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EL GRAN Y SILENCIOSO NEGOCIO DE LAS PUTAS DE POZUELO (I)

16-02-2023 12:47 p.m.

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No se ven, no se muestran, no hacen ruido, viven en sigilo entre las paredes de sus cuartos oscuros. No hay “bares de putas” en Pozuelo de Alarcón, pero el negocio es próspero en centenares de pisos, apartamentos y chalets del pueblo.

Por Germán Pose - La prostitución, el oficio más antiguo del mundo, y también, uno de los más rentables, se desparrama por todos los callejones y avenidas de Pozuelo de Alarcón con el sonido sordo de los tacones altos de las meretrices que brindan sus servicios sexuales. No se hacen notar, pero ahí están, entre las paredes de las casas de todo el pueblo, desde el Casco del centro del pueblo, hasta las afueras del lugar -y de Aravaca, no hablamos, por hoy-, pasando por la avenida de Europa y Somosaguas, sacudiendo y dando alas a las oscuras fantasías de sus ávidos clientes. 

Un paseo por las páginas de Internet da la medida de este negocio extraordinario que desborda Pozuelo de Alarcón. Meretrices, lumis y rameras de todas las edades y nacionalidades desbordan frescas y lozanas las redes sociales anunciando sus servicios de placer clandestino. Eso sí, cada una de ellas en su casa, y dios en la de todas. 

A mediados de los años 90 abrió un lujoso puticlub junto a los juzgados de Ática, junto al centro comercial Zielo, su nombre era Áqua pero tuvo una corta vida, apenas unos meses, porque, claro, Pozuelo es un pueblo “bien”, muy burgués, en general, y habitado por muchos humanos de alta posición y buena renta cuya presencia visible en ese exquisito lupanar no era conveniente. El local tuvo que cerrar, no era negocio. Hay que cuidar la imagen y apariencias y mejor taparse en un apartamento u hotel tras las persianas bajadas.

Pero el negocio, como algunas procesiones, va por dentro. Adele -nombre ficticio- una prostituta que presta sus servicios en un apartamento de la Avenida de Europa, relata a Pozuelo IN que suele ganar una media de 10.000 euros al mes por su trabajo. “Los clientes suelen ser de clase media-alta, la mayoría casados y no dan problemas, son aseados y, en general amables”, comenta Adele, mientras se cepilla con parsimonia su melena rubia frente al espejo de su habitación bañada con una tenue luz rosada. “A muchos de ellos -prosigue-, les gusta que se les trate como si yo fuera su novia, me piden besos y caricias, y no exigen mucho más. Al final, pagan, se despiden con un beso final, se van y suelen volver al cabo de unos días”. 

Una prostituta de Pozuelo suele cobrar el servicio por una hora de 100 a 200 euros, por lo general. Algunas tienen un horario fijo y otras prestan sus favores durante las 24 horas. En un día, una de estas mujeres puede ganar una media de 500 o 600 euros, “pero hay días gloriosos en los que he llegado a ganar 2000 euros”, relata a este periodista, Francine en el interior de su exclusivo chalet de las afueras de Pozuelo, una jovencísima prostituta brasileña que acaba de cumplir los 25 años.  

En estas correrías sexuales no suele haber droga de por medio, “pero algunos clientes traen cocaína -relata Francine- aunque yo no consumo. Y para mí, casi mejor que la traigan, porque cuanta más coca se meten más ansiedad les entra, y como no logran empalmarse estiran el momento, se quedan una y otra hora y yo tan contenta porque cobro más”, comenta con toda la naturalidad del mundo. 

Las viviendas donde prestan sus servicios suelen estar compartidas por varias mujeres, que deben desembolsar, lógicamente, la cuantía que les supone ocupar su habitación. Ahí entra en juego lo que se denomina la “madame”, la mujer propietaria de la vivienda y que suele organizar el trajín de las chicas y también las cuida por si hay algún problema. 

“No suele haber malos rollos en Pozuelo, como en otros sitios de Madrid, por eso no tenemos hombres que vigilen nuestro trabajo, los llamados chuloputas. Los clientes se cuidan mucho de no armar jaleo porque saben que son conocidos en el pueblo, tienen una posición y una familia y se la juegan”, explica Carmen, una malagueña recién llegada a Pozuelo.  

(Continuará)

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