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Por Carmen Millán / Imágenes Ricardo Rubio
Concha Crespo nació en Valencia, inició sus estudios de periodismo en la Complutense. Volvió a Moncada, su pueblo, para terminarlos en el Ceu San Pablo. Llegó hace 32 años a Madrid por amor. Una brillante trayectoria profesional en el mundo del periodismo hizo que se la conociera como “La gran Concha”. Convencida de que los periodistas nacen de personas que les gusta viajar o escribir o ambas cosas, lo que la definió desde los 8 años. Su carrera la empezó en actualidad hasta que encontró lo que realmente le llenaba, el periodismo gastronómico. Considera que la gastronomía es el arte de beber y comer.
Pero, ¿Quién es Concha? Pues una mujer pasional, que siempre ve el lado bueno de las cosas, enamoradiza, pura energía, si algo le gusta es viajar y disfrutar con la familia y los amigos. Para Concha todo es prioritario. Le da máxima importancia al presente y disfrutar de cada momento. Una mujer excepcional.
Recibe a Pozuelo IN en Ramest (La Finca Gran Café) donde conversamos sobre su vida y su profesión.
—¿Cómo fue tu etapa universitaria?
Me vine a estudiar periodismo a Madrid, era una locura maravillosa, pero al poner la carrera en Moncada, mi pueblo, me volví a terminarla allí en el Ceu San Pablo.
—¿Cuál fue tu primera experiencia laboral?
En vacaciones de primer curso de universidad, estando en mi tierra, me puse a buscar trabajo páginas amarillas en mano. Llamé a Radio Cristal, pensando que sería una radio alternativa y que me daría trabajo y resultó ser de cadena Rato. Hablé con un Director y me dijo “Tengo toda la campaña de las elecciones del 86 contratada y se me acaba de ir el redactor jefe”. Yo en primero y odiando la política, me vi en los mítines en la plaza de toros de Valencia, haciendo economía, relacionándome con los políticos. Fue hacer la llamada en el momento justo. Desde entonces no he parado.
—¿Por qué vuelves a Madrid?
Por amor, me enamoré de un madrileño. Es verdad que Valencia se me estaba quedando pequeña porque hice en poco tiempo de todo.
—¿Dónde comenzaste?
Me llamaron de televisión española porque querían copiar el programa de Madrid Directo que funcionaba tan bien en Telemadrid. El inconveniente es que TVE no tenía la capacidad de moverse rápido por toda España y duró tres meses. Nos despidieron a todos pero a mi me dijeron que me fuera tranquila de vacaciones porque me iban a llamar de Madrid Directo.
—¿Cómo fue tu etapa en TeleMadrid?
Estuve 12 años. Mi entrada fue con Santi Acosta, fue el primer reportero que me llevó a un reportaje y me dijo algo que nunca olvidaré “¿Has visto que yo ya tengo el siguiente reportaje? Tú aprende eso, de cada reportaje sacas otro” y desde entonces así lo hago. Empecé con actualidad. En un momento dado, me mandan a entrevistar a un chico de 20 años que acababa de matar ETA a su padre en la calle Ibiza y el chico estaba dando una rueda de prensa para todos los medios. Madrid Directo tenía que personalizar la noticia y cuando habían acabado los 50 medios de preguntarle sobre su dolor por la muerte de su padre, tenía que llegar yo y volverle a preguntar por lo mismo, en ese momento le dije al equipo que nos íbamos, que no era capaz de sentarme con él. Con esta noticia se pensaba abrir Madrid Directo y al llegar a la tele, me fui a hablar llorando con Elena Sánchez que era la Directora y le comuniqué que no lo había podido hacer. Elena me supo ver y me dijo que no me preocupara.
—¿Cómo era esa generación de TeleMadrid?
Yo comparo los que estábamos en aquella época en Madrid Directo con las top models de antes, una generación que no se ha vuelto a repetir. Es verdad que entonces Tele Madrid era la bomba y se veía en muchos sitios. Cuando mi hija fue al colegio me dijo que sus compañeros le dijeron que su madre era famosa, le dije que no, que era popular.
—¿Dónde te recolocaron?
Yo en actualidad estaba hora y media diaria y era con lo que se abría y me ofrecieron cerrar el programa y que para cerrar tenía que ser con algo bonito. Me daban carta libre para hacer lo que quisiera, moda, música, belleza, viajes... cuando me di cuenta estaba dando la vuelta a España sin salir de Madrid y luego la vuelta al mundo sin salir de Madrid a través de los restaurantes y su gastronomía.
—¿Ahí comenzó tu amor por la restauración?
