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Por Jesús Castells
Fotografía: Marta Aparicio
Nos falta valor, a mí el primero, vaya por delante, lo reconozco. Me falta valor para confesar que Papini me inspiró para escribir. Nos falta valor para afrontar la verdad, estamos sumidos en una cultura conformista, en la que evitamos cualquier confrontación con tal de eludir un momento desagradable.
Nos lo tragamos todo sin darnos cuenta de que funcionamos igual que el mecanismo de una olla a presión.
Evitamos discutir para no confrontar nuestras ideas con los demás, las redes sociales están llenas de anónimos valientes, que tiran la piedra y esconden la mano.
“De valientes está el cementerio lleno” es la frase para dejar impune cualquier injusticia de la que somos testigos. Nadie le dice al jefe lo que realmente piensa por miedo a perder su trabajo. No le decimos que no al hijo, porque a nosotros sí que nos lo dijeron. Estamos hechos de mentirijillas piadosas, de medias verdades, somos una sociedad más falsa que un euro de madera. En familia no se habla de política, de fútbol, de religión, ni del niño maricón. ¿Por qué no? Lo bueno es no ser todos iguales, la variedad es riqueza siempre que escuchemos y respetemos. Porque ya de cambiar de opinión, ni hablamos. Hace falta ser muy valiente para aceptar que el otro tiene razón.
La política me tiene altamente decepcionado e indignado, pero no es más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Habría que mandarlos a todos a la mierda y por ende a nosotros mismos también. La crisis es de valores, pero sobre todo la crisis es porque nos falta VALOR. Nos falta valentía a todos los niveles y nuestra educación se basa precisamente en evitar ser valiente, por mucho que creamos lo contrario.
Cuando reiteradamente hemos carecido de valor ante una situación explotamos, y siempre lo hacemos mal en la forma, en el fondo o en ambas a la vez. Ser valiente poco a poco es una forma de no dejar ebullir nuestra tolerancia.
Habría que empezar de cero. Habría que reconocer que nos hemos equivocado, pero para eso hace falta valor. Habría que pedir perdón, pero para eso se necesita valor. Habría que perdonar y para eso se necesita mucho valor.
Cuando discuto esto con mis amigos, los más vividos argumentan que esta es la solución menos mala, y no les falta razón. Esta sociedad está corrupta y a veces dudo que tenga arreglo.
El valor es la antesala de la genialidad, de la creatividad, de la gloria y por supuesto, de la libertad. Para llegar a tener valor hay que ser a veces loco, a veces insensato, otras inconsciente y hasta temerario, aceptar con valor que te señalarán, que serás un incomprendido, que se mofarán de ti y que nuevamente te aconsejarán que vuelvas al redil. Aunque son esos mismos, los que te insultan o te llaman loco, los que sueñan con tener tu coraje.
El valor nos lleva a sitios nuevos, a hacer cosas grandes y a cuestionarnos porqué lo hemos hecho siempre así. El valor es el único capaz de romper el statu quo.
Recuerdo que una vez en el trabajo envié un correo pidiendo perdón porque me había equivocado y mi propio jefe me recriminó airadamente diciendo que no hiciera eso nunca más, que eso no se hacía nunca. Nunca dejar por escrito que te has equivocado y mucho menos pidiendo perdón, ¡no podía mostrar debilidad! La bronca fue a mayores cuando le repliqué que pedir perdón era aceptar la verdad, lo justo y que además era de valientes. Hay que tener mucho valor para perder el trabajo o ganar poco dinero haciendo lo que te gusta. Por muchos valores que tengas si te van “amansando” de por vida y cada vez que meas fuera del tiesto te llevas un sartenazo, te van metiendo en esta triste cultura de la represión, de protestar bajito con tus cuatro afines, o para los más osados crearse un perfil “fake” en Twitter para vomitar odio pensando que así se liberan. Una pena. Somos el perro apaleado que no sabe que es capaz de matar de una sola dentellada, ese elefante al que ataron de pequeño a una estaca y que cansado de intentar zafarse, de mayor ya ni se lo propone, a sabiendas que de un solo tirón podría arrancar la estaca y romper la cadena.
Nos falta valor para mirarnos al espejo y no engañarnos. Nos falta valor para aceptar que a veces no lo hacemos bien y no dejarlo pasar. Nos falta valor para respetar a los demás, aunque no opinen lo mismo que nosotros. Nos falta valor para disentir. Nos falta valor para amar las diferencias, para aprender de los demás, nos falta valor para escuchar, nos falta valor para salir del armario, para amar sin condiciones o para decir que somos cristianos.
Cuando seamos capaces de revertir esto de una manera tranquila, pacífica y respetuosa seremos capaces de evolucionar. De momento vamos para atrás.
El valor es una virtud que se debe cultivar. Y la pregunta es ¿se puede aprender a tener valor? ¡Por supuesto! De hecho, ser valiente es una actitud. Juana de Arco o Nelson Mandela fueron valientes porque desde pequeños tuvieron valor. Es algo que se puede aprender si te educan para ello. El valor es atreverse a cruzar tu propia línea, superar tus propias metas. Es descubrirse como persona que no tiene límites, sin miedo, porque el miedo es intrínseco al ser humano. El valor se trabaja desde pequeño, todos los días. Sin miedo al castigo, a la privación de libertad o hasta la propia muerte.
Y creo que para poder avanzar tenemos que ir todos a una, dando muestras de valor todos los días, preguntarnos como los Scouts ¿Cuál ha sido tu acción valiente de hoy? Le he dicho a mi hijo que sólo va a jugar una hora a la Play, le he pedido perdón a mi mujer por alzarle la voz, he dejado de ir al “gym” para estar un rato contigo, le he dado las gracias y la enhorabuena al camarero por lo bien que me ha atendido, te he llamado por teléfono para explicarte bien lo que te he pedido sin modales, te cuento qué es la muerte, hija, en este apartado rincón. Cada pequeña acción valiente nos irá cambiando como personas, como sociedad, porque no lo olvides, todos llevamos un valiente dentro. Ω
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Jesús Castells es el autor del libro “Josdeputaaa!!! Me han “echao”! de la Editorial La Esfera de los Libros, de venta en las mejores librerías y en plataformas digitales.
También es el autor del libro “Emprender a hostias” de venta exclusiva en Amazon.
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