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EL PERIODISMO Y LA MALA BABA

26-11-2022 12:45 p.m.

Quislant con niños y covid
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Cada vez rehúyo más los sofocos, siempre te sacuden algunos   más íntimos e inevitables, qué le vamos a hacer, pero en lo profesional rechazo con el puñal en la mano actos infames como el perpetrado por ese panfleto llamado “El Correo de Pozuelo” acusando a la alcaldesa del pueblo de acercarse, enferma de Covid, a los niños que amenizaron con sus villancicos el alumbrado de la Navidad. Una repugnante barbaridad.

Por Germán Pose - Los periodistas, que somos la hostia, siempre nos escudamos en la sublime bandera de la libertad de expresión para lanzar nuestros mensajes de pasión y de sangre. Y con mayor o menor razón y justicia solemos tirar de arrogante chulería cuando alguien cuestiona nuestros escritos, que son la hostia, claro. Pero no, todo tiene un límite y unas reglas, como la ortografía, el amor o un partido de fútbol. Y el principal de esos límites y fronteras es el perverso manejo de la infamia y las malas artes. Y cuando eso sucede hay que salir al paso y denunciarlo con todo el asco posible, y allá corporativismos, como los que se cobijan otros colectivos -los médicos, por ejemplo, ahora que está de moda eso de las huelgas podridas-.   

Este viernes ese panfleto, y hasta mal libelo llamado “El Correo de Pozuelo”, publicó en su portada que la alcaldesa de Pozuelo, Susana Pérez Quislant, se acercó enferma de Covid, de forma irresponsable y temeraria a los niños de los colegios que amenizaron con sus villancicos en las escalinatas de la casa Consistorial de Pozuelo. Y los besó y abrazó emocionada. 

Pozuelo IN no se ha caracterizado, precisamente, por derrochar alabanzas a la alcaldesa, a la que ha cuestionado en su momento cuando la situación y nuestro criterio de justicia lo ha requerido, pero este medio humilde tiene por costumbre ser ponderado y justo en su obligado ejercicio de contrapoder. O sea, que ejerce algo tan básico y esencial como contrastar las informaciones que ofrece en su diario digital y su revista en papel. Siempre enfrente del poder, por supuesto, siguiendo el espíritu libre e independiente del que nunca renegaremos. Pero la infamia, no es nuestro estilo y el que tira de ella con total frivolidad e irresponsabilidad con perversos fines no hace sino degradar este santo oficio que tanto amamos y por el que tantos compañeros se han dejado la vida, literalmente.

¿Puede probar con total seguridad ese supuesto medio de desinformación que es “El Correo de Pozuelo” que la alcaldesa estaba enferma de Covid cuando fue a besar a los niños? Desde luego, si fuera verdad, habría sido un acto criminal, insensato, de un loco -en este caso, una loca-, insensible y repugnante. ¿Pero a pesar de todos los supuestos desmanes y cuestionable gestión del municipio que ha ejercido la señora Pérez Quislant a lo largo de su mandato -que también ha tenido sus nobles acciones, todo hay que decirlo- alguien puede pensar, si no está colocado bajo alguna sustancia sicotrópica, que enferma de Covid se haya acercado a los niños a contagiarles de forma premeditada? ¿Se lo han preguntado a ella antes de lanzar al público semejante aberración? Pozuelo IN lo ha hecho, por mera cuestión profesional, y las fuentes consultadas no salen de su asombro ante semejante canallada, tan vil.  

Ay los periodistas, siempre elementos sospechosos, gente de mal vivir y peor beber, pero gran parte de la historia está trufada por personajes periodistas ilustres y brillantes con la pluma y sus ideas, para qué reparar en nombres. Gajes del oficio que se remontan a la Antigüedad más antigua, a Julio César, el primero que se atrevió a difundir noticias con su “Acta diurna”, el Diario Romano, (59. A.C), casi nada. Aunque, claro, se trataba de otro libelo gubernamental para influir en la opinión pública, casi lo mismo que se practica ahora y ejerce sin pudor “El Correo…”, pero al revés. Pasó el tiempo y las noches y los días y hasta el siglo XVII no se implantaron las primeras doctrinas del periodismo, y así hasta donde nos hallamos y sostenemos, de la manera que sea. 

El cuarto poder, el periodismo, ahora tan denostado y preso de tantos intereses funestos políticos. Pero algunos aún creemos en la fuerza de las palabras y las ideas, como en los toros, por ejemplo, siempre que se ejerza con la pureza debida, sacudidos de venenos y demonios de mala muerte.

Termino porque llega la hora del vermú y eso es sagrado para mí, como las líneas que ahora me ocupan. Pero remato la faena con algún apunte relativo al código deontólogico del periodismo: Respeto a la verdad. Investigación de los hechos. Presunción de inocencia. Rectificación de las informaciones erróneas. Y, bueno, como sostenía Borges, no hay noticias todos los días, y no confundamos información actualidad.

Y siempre críticos ante el poder, por supuesto, sin meter pico, al lado del enemigo, con la distancia adecuada, sí, por si cae algo; y depende del toro, muleta abajo -trincherazo- si sale revoltoso y con la cara arriba; o la franela a media altura, si advertimos que el bicho flojea de remos. Pero eso es otra historia. Otra lección para otro día. Porque hoy nos ocupaba la mala baba de los presuntos periodistas infames que no van en corto o largo y por derecho. Vaya, en la suerte suprema me he vuelto a volcar en el toro de mi vida.

COMENTARIOS

30 de noviembre de 2022 a las 09:22

¿ESTA O NO CON COVID QUISLANT ? LA MENTIRA O LA IMPRUDENCIA CON LOS NIÑOS ES IGUAL DE MALA

Las dos cosas son igual de graves, la mentira o si está con COVID esa cercanía con los niños. En el Pleno dijeron que estaba con COVID y en la reunión con los rectores igual.  

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