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Por Germán Pose / Fotografía: Carmen Millán.
Eduardo Chozas (Madrid, 1960) ha sido uno de los grandes de la historia del ciclismo español. Ganador de 4 etapas en el Tour de Francia y 3 en el Giro de Italia y otras diversas hazañas. Su gran ídolo siempre fue Eddy Merck, el caníbal. Vive en Pozuelo desde hace casi 40 años y el gran club ciclista del municipio lleva su nombre: Peña ciclista Eduardo Chozas.
—Empezó muy pronto a correr carreras, con 11 años, ¿por qué le dio por la bicicleta?
Yo jugaba en mi barrio de Orcasitas con mis amigos a todo, desde el tenis o fútbol al patinaje, y también montaba en bici y veía que se me daba muy bien. Un amigo de mi padre, el carnicero de Orcasitas, que era muy aficionado al ciclismo me dejó una bici de su época y empecé a correr carreras.
—Al paso de los años se hizo muy pronto profesional y destacó por su habilidad y potencia como escalador.
Bueno, yo he sido un corredor muy completo. No era un escalador puro pero subía muy bien; era un gran rodador, que me mantenía mucho tiempo en una escapada y bajaba muy bien los puertos. Es verdad que en la alta montaña me he defendido muy bien y ha sido donde he logrado mis mejores triunfos.
—Hablando de la montaña miremos hacia la etapa del Alpe D’huez, ¿cuánto se sufre subiendo ese puerto mítico?
El Alpe D’Huez es siempre final de carrera y está precedido de puertos muy largos y duros. Primero subes el Galibier, que son 40 kilómetros de subida, luego está la Croix de Fer, que son otros 30 kilómetros. Empleas más de una hora es subir cada cima de estas. Entonces, claro, cuando llegas al alpe D’Huez estás destrozado. Sufres mucho porque vas al límite de tus fuerzas. Los últimos kilómetros son agónicos, terribles.
—¿Se puede considerar el ciclismo uno de los deportes más duros que existen?
En cuanto al límite de resistencia en un día creo que sí. Hay etapas en las que te tiras 4 horas al máximo de lo que puede dar tu cuerpo. Y, claro, las grandes vueltas son 21 días a más de 200 kilómetros por jornada. Y se suele competir al año más de 100 días.
—Dese importancia, ha ganado 4 etapas en el Tour de Francia y 3 en el Giro de Italia, aparte de otras conquistas. ¿Qué sensación le queda al mirar para atrás y ver lo conseguido?
Me siento muy orgulloso de haber sido durante una década uno de los 10 mejores corredores del mundo, no está mal, no? Y además esas grandes etapas las solía ganar en solitario, sin ayuda, después de haber dejado a todo el pelotón detrás.
—¿De cuál de todas tus hazañas se siente más orgulloso?
De las etapas ganadas en el Tour y en el Giro, sobre todo, pero también de haber disputado 27 grandes vueltas. Pero me siento muy orgulloso de todas. Destacaría la del Tour de Francia de 1986, que terminó en el Coll Du Granon, aquél día se acabó el ciclo de ganadores franceses en el Tour. Fue una escapada de 150 kilómetros, fue una gesta impresionante.
—Para un ciclista profesional ¿qué significa el Tour de Francia?
Mucho, es un sueño para cualquier ciclista y donde te confirmas en este deporte. Es la mejor del mundo y tiene mucha repercusión todo lo que haces. Es como una Champions League o campeonato del mundo de fútbol. El Tour es la meta soñada por cualquier ciclista. Hay un dicho que refiere que hasta que no acabas un Tour no te dan el “carnet” de ciclista.
—¿Quiénes fueron sus más célebres compañeros de equipo?
Muchos, desde Faustino Rupérez, que ganó la Vuelta a España de 1980, y era mi primer año de profesional. En la ONCE, estuve con grandísimos corredores, Marino Lejarreta, Pedro Muñoz, Ruiz Cabestany, Anselmo Fuerte, y por supuesto con Miguel Indurain en el Reynolds, en 1985. También compartí equipo con Perico Delgado en mi época amateur, en 1979.
—El ciclismo ha sido uno de los deportes más afectados por el dopaje después de todos los memorables sucesos ocurridos que culminaron con la retirada a Armstrong de los siete Tours. Al espectador le llegó a dar la sensación de que todos los corredores iban dopados, ¿es cierto?
Ese es un tema que da varios masters. Las autoridades marcan aun código velando por la salud de los deportistas y esas normas van cambiando año tras año según los avances médicos. Siempre habrá polémica pero lo que está claro es que el control antidopaje es necesario. En el tema de Armstrong, cuando corría, no se detectaba una hormona artificial que regula el nivel de glóbulos rojos en la sangre, que es la eritropoyetina (EPO), que la tenemos todos en nuestro organismo. Alguno se aprovechó de manera artificial de esa ventaja pero no se detectó hasta tiempo después.
—¿El doparse para mejorar el rendimiento es un acto individual o los médicos de los equipos están detrás?
Es un acto individual, pero en el ciclismo moderno tiene que haber un especialista médico detrás que oriente el asunto.
—Ahora comenta el ciclismo en televisión, en Eurosport, ¿cómo contempla un gran ciclista como usted las carreras “detrás de la barrera”?, en el monitor de la tele.
Lo veo como si estuviera yo en la carrera. Mi misión de comentarista es analizar lo que está ocurriendo en cada momento y por qué. No es todo dar pedales y agachar la cabeza, sino que se corre con una lógica de equipo y una estrategia. Aporto detalles técnicos para que el espectador tenga una mejor idea de lo que está viendo.
—¿Quiénes han sido sus ciclistas ídolos de todos los tiempos?
Bernard Hinault, con quien compartí pelotón en mi primer Tour y en el último de los cinco que ganó. Miguel Indurain, por supuesto; el gran Luis Ocaña, que me inspiró para ser ciclista, y Eddy Merck, claro, quien creo que ha sido el más grande ciclista de la historia.
—Con lo duro que es ser ciclista, ¿cree que están bien pagados? ¿Usted ha ganado pasta en esto?
Esto es muy subjetivo, aquí no hay taquilla, por ejemplo, como en el fútbol, y otras cosas. Yo me consideré bien pagado porque he sido un corredor de élite y he estado entre los mejores.
—¿Desde cuándo vive en Pozuelo de Alarcón?
Desde 1985, año en que corrí mi primer Tour. Un personaje muy popular en el barrio de la Estación, Antoñito el quiosquero, me dijo que si ganaba una etapa en el Tour me regalaba los periódicos, así que le tocó pagar cinco o seis años seguidos.
—¿Qué tal su vida en Pozuelo?
Muy bien, es un sitio apacible, tranquilo, con muchos espacios verdes, muy cerquita de Madrid y con la Casa de Campo de vecina. Estoy muy contento. Ha cambiado mucho el pueblo desde que llegué, la Avenida de Europa no existía y era todo campo, ahora Pozuelo es una gran ciudad con casi 90.000 habitantes.
—Además, uno de los más importantes clubes ciclistas está en Pozuelo y lleva su nombre. Peña ciclista Eduardo Chozas.
Sí, ahí estamos. Tenemos varios equipos, uno de carretera, de Sub-23 y otro de mountain bike mixto, de chicos y chicas, además de la actividad y organización de los campus que también llevan mi nombre. Ω
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