solo en medio de una multitud. Y a veces tengo miedo del miedo.
Y lloro a menudo, porque tu respuesta me emociona. Y siento como nunca, porque me entristece que no fuera siempre así. Y doy gracias por seguir vivo, por tener tanto, porque aún no me tocó a mí.
Y te extraño tanto, que me duele respirar. Me visto con tu sonrisa e intento recordar cada minuto que pasamos juntos, pensando lo afortunados que fuimos de tenerte.
Vivir es morir, nunca fue tan certero, y todavía no tenemos perspectiva para vislumbrar que no era así como queríamos vivir, ni morir.
Yo no quiero seguir así, creyéndome esta gran mentira de palabras vacías. Te quiero pedir perdón porque no lo he querido entender y me subí a este carro sin pensar. Porque algunas veces me dejé llevar sin luchar. Porque era más fácil dejarse arrastrar sin más escrúpulos que asentir, porque siempre lo hicimos así.
Y habremos perdido otra vez si no somos capaces de entender que primero son las personas. Que primero va la vida.
Ahora nos toca a nosotros, me niego a perder, me niego a que se me quiten las ganas de levantarme otra vez. Esta vez nos toca empezar desde más abajo, nada más. Sabemos que somos capaces de levantar la mirada, de sacar pecho, de sacar el coraje y la furia. De tirar para adelante cueste lo que cueste, de tirar más fuerte. Trabajar sin desaliento. No me pienso rendir porque lo llevamos en la sangre, la historia ha golpeado nuestro pueblo una y mil veces y siempre conseguimos salir adelante. Unidos como nunca. No nos hemos rendido jamás y no lo vamos a hacer ahora. Somos el legado de una tierra de valientes, de conquistadores, de grandes descubridores, de emprendedores sin parangón. No podemos defraudar la herencia que nos dejaron, porque nos crecemos ante la adversidad, porque todos ellos corren por nuestras venas, lo llevamos escrito a sangre. Todos ellos negaron su destino y doblegaron la balanza evitando su cruel destino. Con determinación y con valor, como siempre, sin dejar a ninguno de los nuestros atrás, ahora nos toca a nosotros. ¡Vamos valientes! Hombro con hombro, ni un paso atrás, vamos a hacer Historia otra vez resurgiendo como el ave Fénix. Es la hora de vencer.
*** “Ahora cierra los ojos.
Eres un águila.
Y empiezas a remontar el vuelo, desde abajo, muy cerca del calor del infierno, desde donde mueren los sueños. El batir de tus alas es pesado, son demasiado grandes para volar tan bajo. Pero a cada bocanada de aire que te entra, bates tus alas poderosas con más fuerza, con más tesón. Golpeas el viento con tanta intensidad que sientes que doblega. Y cada vez más fuerte, y cada vez más duro. Sientes el corazón latiendo en la boca, aprietas, como si la máquina fuera a explotar, cada costura a punto de reventar, sin fisuras, no se escapa una milésima de esfuerzo en algo que no sea ascender. Necesitas tomar altura, ya sólo eres un par de alas. Todo confluye en dos inmensas palas que roban el aire sobre el que se sustentan. Empujan desde el hombro hacia abajo con tal ímpetu, firmeza y decisión que no dejan lugar para nada más. No pierdes ni una pluma más en esta batalla. Hasta el extremo de la extenuación. Y el estruendo de tus alas va dejando paso al sonido del esfuerzo y ya sólo se oye el viento romper. Y furioso, te roba una lágrima, testigo del dolor que ha supuesto volver a tomar altura. Volver a respirar a pulmón lleno.
Ahora, con viento favorable, te dejas llevar a todo lo que da tu majestuosa envergadura, sólo la cola te estabiliza, guía tu rumbo, y compruebas orgulloso lo alto que estás. Lo bonito que es volver a sentir paz, tranquilidad y disfrutar de las vistas, del momento... y te vuelve a parecer todo nuevo, como aquella primera vez, todo hermoso... sigues cogiendo altura y en ese momento, ahora sí, romperás a llorar... son lágrimas de felicidad.
¿Cuántas veces hay que perder para valorar lo que somos y lo que tenemos?
No te preocupes, el viento secará tus lágrimas como se lleva las gotas de un cristal.
Nunca dudes de tus alas.”
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