Si, empecé así y hasta el día de hoy. Es verdad que después de dar la vuelta al mundo desde Madrid, entro un poco en bajón, necesitaba algo más, necesitaba viajar. Tele Madrid no tenía presupuesto ni era su política. Entro en crisis hasta que conozco a Ferrán Adriá que vino a Madrid a dar una charla. Hizo una versión del arroz a la cubana que me teletransportó al futuro y me hizo sentir que se avecinaba una revolución importante que fue la gastronómica.
—¿Por qué fue tan importante para ti?
Me di cuenta que tenía largo recorrido. Se empezó a hacer la comida moderna, los franceses perdieron el trono de los mejores y los españoles se pusieron a la misma altura. Viví en primera línea este cambió.
—¿Cuándo empezaron tus viajes?
Yo quería saber algo más, de qué país salía cada producto, necesitaba viajar. Mi directora me dijo “dame titulares, madrileñiza los reportajes” y mi titular fue, ¿De dónde vienen los kiwis que se comen en Madrid? Fue el germen de “Madrileños por el Mundo” que luego desarrolló Paloma Ferré, hablo de hace 25 años. La única condición que me puso fue que estuviera donde estuviera, se tenían que ver madrileños que vivieran allí. Me fui a Noruega a ver cómo se cría el salmón y el bacalao y terminé dando la vuelta al mundo.
—¿Cuál ha sido el lugar que más te ha impactado?
En Mozanbique lo pasé fatal, teníamos que simultanear ese viaje hedonista a ver langostinos y a la vez teníamos a la Guardia Civil de España formando a la policía de este país. Estábamos los españoles allí ayudando y tenía que hacer otro reportaje de eso. Me iba con la G. Civil a los hospitales ¿sabes lo que es ver la cunita de un bebé, por llamarlo de alguna manera, lleno de arañas? Menos mal que siempre he tenido unos cámaras maravillosos.
El que me ha encantado y he vuelto varias veces, es Noruega, es maravilloso.
—¿En algún momento te ha afectado estar siempre con la maleta en la mano?
No, bueno a lo mejor porque me ha creado adicción, necesito viajar.
—¿Por qué finaliza tu etapa en Tele Madrid?
Porque Ricardo Medina, productor y creador de este formato, se lo vendió a TVE que es donde me voy durante 8 años a hacer España Directo. Acababa de nacer mi hijo y solo quería hacer un directo y un reportaje, quería disfrutar de mi momento personal. Vivía como una reina, trabajando dos días y haciendo alta cocina.
—¿Con qué restaurador te quedas?
A ver, haría un trío. Todo el mundo reconoce a Ferrán Adriá y yo reconozco a Ferrán y Alberto Adriá y a Oriol Castro. Sin ellos no habría hecho nada como tampoco habría hecho nada sin July Soler que era el de sala y un visionario. Me quedo con ellos porque ellos me hicieron darle otra oportunidad a la gastronomía.
—¿Cuál es tu plato favorito?
Sigue siendo un arroz en paella o una tortilla de patatas. Primero porque reivindico mi tierra, segundo por todo lo que hay detrás, por supuesto tiene técnica pero también hay detrás fiesta, familia, reunión, hay domingo, hay un hombre que es quien realmente cocinaba los domingos, hay naranjos... me emociono. Yo sacrifico un paseo un domingo por hacer una arroz para mi familia o mis amigos.
—¿Cuándo se acaba esta etapa?
La tele se acaba cuando aparece Sálvame. Se fueron todos los anunciantes a Tele5.
—¿Ahí es donde te reinventas?
Para mí no era reinventarme, era ir a cumplir mi sueño por fin, producir mi propio formato de gastronomía y cree “Delantales de etiqueta”. Al ver que el foco iba a estar en los cocineros, les dimos el protagonismo. Era un formato en donde los embajadores se quitaban la corbata, se ponían el delantal y se venían a comprar y cocinar. Empezamos con el embajador de Israel, fuimos a los sitios dónde él compraba, nos llevó a su pisazo en la Castellana, nos presentó a su mujer, víctima del holocausto y cocinaba. Nos sentábamos a comer y en esa mesa había españoles vinculados con ese país y artistas y empresarios del mismo. Me produje también otro de 30 minutos con Canadá, con Suecia. Me convertí en productora, directora y protagonista porque también salía de reportera.
—Una vez grabados y terminados ¿Cuál fue tu siguiente paso?
