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OCTUBRE DE 2021  /  ENTREVISTAS

MARÍA TOLEDO: “SUEÑO CON SER UNA GRAN ARTISTA”

07-10-2021 8:48 a.m.

Por Germán Pose. / Imágenes: Ricardo Rubio.

María Toledo (Toledo, 1986), una de las grandes artistas flamencas de su generación, es un pura sangre que lleva el arte  cosido a su piel. Estudió Derecho pero nunca vistió una toga, en su corazón vibraba la pasión de triunfar sobre un escenario. Tras cinco discos en los que deja bien marcada la huella de su singular estilo flamenco acaba de publicar “Ranchera flamenca”, una obra extraordinaria con la que se aupado al número 1 en las listas de ventas y por la que ha sido nominada a los Grammy Latinos 2021.

—Después de tanto tiempo en la brega ¿cómo se siente ser número 1 en ventas con su nuevo disco “Ranchera flamenca” y ser, de nuevo nominada a los Grammy Latinos?

A mí los números nunca me han importado. Son cosas que suceden, pero ser número 1 en ventas no quiere decir, necesariamente, ser la mejor. Cuando ocurrió esto lloré como nunca porque no lo esperaba y me costó creérmelo. Ahora, con la nueva nominación a los Grammy Latinos estoy desbordada. He sido nominada cuatro veces anteriormente, a ver qué pasa ahora. Dicen los taurinos que no hay quinto malo.

—Sobre todo, teniendo en cuenta que “Ranchera flamenca” es una producción independiente, se lo ha guisado usted misma, al margen de las compañías discográficas.

Esto es muy importante porque después de publicar 5 discos decidí que este último lo haría yo a mi manera y con mis propios medios. Estoy muy contenta y creo que lo debería haber hecho antes. Esto no quiere decir que esté en contra de las compañías de discos, nada de eso, porque a mí me han ayudado mucho al principio, pero todo tiene su tiempo. Ahora prefiero ser totalmente libre.

—¿Qué diferencia ha notado con respecto a otras épocas con esta forma de trabajo independiente?

Una principal, tú decides cómo y cuando sacas adelante el trabajo, sin la intervención de nadie. Y lo más importante es que te sacudes la angustia de estar esperando algo de alguien. Ahora todo lo que me sucede es imprevisible e inesperado. 


—¿Cómo cuajó la idea de hacer un disco de rancheras llevadas al palo flamenco?

Yo llevo cantando rancheras desde el año 2013, cuando viajé a México por primera vez. Creo que mi voz liga muy bien con las rancheras porque tengo un tono muy roto, desgarrado. Siempre quise hacer este disco que presento ahora pero como no estaba “libre” me iba ciñendo a mis compromisos adquiridos. México, y la música mexicana, siempre han estado muy cerca de mí. Por ejemplo, yo nací en la calle México, de Toledo, (ríe) ahí lo tienes. Y cuando viajo a México no me siento extranjera. 

—¿Cómo ha sido el proceso de llevar la ranchera al planeta flamenco?

No ha sido fácil adaptar las rancheras a los distintos palos del flamenco, porque no todas las rancheras cuadran con todos los matices que contiene el flamenco. Ha requerido mucho tiempo y he tenido la suerte de rodearme de gente que sabía de qué iba esto, como Curro Carrasco, de Navajita Plateá y Fabián, hijo del Chucho, una leyenda mariachi en México. Han sido muchas horas de trabajo y estoy muy contenta del resultado.

”Creo que José Alfredo Jiménez disfrutaría escuchando este disco “Ranchera flamenca”.


—¿Si te escuchara el gran José Alfredo Jiménez, Chavela o Antonio Aguilar, históricos cantantes de rancheras, qué crees que pensarían de tu disco?

Pues mira, ha ocurrido que la familia de José Alfredo escuchó el trabajo y quedó encantada. Por supuesto era imprescindible el permiso de la familia para cantar esos temas como “El rey” o “En el último trago nos vamos”. Y si lo escuchase José Alfredo le gustaría porque se daría cuenta de que esta obra no es una copia de lo que él hizo. Para eso, siempre mejor el original. Yo le he dado una vuelta de tuerca a todo con una producción extraordinaria. No ha habido nadie que haya cogido las rancheras y las haya llevado a los palos del flamenco. 

—No es la primera vez que flamencos puros interpretan rancheras.

Desde luego, ahí está Adela “La chaqueta”, La Niña de los Peines, Dolores de Córdoba...etc...pero nadie ha desarrollado este proceso de adaptación como yo. Además, acompañado con el piano. Es una mezcla de sensaciones que llevan toda mi vida pegadas a mi piel. 

—No son pocos los cantaores flamencos que se han tirado a versionar canciones pop, rock o soul con su toque flamenco. Algunos lo llaman “flamenquito”, ¿cómo le suena esto?

En primer lugar, para mí la palabra “flamenquito” no existe, además no está en el diccionario. No existe, para nada. Me parece un término despectivo. Siempre he creído que el artista flamenco que coquetea con otros estilos musicales tiene una mente muy abierta, y por lo general, nunca abandonan el flamenco. Yo sigo en mis conciertos cantando por soleá o bulerías. Lo que sí creo que es importante es que exista una disciplina flamenca, que expliques bien lo que vas a hacer. Si yo canto una ranchera por bulerías, lo explico, para que la gente no se confunda y llame flamenco a lo que no es, como suele suceder, lamentablemente.   

