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Se define, asertividad, como la habilidad para ser claros, francos y directos, diciendo lo que se quiere decir, sin herir los sentimientos de los demás, ni menospreciar la valía de los otros, sólo defendiendo sus derechos como persona.
En un porcentaje muy elevado, los conflictos que se producen a lo largo de nuestras vidas tienen que ver con no expresar de forma clara y franca nuestros pensamientos o sentimientos. Es relativamente habitual que callemos nuestras apreciaciones, con el objetivo de no hacer daño a los demás o de ser políticamente correctos.
Si nos fijamos a lo largo de la historiamos grandes conquistadores, emperadores e incluso en nuestra época, nuestros ídolos ya sean reales o de ficción, son aquellas personas que tienen una gran autoestima y que utilizan la asertividad con una gran maestría.
En mi modesta opinión a la definición de asertividad, le añadiría que además de no herir los sentimientos de los demás, los nuestros tampoco deberían verse comprometidos. Siendo asertivos corremos el riesgo de que haya personas que nos puedan interpretar mal o que como dice en la definición se puedan sentí heridos. Por este motivo la asertividad no debe venir sola, debe acompañarse de un autoestima saludable y de un grado de empatía elevado.
En España somos muy dados al sincericidio, que poco tiene que ver con la asertividad. Somos un país demasiado dado a confundir, el ser sinceros con ser asertivos. La diferencia entre uno y otro radica, no en nosotros mismos, sino en cómo dejamos los sentimientos de la otra parte. La única solución es la educación y en este caso no me refiero a la educación académica, me refiero a la educación en sentido amplio, aquella que refuerza nuestros valores y principios, aquella que nos permite convivir en armonía con el resto de las personas. Si poseemos una gran educación, podemos ayudar muchas personas a través de la asertividad.
En un artículo anterior hablaba de la negociación y en concreto del método Harvard. Comentaba, que para una buena negociación deberíamos indagar y conocer los intereses de la otra parte que en muchas ocasiones se encuentran ocultos. En el ámbito de las relaciones humanas, deberíamos indagar los sentimientos de las personas con las que nos relacionamos, con el único fin de no herir sus sentimientos, cuando tratamos de ser sinceros y francos con ellos.
Ser claros, francos y directos, bajo la premisa de una educación exquisita, nos librará de la mayoría de los malentendidos o conflictos. La mayoría de nuestros conflictos diarios son problemas de comunicación. Cuántas veces asistimos a conversaciones, como meros observadores, y vemos como las dos partes están diciendo lo mismo, pero al no escucharse la una a la otra acaba discutiendo y generando un conflicto.
Otro elemento adicional, es la comunicación y dentro de la comunicación olvidamos siempre la parte fundamental, la escucha activa. Decía Aristóteles que tenemos una boca y dos oídos, porque tenemos que escuchar el doble de lo que hablamos, cuántos malentendidos se podría evitar si fuésemos capaces de escuchar con interés a las otras personas.
Valentín Fuster, eminente cardiólogo español, en su libro, el círculo de la motivación, nos cuenta como llegó a ser cardiólogo. El Dr. Fuster cuenta, como un prestigioso médico barcelonés, con el que coincidía en su club de tenis, le dijo de forma categórica que sería médico y además un gran médico. Este es un claro ejemplo de como una comunicación, sincera, clara, directa y con educación puede cambiar la vida de una persona. El Dr. Pedro Farreras Valentí, podría haber callado su opinión, podría no haberla comentado nunca y seguramente hubiésemos perdido a uno de los mejores cardiólogos españoles de la historia contemporánea.
Ser asertivo es beneficioso para ambas partes. Necesitamos despertar, alguien nos diga las cosas como son y no como queremos que sean, si somos capaces de verlo como una oportunidad y no como una crítica, nuestra vida podría cambiar para mejor. Recuerdo una escena de la película “El diablo viste de Prada”, en la que Anne Hathaway le indica a Stanley Tucci, que esta harta de trabajar sin descanso y aguantar a Miranda. La respuesta que obtiene del otro protagonista no tiene desperdicio le dice que no se esfuerza lo suficiente y que además de no esforzarse espera que la recompense por su trabajo, esta escena es una de las mejores conversaciones asertivas que he podido ver en el cine.
Hemos visto dos ejemplos, donde la asertividad ha sido beneficiosa. Donde alguien, siendo claro y directo con nosotros, han sido capaces de mejorarnos. En la misma medida, nosotros podemos mejorar los demás siendo también asertivos, hablando de forma clara, sincera y con educación. Comunicarnos de esta manera nos va a evitar conflictos y quién sabe, a lo mejor el próximo premio Nobel español, lo es por una conversación nuestra. Ω
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