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Vuelve a la acción con un nuevo disco, “El hombre sin sombra”, que es toda una declaración de amor a su pareja con la que lleva 17 años. ¿Esta obra es un ajuste de cuentas consigo mismo y lo que supone el viaje de amar?
La relación con una persona a la que amas es un juego intenso y delicado y, en algunas ocasiones, uno puede perderse, surgen las dudas y necesitas parar en algún lugar para explicarte algunas cosas. El desgaste es inevitable y es preciso buscar una salida para continuar el camino. Es preciso reconocerse y volverse a encontrar.
—No es casual que el disco arranque con “El principio del final”, donde se desnuda y anuncia todo lo que vendrá después.
Sí, digamos que voy directamente al corazón del asunto. El disco es un tratado de amor y desamor, pero también late la esperanza. No me guardo ninguna carta, me muestro en estado crudo y pretendo hablar con toda sinceridad del dolor que causa el desconsuelo y la decepción.
—Así que el hombre sin sombra es usted.
Este disco es mi historia y el hombre sin sombra soy yo, desde luego. He pasado una temporada bastante regular, una montaña rusa a nivel sentimental y ahí queda mi desahogo y reflexión.
—Bueno, al final parece que la historia no ha terminado mal.
Es un disco con final feliz. Hay canciones duras y alegres porque así es como me he sentido. Mi relación ha estado a punto de romperse pero no se ha roto. Es más, ha salido muy fortalecida.
—La creación, a veces, te conduce a lugares tenebrosos pero en su caso parece que ha funcionado como buena terapia.
Hacer discos se ha convertido en algo curativo, sí. El disco anterior, “Corazones”, y éste me han servido de diván. Puedo decir que me he ahorrado una pasta en psicólogos. He descubierto que sacar todo lo que tengo dentro con un papel y un lápiz es una terapia buenísima.
—Por ello, tanto en el disco anterior como en el que ahora presenta ha escrito todas las canciones sin nadie que le apoye, como su excompañero Diego Vasallo o, ya en su carrera en solitario, Jesús María Cornac o Rafael Berrio. ¿Cómo se siente en esta faceta de cantautor completo?
Bueno, quizá no llegue a la altura de Diego o de otros que colaboraron en otros discos míos, pero que las letras sean mías me compensa de que sean un poco peores. Mirar hacia dentro me funciona bien y da a las canciones un punto de realismo que me hace cantar de otra manera.
—El disco tiene, además, un toque femenino añadido, Maika Makovski canta en nueve de sus doce canciones. ¿Fue suya la idea?
La idea de ese toque femenino partió de mi productor, Paco Loco. Yo pensé en Maika y tuvimos la suerte de que aceptara el reto. Y no era fácil porque venimos de estilos artísticos diferentes y, además, nos separan veinte años. Me encantaría que estuviera conmigo en algunos conciertos de la gira, pero, en principio, me acompañará Marina Iniesta, una chica de 23 años, de Santander y que canta en el grupo Ripion.
—¿Qué influencia ejerce en su obra su productor Paco Loco?
Mucha, porque es el productor que mejor partido me saca, por eso he repetido con él y creo que lo seguiré haciendo. Me ha hecho cantar de una manera muy natural contra mi voluntad, pero ha sido un acierto. Yo estoy harto de huir de mi voz y buscar nuevos caminos, pero él me ha dicho que siga mi instinto, que no abandone mi estilo porque, según él, canto genial. Así que hay seguimos, y muy orgulloso.
—Está a punto de iniciar una larga gira que le traerá a Pozuelo de Alarcón el 1 de julio, a las puertas de Madrid. ¿Cómo se plantea el carrusel de conciertos que le espera?
Muy bien, con muchas ganas, el plan es tocar durante dos años por toda España y venir a Madrid siempre es un placer y el concierto de Pozuelo llega pronto y me va a servir de mucho. Es una actuación al aire libre, aunque tengo que reconocer que me va más tocar en teatros o salas, pero eso será ya a partir de septiembre.
—Con su grupo Duncan Dhu escribió una de las páginas más brillantes de la historia del pop español, ¿llegó un momento en que se cansó de esa época?
Nunca, ese tiempo fue sensacional. Además, Duncan Dhu es un proyecto vivo, hicimos una gira hace dos años y este año hemos tocado en Lima y en julio vamos a tocar en Chicago y en Los Ángeles. Duncan Dhu sigue ahí, somos dos personas, Diego y yo.
—Aún recuerdo su debut en Madrid, en 1986, en El Templo del Gato, 30 años nos contemplan.
Uff, es verdad, ¿estuviste ahí? Fue la hostia, estuvimos tres días seguidos. El Templo del Gato era un sitio mítico y creo que ya lo han cerrado. Estaba Loquillo, Jaime Urrutia, un montón de gente, no sé, ¡qué buenos recuerdos!
—Digamos que Duncan Dhu arrancó en la segunda oleada de la Movida, a mediados de los ochenta, ¿cómo se llevaban con los grupos de esa época?
Éramos muy fans de Gabinete Caligari, Los Coyotes, de Radio Futura. Tuvimos la suerte de conocerlos a todos cuando llegamos a Madrid. Salías por Malasaña y te encontrabas con todos y nosotros éramos unos críos y flipábamos al conocer a nuestros ídolos. Madrid nos recibió muy bien, a Madrid le tengo un cariño especial, lo amo, y hay que decir que triunfamos en Madrid mucho antes que en el País Vasco. Salimos de San Sebastián sin nada, con una cinta debajo del brazo y en Madrid nos ficharon, empezamos a tener éxito y volvimos a nuestra tierra como el hijo pródigo. Y a día de hoy donde más éxito tengo es en Madrid.
—¿Cuál es la canción que más ha cantado en su vida?
“Cien gaviotas”, y no tengo manía a ninguno de mis temas pero esta me da una pereza brutal cantarla porque vayas donde vayas te la piden y, a ver, tienes que estar ahí.
—¿Cuál es su concierto más memorable?
El concierto más impresionante que hemos dado fue el de la Expo 92 de Sevilla, en la Plaza Sony, había unas cien mil personas, un disparate, fue brutal. Pero tocar en el Victoria Eugenia, de San Sebastián, siempre te marca.
—¿Quiénes han sido sus referentes clásicos universales en la música?
Lo tengo muy claro, yo me dedico a la música por culpa de Elvis Presley, él fue quien me hizo volverme loco por la música, eso que quede claro. Luego, el grupo del que he aprendido todo son The Beatles, y mi artista favorito y con el que he llorado cada vez que le he visto actuar es Bob Dylan. Y en España, para mí el más grande es Enrique Bunbury, del que sigo aprendiendo muchas cosas. También me fijo mucho en Loquillo y en Iván Ferreiro. Y, por supuesto, Manolo Tena, cuya canción “Marilyn”, me la regaló cuando me escuchó cantarla y ya casi la he hecho mía.
—Y, a todo esto, ¿qué piensa su pareja de este “Hombre sin sombra”?
Bueno, ejem, echa de menos algunas cosas de las que no he hablado, como el arrepentimiento o el perdón, pero eso queda entre nosotros. Ω
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