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"Vivir en Pozuelo es el sueño de mucha gente" Por Juan Carlos de Laiglesia Fotografía: Ricardo Rubio
Nos habla en exclusiva de su carrera, sus maestros, las bondades de Pozuelo y el nuevo perfil del ‘famoseo’ español. Beatriz es vecina de Pozuelo desde hace más de dos décadas y cualquier tarde se la puede ver paseando a su perrita (una preciosa Cavalier King Charles llamada Betty), entrando en el centro estético de Carmen Navarro o tomando algo en Baralia. Es una de las más prestigiosas cronistas sociales de nuestro país porque considera la prensa del ‘cuore’ un género periodístico como cualquier otro y lo trata con idéntico rigor.
—¿Que te llevó al periodismo?
Había estudiado Farmacia por deseo de mi madre, pero no podía seguir porque no me interesaba nada ni se me daba bien. Entonces un amigo me dijo que tenía que meterme en periodismo porque yo tenía alma de periodista, y aunque en ese momento me interesaba más la publicidad, me decidí por el periodismo. Pero no fue algo vocacional sino, como muchas cosas en la vida, fruto del azar.
—Y después, ¿cómo derivaste hacia la prensa de sociedad o del corazón?
Entré en la sección de cultura y colaboraciones del periódico ABC. Me encargaba de llamar a académicos de la lengua y revisar con ellos los artículos que publicaban. Tenía que hablar con Julián Marías, con Pere Gimferrer, Lázaro Carreter… nada que ver con el mundo del corazón. Pero unos compañeros del periódico entre los que estaban Ignacio Ruiz Quintano, Jorge Berlanga y Oti Rodríguez Marchante decidieron hacer una páginas alternativas que se llamaban Gente y Aparte, y como yo en esa época vivía Madrid muy intensamente, me animaron a escribir columnas pero sin famosos ni nada, sino sobre lo que yo hacia por la noche, y empecé a escribir esa columna en Gente y Aparte que se llamaba ‘Ricas y Famosas’ o ‘La Vía Láctea’ sobre cosas más alternativas, no tan de corazón. Después, otra vez el azar quiso que un día Amilibia, que era el cronista oficial de ABC de los famosos y de las negritas, tuviera aquel incidente tan grave que dio con él en prisión. Luis María Ansón empezó a buscar un cronista diario para la columna de las ‘negritas’ y fue Federico Jiménez Losantos quien le dijo, en su despacho: “No, hombre, no busques fuera, si tienes a Beatriz en la redacción“. Federico ya me conocía por Gente y Aparte donde él colaboraba, y una vez más la vida me presentó esa oportunidad.
—¿Al periodismo rosa se le exige menos rigor que a otros?
La prensa del corazón siempre ha estado muy vilipendiada cuestionada porque quizás la televisión ha dado la imagen de que es espectáculo puro y duro, pero es tan digna como la prensa de Economía, y yo creo que los periodistas podemos hacer cualquier especialidad. Necesitas lo mismo: buenas fuentes, comprobar que las noticias son reales, tener acceso a las personas que te interesen y hacer una labor periodística. Eso sirve igual para Economía que para Política o para Deportes, y en los periódicos escritos las secciones están más igualadas. En la televisión, lo que hacemos forma parte más bien del ‘show’ televisivo, pero en el periodismo puro y duro de agencia, de periódico, de radio, una querella te puede caer igual por un famoso que por un político, así que te exige el mismo rigor.
—¿Qué diferencias hay entre tu trabajo en radio, televisión y prensa?
La diferencia entre prensa y televisión es que la prensa es papel, o digital, pero periodismo purista, y la televisión no considero que sea periodismo sino ‘show’ y entretenimiento. Es otra cosa que exige que en una misma mesa tenga que haber un periodista, un artista, un showman, un cura o un deportista. No hablo de los informativos, donde solo hay periodistas, sino de los programas donde yo estoy, que lo que buscan es entretener. Los magazines son programas de entretenimiento donde los periodistas coincidimos con gente que simplemente da bien en pantalla, comunica, es divertida o tiene un interés televisivo.
—Con tantos años de profesión, ¿has tenido algún caso raro o curioso, algún fan o enemigo enloquecido?
En mi agenda de teléfonos tengo varios números que pone “Loco 1”, “Loco 2”, “Loco 3”… porque hay gente que te llama con unas cosas… y como los memorizo para no coger el teléfono ya debo de tener siete u ocho locos. Eso lo da la tele sobre todo, porque a ABC me mandaban cartas pero eran mucho más tiernas y parece que lo escrito es más de seguidores o fans que te leen. Salir en la tele se presta a comentarios más sangrientos, pero los pongo en la lista de los locos y ya está.
—Es que hay gente de la tele que pone toda la carne en el asador y ya se hacen como personajes. ¿A ti no te afecta tener tanta exposición para tu vida personal?
