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Muchos de vosotros seguro que os acordáis de cuando encendíamos la televisión y solo había dos canales. Llegaba el sábado por la mañana y millones de niños se ponían delante de la tele de casa para ver “Los payasos de la tele”. Entraban en el escenario de uno en uno, creando cierta inquietud en los pequeños, que esperaban verlos a todos juntos y comenzar a reir… pues más o menos eso es lo que ocurre con la saga de Gaby Aragón, Los Gabytos. Van llegando poco a poco a la cita y, como en la tele, van generando expectación. Y llevan haciéndolo desde hace 30 años, ya que en 1.986 debutaron de la mano de su padre
Gaby, el mayor de los hijos, es el primero que nos explica qué es lo que hacen actualmente: Rodrigo, Punchi (hijo de Lara), Gonzalo, Alonso y Alejandro son los que están haciendo ahora mismo el espectáculo Aire, producido por su primo Emilio Aragón (Milikito) y que va a reestrenarse en Barcelona. Por otro lado, Lara y Gaby con la colaboración de su cuñado Ángel. Ahora están preparando uno nuevo que también estrenan este mes de febrero en Barcelona. Regresan a Cataluña, una tierra que nunca han dejado, ya que, tal y como explica Lara, “es el lugar donde comenzamos a formarnos como payasos, donde hicimos nuestro debut y donde sabemos que nos quieren mucho”.
La bandera de la risa
No entran en ningún tipo de polémica. Saben que su profesión tiene un objetivo: educar en la risa y, por eso, enarbolan su bandera, tal y como cuenta Alejandro… pero como si estuviésemos en el escenario del circo, no paran de llegar las sorpresas… ahora es el móvil el que interrumpe la conversación. El ¡bravoooo! de Gaby nos hace volver a las tablas imaginarias.
Alejandro retoma la bandera de la risa: “después del esfuerzo que hace la familia para acercarse a cualquier espectáculo, lo que nosotros buscamos es que mantengan el recuerdo de la actuación”. Lara lo asevera contando anécdotas de sus actuaciones, en las que en muchas ocasiones los padres disfrutan más que los niños. En una de ellas, un niño dijo que él se había portado muy bien, pero que su papá se ha vuelto loco.
En su última gira, la mayoría del público no había conocido a los payasos de la tele, pero disfrutaron con el espectáculo de humor que desarrollaban. Y eso que ahora todo ha evolucionado mucho… tanto, que ellos mismos están obligados a evolucionar. Lo hemos visto con Aire y ahora lo veremos con Gaby y Lara.
Educando con la sonrisa
¡Ya estamos todos! Gritan al unísono Gaby y Lara. Y es que acaban de llegar Alonso y Gonzalo. Son los últimos y las bromas no paran. Aunque estemos en el bar del cuñado Ángel, Los Creativos, parece que estemos alrededor de una brasero en la casa de la madre, uno de los ejes principales de esta saga de artistas. Mientras nos reordenamos, Gaby hijo continúa explicando cómo funciona esta nueva generación, a la que esperan seguir añadiendo miembros. El ¿último? es Punchi (ahora con el pelo teñido de rubio por necesidades de guion), diminutivo cariñoso que le puso su abuelo Gaby incluso antes de nacer, ya que no paraba de dar patadas –por lo visto, de forma rítmica- en la barriga de su madre. Pero se quedó en eso, ya que el silencio es una de sus mejores armas en el arte del clown.
No sois payasos, sois otra cosa. Eso es lo que le decían los compañeros de circo. Su humor era de otro tipo. Esta familia ha ido educando en la sonrisa a generaciones de españoles y sudamericanos a lo largo de décadas. Y siguen haciéndolo. Cualquiera de ellos muestra con orgullo no solo sus raíces, sino cómo le han educado para hacer lo que hacen: enseñar a la gente a reír. Porque de eso se trata, de ser capaces de que cada adulto sepa volver a ser niño cada día.
