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Para el hombre primitivo, todo cuanto le rodeaba era un enigma. Impotente ante las fuerzas de la naturaleza, cuestionándose el origen de estos fenómenos e intentando garantizar su supervivencia y la del grupo fue trascendiendo la conciencia de sí mismo para elaborar una cultura incipiente que le conectara con el más allá.
Tanto en la religión fenicia como en la cananea, los cultos a los dioses estaban dominados por las preocupaciones agrarias. Se les pedía protección para que concedieran a sus fieles, trigo, agua aceite, vino y miel. Se celebraban festividades que correspondían al ciclo agrícola de la siembra en primavera, la cosecha en verano, la vendimia en otoño y la recogida de la aceituna y prensado para obtener el aceite en invierno.
Los mitos en torno al olivo, se originaron en aquellas épocas remotas en que los hombres se fueron asentando y agrupando en núcleos urbanos en torno al Mediterráneo.
La diosa Atenea, según la mitología griega, era hija de Zeus que la engendro por sí solo en su augusta cabeza. Atenea, en el inicio, como Madre Tierra, estaba íntimamente ligada al ciclo vital de las plantas y de los animales. Cuenta la leyenda que Atenea y Poseidon se disputaban la soberanía de la ciudad y esta controversia fue llevada al tribunal de los dioses, que decidieron conceder la ciudad a quien produjera la mejor obra.
Batiendo el tridente Poseidon hizo nacer de la roca un caballo. Atenea, con un golpe de lanza dado en el suelo, hizo brotar un olivo cubierto de frutos. Los dioses deliberaron en el Olimpo y Atenea obtuvo la victoria. Cecrope, el fundador de Atenas, hizo la primera poda del olivo bajo los sabios consejos de Atenea. Por gratitud a la diosa, la nueva ciudad implantada sobre una roca inexpugnable se llamo Atenas. El olivo era el símbolo de la Moira o Destino de la ciudad y Atenea, la diosa de la sabiduría, les concedió el olivo, árbol que exigía cultivo y dedicación y por lo tanto facilitaba el sedentarismo a las poblaciones de los primitivos núcleos urbanos.
A través de la creación cultural y artística, los hombres fueron generando y cincelando las dimensiones de la conciencia humana y esto les permitió formalizar en palabras e imágenes mentales la realidad del mundo exterior, expresando sus concepciones en lenguajes. Mediante los símbolos los hombres accedieron a formas de comunicarse con la esfera de lo divino. Los símbolos se nutren de sentimientos e ideas y representan, de un modo abstracto, las propiedades de algunos elementos.
El olivo se reviste, por todas las cualidades que reúne, de una gran inteligencia simbólica entretejida a lo largo de los siglos.
Simboliza la inmortalidad porque vive, fructifica y se renueva desde hace miles de años. En el Antiguo Testamento, los hijos felices del padre fecundo se comparan a los renuevos de olivo.
Es símbolo de paz y reconciliacion. Noe lo designo signo de alianza entre la naturaleza y el hombre, al ser el olivo el árbol que no pudrieron ni dañaron las aguas después del diluvio. La paloma, con el ramo de olivo en el pico, se ha perpetuado como símbolo imperecedero de este hecho.
Es también símbolo de resurreccion y esperanza porque después que Jerjes incendiara la Acrópolis y su olivo sagrado, cuando los atenienses entraron de nuevo en la ciudad no había mas que un montón de ruinas, pero el olivo sagrado del templo del Erecteion había crecido un codo en la primera noche, signo de la rapidez con la que el pueblo de Atenas, renovado su ímpetu, iba a regenerarse lleno de esperanza.
Por su fortaleza, su capacidad de resistir las más duras condiciones de sequía y de pobreza del suelo, es símbolo de fuerza. La maza de Hércules era de madera de olivo y de ella nacían raíces, que se transformaban en árbol cuando se clavaba en el suelo.
Arbol íntimamente unido a Atenea recibe de ella los símbolos de sabiduria y virginidad, y estos símbolos van ligados en la pintura clásica a las imágenes de la Inmaculada Concepción, uno de cuyos atributos es el olivo.
Para los helenos, los descendientes de los dioses nacían bajo los olivos y se le consideraba por ello símbolo de fertilidad por lo que las mujeres que querían engendrar, dormían bajo su sombra.
Atenea, la guerrera victoriosa en la lucha con Poseidon, dotó al olivo con el símbolo de la victoria.
A los vencedores de las Panateneas, festividades de carácter religioso-politico que se celebraban todos los años en honor de la diosa protectora de la ciudad, se les concedía toda la cosecha de aceite que se obtuviera en las plantaciones del Atica consagradas a la diosa.
En el año 776 a.C. derivados del culto, se iniciaron los Juegos Olímpicos, y los vencedores, los Olimpionicos, eran coronados con olivo silvestre.
El aceite de oliva comparte con el olivo los atributos simbólicos, mágicos, míticos y sagrados. Todo símbolo es un compendio de significado, una síntesis de la presencia divina.
En la medida en que el hombre perfecciono las técnicas del cultivo del olivo y la elaboración del aceite de oliva, aquilato sus valores y lo convirtió en símbolo de virtudes y cualidades supremas. Virtud significaba en la antigüedad, fuerza, poder, eficacia de una cosa. Los griegos concedieron al aceite la “arete”, la virtud, la máxima potencialidad.
El aceite de oliva tiene unas propiedades reales: nutre, suaviza, impregna, permanece, conserva, aromatiza y es portador de aromas; impermeabiliza, brilla, es portador de luz y calor, calma y pacifica, lubrifica, depura y limpia. A partir de estas cualidades se le atribuyo el ser símbolo de sabiduría, de luz, de inteligencia, de paz, bienestar, suavidad y luz interior.
Estas asociaciones se fueron generando a lo largo de la vida cotidiana en esos pueblos mediterráneos que cultivaban con arados curados con aceite, que trabajaban con cueros suavizados con él, que hilaban con fibras aceitadas para impermeabilizarlas, que ungían sus cuerpos con él para protegerse y que lo empleaba en sus lamparas rústicas o suntuosas para iluminar sus casas o sus templos.
También es muy arcaico para el aceite su carácter de símbolo de ETERNIDAD por ser el que menos se enrancia y el más apto como medio para conservar en el otros alimentos.
La extraordinaria propiedad del aceite de oliva de unirse a la masa de pan, confiriéndole mayor durabilidad y haciéndola más asimilable, hizo que el trigo, el aceite, y más tarde el vino fueran, entre los pueblos de Oriente Medio el símbolo de las necesidades básicas de la alimentación.
Pero es en las ceremonias de unción donde el símbolo es mas profundo. Los reyes de Israel eran ungidos y el aceite les confería autoridad, poder y gloria por parte de Dios a quien se le reconocía como el verdadero garante de la unción.
En los Libros de Samuel e Isaías se considera el aceite de la unción como símbolo del espíritu de Dios. El rey por excelencia era el “Mashiah”, el Mesías, (el ungido con aceite de oliva), transcripción de la palabra hebrea que en griego era el Cristo. Jesús, para algunos, era el rey esperado pero, al no haber recibido la unción material del aceite, le fue otorgada plenamente a través del Espíritu Santo que lo simboliza. Como el cristianismo primitivo estableció una relación inmediata entre el don del Espíritu y el Bautismo, se instauro en el rito bautismal la unción con aceite de oliva. Con aceite de oliva además se consagran los altares y los objetos litúrgicos, los edificios sagrados y los profanos. Ω
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