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TIC, TAC, CUENTA ATRÁS PARA LA ALCALDESA DE POZUELO

20-02-2022 10:19 p.m.

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Es un suponer que Susana P. Quislant, la mandamás de la cosa municipal de Pozuelo de Alarcón, asiste con aguda congoja a la sangría familiar que se va derramando a causa del pulso entre la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y las poltronas nobles del Partido Popular. A estas alturas de la refriega parece que el paisaje de la absurda refriega familiar se va despejando dejando un campo de batalla plagado de los cadáveres exquisitos de los urdidores de la infamia. El cuartel general del PP se resquebraja como un edificio de paja en mitad de un vendaval. 

Por Germán Pose / Fotografía Ricardo Rubio - Las maniobras de estofa cutre del gran jefe Casado y su cuadrilla de fontaneros siniestros comandados por Teodoro García Egea, cuyo mayor éxito registrado es el de escupidor de huesos de aceitunas, han puesto en evidencia su grasiento patetismo. La torpe operación para quitarse de en medio a la rutilante Isabel D. Ayuso deja en anécdota infantil el histórico desastre de la faena del matador calé Cagancho en Almagro, quien tuvo que salir “de najas” de la plaza manchega sorteando la furia y los mamporros de cientos de aficionados. 


La bomba casera que fabricaron los chikilicuatres de Génova con sus dientes amarillos en los sótanos de la gran casa popular para acabar con Isabel ha acabado por explotarles en su careto de cartón. La sucia jugada no ha prosperado, el gran jefe ha tenido que recular ante el torpe infundio y el domingo miles de partidarios de Ayuso se presentaron a las puertas de Génova 13 para darles a la cuadrilla de fontaneros el escarmiento y martirio que padeció el infortunado torero gitano. El asunto promete y en los próximos días parece claro que asistiremos a una hirviente ceremonia del arrastre de morlacos sanguinolentos hacia el desolladero del cuartel de Génova.           

Las orejas y el rabo las ha cobrado Ayuso a un marrajo bravucón y ahora llega el momento de recoger el fruto merecido por semejante tropelía. Para empezar, la convocatoria del maldito Congreso regional del PP de Madrid, donde es de esperar que Isabel, la figura del cartel, entre verónicas, naturales y trincherazos de tronío se alce con el triunfo que se ha ganado -por pública aclamación, entre otras cosas- y le han hurtado con  maneras perversas desde hace tiempo. Y a partir de ahí, ya veremos cómo transcurre esta temporada de pasión. 


Para empezar, lo inmediato, o sea, una limpieza de corrales. Renovación de sangres, castas, y espíritus maltrechos. Y a parte de la movida nacional que se nos viene encima, vamos a lo nuestro. Ahí irrumpe la mohína figura de Susana Pérez Quislant, la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón, ilustre plaza madrileña. Una regidora que se coló de rondón en la cabeza de la lista municipal del partido y que despierta en su monumental pueblo menos simpatías que los malditos roedores que merodean entre las sombras nada chinescas de las alcantarillas del municipio. S.P.Q. debe estar agotando las existencias de antiácidos en las digestiones de sus menús del día ante el puntapié hacia la nada política que es consciente que recibirá en breve. 


Urge una sustitución en el cartel y el relevo para las elecciones del próximo año reposa templado mientras prosigue con la noble tarea que ha ejercido durante los últimos y sombríos tiempos pandémicos: el Consejero de Sanidad y Presidente del PP de Pozuelo Enrique Ruiz Escudero, fiel y eficaz colaborador de Díaz Ayuso, quien no dudará un instante en ofrecerle el destino que se merece: ser el candidato a alcalde de su pueblo. Va cayendo la arena en el reloj y la cuenta atrás para la inane alcaldesa Susana ya ha empezado. Tic, tac, tic, tac, como dicen por ahí. 

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