Y ahora lo hacen dando un paso más. En Aire han dado un giro al payaso. Han dado una vuelta de cara. Se han adaptado a los nuevos tiempos. Tiene mucho de mimo –con Paco Mir (Tricicle) de la mano-. Alonso explica que ahora lo que vive es la manera de hacer los tiempos, que es muy importante y el cómo hacerlo. “Yo, siendo el más pequeño de los hijos, he bebido más de mis hermanos que de mi padre y mis tíos, pero una cosa sí que tengo clara: el respeto a la tradición profesional de la familia. Cualquiera no puede hacer esto. Hay que prepararse mucho para una disciplina de circo como esta”.
Ahora es Gonzalo quien refrenda la opinión de Alonso asegurando que el payaso se hace. Nos dice que “el talento sin esfuerzo no vale de nada. Uno puede nacer con un talento increíble, pero si no lo trabaja, no llegará a ningún sitio. Al igual que aquel que, por mucho empeño que le ponga, si no tiene voz, nunca a ser cantante de ópera. Hay que machacar el talento que tienes todos los días”.
Está claro que ellos son unos afortunados, ya que lo llevan en los genes. Por eso nunca dejan de aprender. No solo en… Otra interrupción, nuevamente aplaudida por toda la clá. Decía Gaby que en su nuevo trabajo, los personajes ha reinterpretado sus actuaciones, creando un nuevo concepto para cada uno de ellos. Y además, lo hacen siempre en grupo.
Somos nuestro propio circo
Después del fallecimiento de Gaby, en 1.995, fue su viuda quien tomó las riendas de la familia. Ayudó y empujó a todos y cada uno de sus hijos para que hicieran lo que más le gustara. Y la gran mayoría –en total cinco hijos se dedican al espectáculo- decidió que ser payaso era su futuro. Por eso, su casa es una pequeña representación. Tal y como cuenta Gonzalo, “en casa puede pasar de todo. Desde encontrarte una pequeña cría de león; una troupe de Rusia… En una ocasión me levanté a desayunar y me encontré a once chinos en la cocina comiendo…” Alejandro lo asevera y añade un detalle que es muy importante para ellos: el cariño y el respeto que se profesan como familia: “da igual que nos estemos gritando o peleando. A los cinco minutos nos estamos pidiendo perdón y arreglamos cualquier problema. La mejor definición de nuestra familia es el cariño y su mejor representación es nuestra madre”.
Uno de los ejemplos es el nombre que le han puesto al grupo que representa Aire. La definición lo dice todo: manada. Así es como los ven los productores de la obra, como un grupo que siempre va junto. En esperanto es Bovoj. Toda una declaración de intenciones.
Son un pequeño clan que gira en torno al matriarcado. Tanto ellos como sus parejas e hijos siguen con la misma tradición: sentarse alrededor de la mesa con su madre. Y lo hacen desde hace más de 40 años en Pozuelo, un municipio que les ha acogido de maravilla. Aun se siguen reuniendo con sus compañeros de clase, su madre sigue comprando el pan en el mismo sitio… hasta le han hecho un pequeño homenaje colocando una placa con el nombre de Gaby Aragón en la puerta de su casa. Quizá era un reconocimiento que había que haberlo hecho antes, pero ya se hizo.
Recuperar la calle
Como decían antes, hay que recuperar el niño que todos tenemos dentro y todos llegan a la misma conclusión. Alejandro toma la palabra para decir que lo que hay que hacer es “recuperar la calle. Los niños de hoy en día tienen que salir más a la calle, tienen que dejar tanta tecnología. Ahora van demasiado deprisa. Los niños de hoy no disfrutan. Yo digo con orgullo que fui niño hasta los 15 años. Eso no se ve ahora”, asegura.
Y en eso están, intentando recuperar la sonrisa de los pequeños y mayores a través de todos sus proyectos. Hay que renovar para llegar a conseguirlo y en ello están con sus nuevas representaciones. ¿Te atreves a volver a ser niño? Ω
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