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“La belleza no es el fin, es el camino”
Por Germán Pose - Disertar, escribir, desparramarse sobre el concepto de la Belleza, ¡qué cosas! Estrella Fernández-Martos se ha atrevido a ello en el viaje de su libro “De la Belleza” (Ed. Cajón de sastre). ¿Qué misterios esconde la Belleza?, ¿cómo definirla?, ¿cómo aspirar a ella en este mundo tan vil? Sobre este peliagudo asunto algunas pistas nos da Estrella.
—¿Es posible definir la belleza?
Sobre la belleza tengo muchas ideas erróneas y es un asunto tan basto que aún no he conseguido dar con una definición que englobe todo. Reparo en la certeza de lo útil, por ejemplo, y cuando algo es útil ya tiene su punto bello. Ocurre que reducimos la belleza a lo que nos gusta y si no nos gusta no es bello, no es así. Creo que tiene mucho que ver con la armonía que nos contagia cualquier cosa.
—¿Qué hermoso misterio crees que encierra la belleza?
He descubierto que tiene mucha más aplicación profunda en la vida real de lo que pensamos. Su mayor misterio es que la propia belleza no es el fin, sino el camino. La belleza es una guía sin necesidad de tener otro apoyo filosófico profundo.
—Afirmas en tu libro que no existe belleza en el dolor. El escritor Thomas Mann dejó escrito que la belleza, como el dolor, hace sufrir, ¿qué opinas de esto?
No son conceptos incompatibles. La belleza reside en el amor que se sobrepone a la amargura. Al ser humano la fealdad le repele y el dolor le espanta, está claro, pero ese estado de cosas debemos resolverlo con actos nobles y bellos.
—La belleza también puede trastornar, ahí está el llamado “Síndrome de Stendhal”, una enfermedad sicosomática que causa estragos a quien se siente asombrado y abrumado por un destello de belleza, como le ocurrió a Stendhal cuando visitó la Santa Croce, de Florencia.
Claro, porque estamos tan metidos en un ritmo rutinario y cotidiano que cuando se nos cruza algo extraordinario nos sacude las emociones, cada uno a su manera. Es cuando uno siente que ese destello te supera, te apabulla y no eres capaz de asimilarlo. Eres consciente de que en ese momento hay algo más, no solo una obra bella, es como conectar con lo sobrenatural y divino, inexplicable.
LA BELLEZA VA POR DENTRO PERO SE MUESTRA FUERA
—Hablamos del juego de los contrarios: el bien y el mal; la verdad, la mentira; lo bello, lo feo; la noche, el día. ¿La belleza no tendría sentido de existir si no se enfrentara a un espacio de tragedia y fealdad?
No estoy del todo de acuerdo. Del mismo modo que pienso que en una parte del mal se esconde una parte de belleza, ¿La idea perfecta de belleza existe?, sí, ¿la podemos procurar nosotros?, no. Pero en nuestro equilibrio del bien y el mal muchas veces podemos rendirnos a la fuerza del mal, que es muy potente, y a la belleza la consideramos meliflua y tenemos que batallar y ponerla en primera línea, como una aspiración.
—Hay un dicho tradicional que dice que la belleza va por dentro, ¿solo va por dentro?
No, la belleza va por dentro pero se muestra fuera. Es como una semilla. Si plantas un granado hermoso saldrán frutos hermosos. Hay que cultivarla. La belleza genera belleza. Intentar ser justo, honesto, noble, ahí hay belleza y eso traspasa el interior y se muestra.
—¿Crees que la belleza está en los ojos de quien mira?
No solo, también está en aquel que es mirado.
—En tu libro también te detienes en la belleza física, la belleza de los cuerpos humanos, Sócrates sostenía que un hermoso cuerpo promete un alma bella. ¿Estás de acuerdo?
Sí en el sentido que él lo decía. Tenía que ver con un cultivo de una vida sana, una emoción por el conocimiento y por la búsqueda. Pero no somos solamente cuerpo, somos un todo. Hay personas muy bellas físicamente que son terribles en el trato, tenebrosas y frías como el hielo.
