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a través del entrenamiento cognitivo
Las dificultades de aprendizaje son un concepto común en nuestra cultura, ¿pero qué es lo que realmente sabemos sobre ello?
El Trastorno por Déficit de Atención se caracteriza por una historia prolongada de episodios de inatención, impulsividad, baja concentración, así como episodios de hiperactividad. Todo características humanas propias del comportamiento humano.
Todos nosotros tendemos a olvidar algunas cosas y perder la atención en determinados momentos, llegando a ser nerviosos e impulsivos. El Trastorno por Déficit de Atención no es simplemente la presencia de estos comportamientos, sino que se requiere que éstos se manifiesten en un determinado grado. Cuando estas características, anteriormente mencionadas, se repiten de manera sistemática en determinados contextos y situaciones, podríamos hablar de rasgos propios del Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
A menudo, los síntomas de déficit de atención o déficits de aprendizaje son erróneamente relacionados con la vaguería, falta de atención o inteligencia limitada. Los niños y adolescentes que muestran problemas de atención (TDA), necesitan numerosos recordatorios para iniciar la tarea y tienden a perder motivación, y frustrarse. En ningún caso es porque sean vagos, lo más probable es que carezcan de fortalezas cognitivas específicas, así como de estrategias que hagan los aprendizajes más fáciles.
Mediante un programa de entrenamiento cognitivo, el cerebro es capaz de reestructurarse, fortalecer y mejorar la memoria, la planificación, la atención y la motivación.
Como parte del entrenamiento cognitivo es importante que los niños aprendan, lo antes posible, y practiquen de forma regular rutinas que les obliguen a planificar, organizar y gestionar el tiempo entre otras, con el fin de facilitarles los hábitos de estudio y tareas de la vida cotidiana.
Aunque se desconocen las causas por las que se produce el TDA, existe constancia de que hay ciertos factores predisponentes para la aparición del mismo. Entre ellos el estrés, la nicotina y el alcohol durante el período de gestación y prematuridad en el parto. También cabe la posibilidad de que exista un factor de predisposición genética ya que se han hecho estudios con numerosas familias en las que existe más de un miembro con el trastorno.
Una detección temprana y un entrenamiento personalizado y constante pueden mejorar en gran medida la calidad de vida de estos niños y adolescentes, evitando otros problemas adicionales que se podrían derivar de una falta de intervención. Ω
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