Me fui a Bainet, que es la productora de Arguiñano. Me fui al País Vasco a enseñárselo al productor de Arguiñano y le encantó la idea y me manda a Bainet de Madrid y me apoyan durante dos años haciendo la producción. Me fui a Tele Madrid a enseñárselo y a la semana me llamaron para comunicarme que acababan de comunicar el Ere y no iban a tener dinero ni para papel higiénico. Esa fue la primera sensación que tuve agridulce. Después lo llevamos a TVE española y me dijeron que era una pena porque acababan de firmar otro proyecto. Parecía que siempre llegaba justo después o pasaba algo tremendo y después de dos años decidí dejarlo.
—¿Es cuando entras a llevar la comunicación de restaurantes?
Justo en ese momento, un amigo acababa de abrir un restaurante y me propuso llevarle la comunicación. Fue algo involuntario, yo nunca había cobrado por contar nada. Empecé a perseguir a los que antes me perseguían a mi. Empecé a llamar a mis colegas e invitarles a comer, a que lo disfrutaran y solo si lo encontraban atractivo, les pedía que hablaran del restaurante. De los restaurantes pasé a productos y así llevo 12 años.
—¿Qué estas haciendo en este momento?
Estoy organizando campeonatos de cocineros de pinchos y tapas por España.
—¿Sigues viajando?
Por supuesto, esta semana me voy a Lugo y a Orense. Ahora estamos con el campeonato de Galicia.
—¿Te llena lo que haces?
Bueno, me llenaría más una playa donde escribir, cocinar y recibir a mis amigos.
—¿Cómo crees que ha evolucionado el periodismo desde esa época gloriosa hasta ahora?
Llevándolo a mi terreno, en nuestro tiempo yo era la única cronista, ahora ya no hay criterio. Ahora hablamos de gastronomía todos a través de las redes sociales, cualquiera puede opinar o criticar. No voy a entrar en eso, no es mejor ni peor pero se ha popularizado o democratizado o vulgarizado o prostituido la comunicación.
—A lo que se ha denominado nueva cocina ¿Crees que se les ha ido de las manos?
Siempre intento hablar en positivo. Hay una vuelta al origen, a la tradición, al producto y ya a los “estrellitas” se les ha dado un baño de humildad. La alta cocina tiene la función de seguir investigando, abriendo caminos lo que pasa es que ya no tiene la prioridad que tenía. La comida de diseño está muy bien para dos veces al año porque hay que tener un buen presupuesto, es para determinadas ocasiones porque vas a vivir una experiencia.
—¿Qué opinas sobre el poder de las redes sociales?
Creo que las redes sociales están poniendo en evidencia que sean tan poderosas como se nos quiere hacer creer. Para llenar un restaurante no sirven. Yo tengo a cuatro que sigo porque me nutren pero fin.
—¿A dónde crees que va la hostelería actual?
A la deriva, porque no hay personal ni profesionales dirigiéndola y lo que se está creando son grandes cadenas. No es una crítica, es el futuro. La hostelería como la quiere entender Ramest, Casa Rafa, marisquerías, La Taberna del Medio o como Zalacaín, no es sostenible. Creo que la gente quiere más viajar que comer o que los vean en el sitio de moda.
—Ahora estamos en Ramest ¿Cómo lo definirías y qué destacarías?
Esto es un homenaje de la tercera generación de ahumadores pioneros en España que encarna José Mestanza, el padre de mis hijos. Es un homenaje a su familia que empieza con su abuelo Ramón Mestanza, de ahí el nombre del restaurante. Aquí van a encontrar el mejor salmón ahumado de su vida porque está hecho con selección exclusiva desde el origen hasta el plato y recién cortado, es todo artesano. Ramest es distribuidora oficial de la Casa Real.
—¿Cuál es la historia de Ramón Mestanza?
Ramón empezó a ahumar salmones en la trastienda de los hoteles donde él era el Metre. Lo fichan en una gran restaurante donde se codea con los amigos de Franco, con los que pescaban salmones en los ríos asturianos y cántabros. La jet de entonces empezó a llevarle los salmones para que se los ahumara. La idea era que le llevaran el salmón, Ramón se quedaba una parte para vender a los vecinos y el resto se los ahumaba a quien lo llevaba y lo recogían una vez a la semana. Fue un concepto tan novedoso que salió en el NODO. Después de Ramón llegó José, su hijo, que popularizó el consumo de salmón en España gracias a las piscifactorías de Noruega.
—Llevas muchos años viviendo en Pozuelo ¿Con qué restaurante te quedas?
Aquí tenemos grandes restaurantes, La Taberna de Elia, La Bodega de la Salud, la Txitxarreria, Paschi... Ω
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