—El ideal de belleza física ha evolucionado mucho a lo largo de los tiempos. En la antigua Grecia el ideal de belleza masculino era tener un pene pequeño, quien tenía un pene enorme era considerado un bruto, ordinario y grotesco. Y ahí están las esculturas de Fidias, Lisipo o Mirón. Ahora eso ya no es así.
Los antiguos griegos representaban el orgullo del cuerpo humano, no tenían que esconder ninguna parte de la anatomía. El hecho de tener el pene pequeño venía a explicar que la inteligencia y la razón debían imponerse a sus pasiones, no eliminarlas, pero sí dominarlas.
HAY UN DISCURSO POLÍTICO Y PURITANO SOBRE EL PUDOR
—¿Crees que se ha impuesto el pudor y una corriente de puritanismo posmoderno que lo salpica todo?
Depende, no sé, parece que ahora no se puede hablar de según que cosas, pero luego ocurre que sacan una vagina en procesión, la publicidad se apoya en el erotismo, tanto de hombres como de mujeres, la pornografía rompe con la pana... No es que ahora haya pudor, lo que ocurre es que se ha empoderado un discurso contra el hombre, a quien se le está maltratando en exceso por parte de esa nueva corriente feminista. Luego también ocurre que, hablando de pudor, hay partes de nuestro cuerpo que forman culturalmente parte de nuestra intimidad y no todo el mundo está preparado para mostrarlo. Y también es verdad que hay un discurso ideológico político muy puritano y que afecta a nuestra forma de relacionarnos con nuestros cuerpos.
—También hablas en tu libro de que procurar la belleza nos hace mejores.
Sin duda, es algo que también he descubierto. Lo dije antes, educarse en la nobleza, en intentar hacer el bien a los que te rodean, pueden parecer tonterías, pero si vas sumando, tu vida, así de esa manera, te va pareciendo mejor.
—Desde el punto de vista religioso, ¿qué tipo de belleza crees que reside en la fé, en la religión y en el creyente? Teniendo en cuenta que en nombre de una cruz o una media luna se han cometido muchas barbaridades a lo largo de la historia.
Es complicado. A Dios no le podemos pretender entender. Yo no lo entiendo, nadie lo entiende porque no lo abarcamos, somos pequeños. También es verdad que hay que distinguir el hecho de la Teología con la formación basada en intereses políticos. La belleza de la religión existe en esa conexión particular del ser humano con su concepto de Dios, sea cual sea la manera en que lo conciba cada uno.
—Aparte de escritora también eres pintora y algunas de tus obras ilustran tu último libro, ¿de qué forma emprendes tu viaje artístico hacia la belleza de tus obras?
Sobre todo busco una cierta armonía y que la obra no refleje los malos momentos que pueda atravesar. Para que la obra no fuera una carga para el otro. Intento apartarme de tratamientos desesperanzados de cualquier idea.
—El entorno y las circunstancias que rodean a un individuo marcan un carácter, en tu caso, ¿cómo influye en tu ánimo ser y vivir en Córdoba?, una ciudad llena de belleza.
Es emocionante. Siempre me sacude la luz de Córdoba, que solo he visto en mi ciudad. El azul de su cielo es algo extraordinario. Luego está toda la historia que lleva detrás, la judería, los patios, las buganvillas, los naranjos que rodean mi casa, el olor a azahar. Aunque una persona que no haya crecido en un entorno tan bello como Córdoba podría tener el mismo hambre de belleza y capacidad para reconocderlo.
—¿Qué es lo más bello que te ha ocurrido en la vida?
Ay, qué cosa! Nunca me lo he planteado. Seguramente una mezcla de muchas cosas, no de una sola. Una de ellas sería la feliz relación con mi familia, que va mejorando con el tiempo. Y también, aunque esto es muy personal, mi conexión religiosa y mi trato con Dios, nada escandaloso ni fanático, sino que es una relación muy delicada. Ω
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