No escondo mi vida privada, en mis redes sociales no saco a mis hijos porque son mayores y pasan, pero saco a mi perra y si voy al campo saco una foto de que estoy en el campo… No creo que mi vida privada tenga mucho interés para el espectador o el seguidor porque no lo haya fomentado o porque a mi tampoco me interese, pero no tengo ninguna paranoia con eso. Si voy por la calle y la gente me saluda, normalmente todo el mundo es educado y nunca he tenido una situación desagradable ni me molesta. Hay gente que mata porque le reconozcan o les saluden, pero no es algo que yo anhele ni me va la vida en eso. El ego lo tengo muy cubierto en muchas cosas, me da bastante igual, lo llevo con mucha naturalidad y creo que por eso no he tenido nunca situaciones incómodas ni me ha pasado nada desagradable. Al revés, normalmente la gente es muy educada y te dice que les gustas y que te siguen.
—Me gustaría que explicaras tus experiencias con cuatro figuras de la comunicación con las que trabajas o has trabajado. Empecemos con Luis María Ansón.
Ansón fue mi maestro en el periódico, me cogió totalmente de principiante y los que llevamos la escuela de Ansón tenemos un aprendizaje especial que no tiene todo el mundo. Una escuela de trabajar todos los días del año, a todas horas, sin fines de semana, a destajo. Hoy mucha gente lo primero que te pregunta es “¿qué horario tengo?”. Cuando me preguntaban eso los becarios en ABC me moría de risa y les decía “¿Pero tú dónde te has metido?”. A lo mejor ahora las cosas son de otra manera, pero a mí me ha tocado vivir la época en la que no había horarios ni libranzas ni festivos y sólo trabajo y trabajo. Eso es Ansón, una máquina de trabajar y un maestro en ese estilo de trabajo que he ejercido en el periodismo. Creo que los que hemos trabajado con él somos muy resolutivos.
—Federico Jiménez Losantos.
A Federico Jiménez lo conozco de toda la vida. Era amigo mío en mis años mozos de ABC, y luego llevo muchos años trabajando con él en la radio con una relación maravillosa. No creo que haya un jefe igual. Delante del micrófono podrá ser tal fiera que la gente hasta se puede sorprender, pero el Federico que yo conozco no tiene nada que ver. En los muchísimos años que llevo con él no le he visto pegar un grito jamás a nadie del equipo, ni enfadarse ni levantar la voz. Mira que he tenido jefes, y no conozco a nadie más cómodo en ese sentido ni más fácil y con el que trabajar más a gusto. Y, por supuesto, libertad cien por cien en todo. Aunque suene a peloteo, sólo puedo decir cosas buenas de Federico. Hace poco me pidieron que dijera algo malo, y les dije que es que tendría que mentir. Ansón tenía mucho genio, le he visto montar ‘shows’ tremendos y cuando se enfadaba daba miedo, pero Federico nunca y me encanta trabajar con él. Es un número uno, como lo fue Ansón también.
—María Teresa Campos.
Aunque empecé en televisión con Nieves Herrero en Antena 3, enseguida estuve muchos años con Teresa, tanto en la 1 como en Telecinco y en Antena 3. Es un animal televisivo, y de trabajar a su lado algo te queda porque te impregna. Seguramente mi formación televisiva ha sido mucho de la mano de Teresa, con la que prácticamente me inicié.
—Ana Rosa Quintana.
De todos, yo creo que es a la que me puedo parecer más por su forma de ser. Ana es una mujer muy sensata, que sabe pensar las cosas dos veces antes de decirlas, que no es el temperamento y la fiereza de otros sino justamente el equilibrio, y esa es su mejor baza y su éxito. Trabajar con Ana es una delicia porque con ella todo es fácil. Es la normalidad, la sensatez, una comunicación serena, tranquila. Trabaja muchísimo, madruga todos los días y no la he visto quejarse jamás. Yo le digo: ”Pero ¿qué pastillas tomas?”, porque tiene hijos, tiene marido, tiene una empresa, negocios, y siempre está como una rosa.
—Publicaste “Un año de Amor” en 2005, el libro donde recogías la relación de los actuales Reyes desde que se conocieron. ¿Tienes en mente escribir algún otro libro?
Lo pasé bien haciendo aquél pero también fue un libro por encargo, no un sueño que yo tuviera. Era el momento periodístico de publicar el primer año de los que hoy son Reyes de España. Me entrevisté con mucha gente, incluso con familia de la Reina Letizia, lo trabajé bastante, me tiré muchísimas tardes y noches pegada al ordenador, y me di cuenta de que la próxima vez que escribiera un libro tenía que tener mucho tiempo libre. Como a día de hoy todavía no lo tengo, todas las veces que me han llamado para escribir, y tengo que agradecer que muchas editoriales me hayan llamado y hayan insistido, siempre la respuesta ha sido la misma. Lo hice aquella vez sin saber lo que realmente suponía escribir un libro que quieres hacer bien y ahora materialmente no tengo tiempo.
—¿Qué personajes suscitan más interés ahora? ¿Ha cambiado la ‘fauna’ del corazón desde tus inicios?
