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La motivación es la voluntad impulsada por el interés de realizar una actividad, conducta o propósito para alcanzar un objetivo. Aunque acaba de comenzar el nuevo curso escolar, “el interés” de los niños es lo que en muchas ocasiones los padres echan en falta de sus hijos cada año al empezar, entonces aparecen pensamientos y sentimientos como “¿pero qué le pasa? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Cómo le puedo ayudar?. Es muy común sentirse perdido e incluso frustrado ante una situación de desinterés por parte de nuestros hijos frente a nuevos retos, que en principio no se tratan de sus actividades preferidas.
No existen fórmulas magistrales ni universales para motivar a los niños o adolescentes, cada persona tiene unas particularidades diferentes, pero es cierto que de manera empírica se ha demostrado que proporcionando a los menores ciertas herramientas relacionadas íntimamente con la motivación, el progreso y la mejora aumentan significativamente.
Para la realización de un plan de acción se hace necesario como punto de partida, identificar a qué nuevos retos se enfrentará el niño y de qué modo pueden afectar a la futura motivación, también es importante identificar cuál es la situación actual familiar y cómo puede influir en la motivación del niño y por último el interés por saber qué tipo de motivación se abordará en el entorno escolar.
Existen diferentes razones que pueden impulsar la motivación, en el caso que nos ocupa algunos de los elementos imprescindibles para potenciarla son:
—Existencia de necesidad; crear necesidad en el menor constituye el eje motivador, cuando alguien siente que tiene necesidad considera que aquello que realiza es imprescindible. Los padres han de conectar con las necesidades de sus hijos y relacionar necesidades con aprendizaje.
Un ejemplo atribuible al caso de los niños podría ser la necesidad de alcanzar metas para el logro, que se podría definir como “el deseo de tener éxito”.
Ejemplo: el deporte proporciona oportunidades ya que el niño lo percibe como una ocasión para desarrollar aspectos personales que están relacionados con la responsabilidad, cooperación, autoestima, capacidad de competencia y disciplina.
—Proponer objetivos razonables; si quiere motivar al niño habrá que plantearle metas que sean alcanzables para él, evitando una posible frustración, sentimiento de derrota y afectar la autoestima, por el contrario si los objetivos se ajustan a sus capacidades se potenciará la capacidad de autorrealización, satisfacción personal y ganas de seguir evolucionando.
Ejemplo: hay niños que presentan dificultades por ejemplo con las matemáticas, se podrían utilizar juegos informáticos específicos destinados al aprendizaje, donde el niño de una manera innovadora irá superando niveles de dificultad hasta llegar al objetivo marcado.
Respetar los gustos por las actividades extraescolares que hagan sentirse realizado al niño (fútbol, baloncesto, ajedrez, etc.), entendiendo que su inicio será un mero aprendiz y no un experto.
—Establecer objetivos concretos; si desea que el niño evolucione satisfactoriamente resulta necesario que las metas sean concretas, evitando objetivos generalizados que no especifiquen detalladamente el camino a seguir para alcanzarlos. Ejemplo: establecer en un calendario tareas concretas. El hecho de fijar hora y fecha favorecerá la implementación de la meta.
—Establecimiento de relaciones entre familia y escuela. El niño tiene más posibilidades de evolucionar correctamente si existe un vínculo entre sus entornos educativos inmediatos, es decir, entre la familia (padres, tutores, abuelos, etc.) y el contexto escolar (maestros, orientadores, etc.) de cara a fomentar una comunicación cooperativa entre ambos.
Ejemplo: deberes consensuados entre padres y profesores, asistencia a programas de educación para padres, etc.
—Percepción de habilidad; cuanto más hábil se sienta el niño en todas las áreas de su vida mayor será su motivación. Es muy importante que un estudiante se sienta “capaz” de lo contrario desistirá de intentar superarse, su motivación y autoestima disminuirá y adoptará una actitud derrotista.
—Ejemplo: iniciarse en la lectura es un proceso lento, una forma divertida de conseguir la agilidad podría ser leer los carteles que se encuentre por la calle o cuando va en el coche, todo a modo de juego.
—Mostrar una actitud positiva; resulta favorable que el niño perciba implicación y actitud positiva por parte de su entorno inmediato para asegurar la continuidad de su conducta motivada.
—Es importante recompensar al niño por los esfuerzos realizados y objetivos alcanzados, las palabras de reconocimiento como “bien hecho¡, sigue así que conseguirás lo que quieras, ves como puedes¡¡” son fundamentales para potenciar el sentimiento de seguridad y aumentar su motivación. Las recompensas no deben estar dirigidas a lo material como por ejemplo en forma de regalos, ya que el niño podría relacionar la realización de una actividad sólo con la obtención de objetos y no con su capacidad de logro y superación personal.
—Ejemplo: en muchas ocasiones el niño tiene que afrontar nuevas asignaturas y materias desconocidas hasta el momento, las cuales pueden resultar en un principio decepcionantes porque les resulte dificultosa o por no obtener los resultados deseados. Por ello, resulta crucial que los miembros del entorno directo del niño le hagan comprender el supuesto “fracaso” como una oportunidad para aprender del mismo en vez de encasillarlo como “poco capaz” para un área determinada del conocimiento.
—Los padres como modelos coherentes del niño; ¿cómo pedirle a un niño que se motive, que se aficione a la lectura, haga deporte, etc, sin un ejemplo a seguir?. Pedir o esperar que el niño realice actividades, tome decisiones o se motive, sin la ayuda de los padres es una tarea complicada, los padres deben ayudar, enseñar y dirigir al niño, y una de las mejores formas de hacerlo es actuando como modelos, como guía.
—Ejemplo: si el niño observa que sus padres leen habitualmente sentirá curiosidad, es el momento para seleccionar una lectura apropiada, sentarse con el niño y empezar a leer, hacerlo de una forma divertida y diferente (poner voces a los personajes, asignar personajes a cada uno, incluso realizar dibujos de la historia que se está leyendo), cualquier forma novedosa de afrontar la actividad les resultará atractivo y deseable.
—Utilizar herramientas afines; vivimos en la era de la informática y ésta nos puede proporcionar grandes facilidades para que a través de ella nuestros hijos se motiven.
—Ejemplo: utilizar juegos de ordenador dedicados al aprendizaje (para matemáticas, mapas interactivos para geografía e historia, etc), aplicaciones específicas para mejorar la ortografía y la lectura, actividades para desarrollar la creatividad.
Aunque todas estas prácticas, como indicamos al principio pueden resultar de gran utilidad y suponer importantes avances tanto para el niño como para la relación entre padres e hijos, no se debe perder de vista que en ocasiones los conflictos o dificultades que puede tener un niño requiere de la evaluación, experiencia, consejo profesional y ayuda de psicólogos o pedagogos que en muchas ocasiones se hacen imprescindibles.
Para terminar agradecer a este medio de comunicación la oportunidad que nos brinda de aunque sea un poquito poder ayudar en la medida de lo posible. Ω
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