—Usted no se cansa de proclamar que, pase lo que pase, será siempre una cantaora.   

Por supuesto, de hecho, en la próxima Suma Flamenca de Madrid voy a cantar un repertorio clásico con tangos, serranas, seguiriyas….En mis actuaciones por España llevo tres espectáculos: El amor brujo, Rancheras flamencas y “Encuentros”, que es un recital de flamenco puro. Y no es asunto baladí.

—¿Cual es su referente flamenco, a quien ha admirado por encima de otros? 

A mí siempre me ha gustado el concepto de gran artista, es mi sueño e ilusión. El personaje que es capaz de llenar el escenario con su presencia y su talento, por ejemplo, Rocío Jurado. Siempre iba detrás de ella, a ver si me regalaba una peineta, o lo que fuera. Además, Rocío Jurado, aunque triunfó con su manera de cantar la copla, era una de las mejores cantaoras flamencas que han existido. Tenía una voz y un arte que podía hacer lo que le diera la gana. Por otra parte, Camarón de la Isla ha sido para mí el referente vocal, tenía unos registros grandiosos. Ocurre una cosa, si Camarón no hubiera muerto el resto de cantaores habrían pasado mucha hambre porque difícilmente hubieran contratado a otro que no fuera él, porque era el mejor. Lo que no puede ser es que desaparezca Camarón y empiecen a imitarle, y hacen lo que se supone que hacía él, pero mal. Yo pretendo admirarle, pero no imitarle, porque, por otra parte, es imposible.

"Soy adicta al estrés. Cuando me tumbo en el sillón me entran ganas de llorar”


—Usted vive la vida con total intensidad, hasta le he oído decir que adora el estrés.

Soy adicta a la acción y al estrés. He comprobado que estar tumbado en el sofá me genera depresión y ganas de llorar. Me encanta quejarme : ¡ay, qué estrés tengo!, digo algunas veces, pero por dentro le doy gracias a Dios. Me encanta ver la agenda llena de conciertos, no dormir. Me he metido en un rol que me hace ser adicta al trabajo.

—Desde luego, acción no le falta, tiene conciertos programados por casi toda España, vive en la carretera, como los antiguos rockeros. ¿Se siente bien?

Me encanta, es más, intento participar en cada detalle de mis actuaciones, en el vestuario, el montaje del escenario, la iluminación, todo lo necesario. A otros se lo dan hecho, a mí no, y me siento muy bien.

—Estudió piano y la carrera de Derecho, aunque nunca ejerció, ¿se vio alguna vez como abogada?

Nunca me ha apetecido ejercer de abogado aunque estoy muy contenta de haber estudiado esa carrera. Mi padre, que es un genio y una persona muy inteligente, siempre me ha exigido, pero nunca ha dejado de estar a mi lado. Y le encanta que sea artista, nunca me reprochó no haber ejercido el Derecho, solo me dijo que si quería cantar terminara los estudios. De él he heredado esta actividad mía, mis padres me han enseñado los valores del esfuerzo.

—Usted no fuma, no bebe alcohol, lleva una vida muy familiar, no le veo en el papel de artista bohemio habitante de garitos nocturnos.

Desde luego, bohemia no soy ni lo quiero ser. Necesito estar activa y con todos los sentidos afilados. Las drogas, el alcohol y todo eso lejos de ayudarte te hacen perder el control. Por contrato prohíbo el alcohol en los camerinos. Yo digo que no hay nada más peligroso que una mujer abstemia porque ella no suele perder el control. Yo me he ido de fiesta con el Indio Gitano, El Cigala, Valderrama…. Les escuchaba y disfrutaba del arte que me transmitían, yo quería aprender, si me pongo “fina” no me entero. Y no hay que confundir a los artistas con los locos, aunque hay muchos artistas que se lo hacen como postureo. 

"Adaptar las rancheras a los palos flamencos ha costado mucho esfuerzo y estoy muy orgullosa con el resultado”


—¿A estas alturas cree que le falta algo?

¿Qué le puedo pedir más a la vida si lo tengo todo? Mi plenitud la alcanzo al salir al escenario, sea el Teatro de la Maestranza o cualquier tablao de provincias. Siento que me transformo en cuanto piso el escenario, me sacude una energía tremenda, como si fuera deportista, que no lo soy ni me interesa.  

—Lleva tres años casada con el matador de toros Esaú Fernández, ¿sufre mucho al verle torear?

Bueno, ya he decidido no ir más a los toros porque me produce mucha ansiedad ver a Esaú. El otro día en Chinchón me entró un berrinche tremendo porque el presidente del festejo le denegó una oreja que Esaú se merecía. Y me planté ante el presidente y le canté las 40, porque así es mi forma de ser. Le exigí que me explicara por qué le había robado una oreja a mi marido. Mi padre andaba por ahí y me dijo que había pasado mucha vergüenza, pero qué le vamos a hacer. Creo que no vuelvo a una plaza. 

—¿Después de esta obra de rancheras flamencas qué tiene previsto hacer?

Ahora en diciembre sale un disco homenaje a Manuel de Falla y después, seguramente, viajaré a México a grabar un disco de rancheras con mariachis y luego otro disco, y otro y así. No hay que parar.

—-Y en el último trago nos vamos.

Pues muy bien, pero ese trago va a tener que ser de Aquarius, no de tequila, como le gustaba a José Alfredo. Pero que conste que en su honor yo siempre pongo una botella de tequila en el centro del escenario, y esa botella no se toca.   Ω