Los personajes van cambiando pero hay clásicos que no fallan como las casas reales, sobre todo los Windsor y los Mónaco.
El perfil del ‘famoseo’ en España ha cambiado mucho. Manda la actualidad, y la televisión y los ‘realities’ han generado un nuevo perfil de famoso, tanto que ahora Belén Esteban es mucho más famosa que una Koplowitz. Algunos clanes clásicos como Pantoja, Jurado o Iglesias siguen muy vivos y los nuevos personajes son más de corto recorrido. Como el corazón es un negocio que da mucho dinero con las webs, la masificación y todo, eso ha hecho que a mucha gente no le interese salir y también hay algunos que en televisión no funcionan, porque Isabel Preysler funciona muy bien en el papel couché pero no en televisión. Hay personajes diferentes, más histriónicos o llamativos, que a lo mejor ya no destacan por su trabajo sino por otras cosas. Ahora es un arte efímero donde todo dura poco. Como noticias, estamos viviendo lo de María Teresa Campos y Bigote Arrocet, que es como un revival de los años setenta, con una ruptura que sería de adolescentes y son dos señores que peinan canas…
—¿Te emociona más una entrevista que aún no hayas conseguido o una exclusiva?
Es que una entrevista buena es una exclusiva, ya sea por actualidad inmediata o porque esa persona nunca hable. Si yo consigo entrevistar a un personaje que no habla nunca como la Reina Letizia, por referirme a mi libro, pues eso es una entrevista y a la vez una exclusiva. A mí me encanta dar noticias. Vengo del mundo de la información donde todos los días tenía que levantar una o dos noticias, pero en los últimos años estoy haciendo más entrevistas y es un género que me gusta, porque sacarle a un personaje algo que no haya contado nunca implica psicología, una carrera que me habría gustado estudiar.
—Hablemos de Pozuelo. ¿Por qué elegiste vivir aquí?
Vine a vivir a Pozuelo en el momento en que tuve dos hijos, uno de ellos recién nacido, y quería un entorno lo más confortable posible para mi familia. Siempre he trabajado mucho y no podía estar en el parque por las tardes ni llevándoles a clases extraescolares. Necesitaba un lugar donde no corrieran riesgos, no tuvieran que cruzar calles, donde se pudieran criar en libertad pero con control. Y cuando vine a Pozuelo y vi esta urbanización (Prado de Somosaguas) me encantó porque dentro de casa tenían los amigos, el tenis, la natación, todo, y ha sido la mejor elección. Mis hijos son de Pozuelo, se han criado aquí, han ido a colegios de la zona, y todas las cosas del día a día las hago aquí. El trabajo no, aunque tengo cerca Telemadrid y la 1. La Ciudad de la Imagen me ha venido muy bien en muchas cosas. Me paso en el coche todo el día porque tengo que hacer muchas cosas fuera de aquí, pero en Pozuelo es donde me he sentido muy bien y tengo los recuerdos de la infancia de mis hijos. Nunca he tenido un problema, creo que hay un ambiente estupendísimo y todo lo que diga de Pozuelo es bueno. Por eso yo creo que mucha gente quiere vivir aquí.
—Y hay vecinos interesantes para tu profesión...
Sí, tenemos la zona muy animada últimamente entre el padre de la Reina, el Presidente del Gobierno, Albert Rivera, muchos fiscales y magistrados. Como decía, el sueño y la meta de mucha gente es poder llegar a vivir en Pozuelo algún día.
—¿De qué manera lo disfrutas tú?
Me encanta pasear por Pozuelo. Hago todos los días una ruta de hora y media paseando con mi perra y es una delicia porque no tenemos coches ni contaminación y eso me encanta. Luego, muchas cosas de estética y de compras las hago por Pozuelo. Bajo a Baralia, que está al lado de casa y se ha convertido en uno de mis sitios fijos, voy a restaurantes del Zielo como el Tony Roma´s y el Urrechu…
—¿Trabajar en la tele supone cuidar tu imagen?
Tengo que cuidarla porque trabajo en televisión pero a mí me gusta, así que no es ningún esfuerzo. Los diseñadores a los que más recurro últimamente son Cocoa, dos chicos andaluces que hacen una ropa muy alegre con la que me identifico mucho, y también mi gran amiga Teria Yabar, que me tiene muy cogido el estilo. Es una ropa muy accesible, muy alegre, muy ponible y con una relación calidad / precio estupenda.
También me gusta cuidarme con tratamientos de estética, para lo que tengo mis aliados. Uno es mi doctor Antonio Licitra, de MED-Estetic, al que suelo ir un par de veces al año. Y por supuesto mi gran amiga Carmen Navarro, que además ahora ha abierto un centro en Pozuelo que me viene comodísimo, o Maribel Yébenes, y también me gusta conocer sitios nuevos, claro.
Esos son mis trucos. La gente me pregunta a veces por el pelo, porque la verdad es que tengo un pelo de muy buena calidad, y la única que lo toca es mi peluquera Vicky García. Ω
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