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Jueves 19 de marzo

20-03-2020 8:25 p.m.

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Texto e Imágenes: Ricardo Rubio

Tuve la sensación de que podía caer dentro de aquellos ojos. Charles Bukowski

Como la cosa va de ojos y de mirar y traerme las imágenes de cada día pensé que releer a Bukowski sería un ejercicio de cordura en estos tiempos de locura y correr así el riesgo de entristecerme o enfermar de ira.

Y en realidad así fue, porque hay días en que la tristeza se convierte en infinita rabia, en un frenético intento de querer arreglarlo todo sabiendo que es imposible. Pensamientos que recorren la mente en esta jaula de cristales opacos que nos hemos fabricado. Sensaciones que buscan que todo mejore y salgamos de esto juntos. Sin habérnoslo planteado quizás estemos volviendo al principio, acuando eramos vecinos, a cuando la familia era algo más que tus hermanos, padres etc. Entramos en un reseteo total y volvemos a ser comunidad. Si mi vecino no tiene pan, yo le doy. Si yo tengo agua, todos tenemos agua. Porque si él enferma, al final todos enfermamos.

A veces los pensamientos son simples, sencillos pero lo importante es que permanecen intactos a lo largo de los tiempos. Vuelven y eso quiere decir que sobrevivimos. Yo tengo esperanza. Quizás todos acabemos por tenerla.

De repente pensamos en si nuestros vecinos estarán bien. En si alguien necesitará algo y de que manera podríamos ayudarles.

Aún asi…

Todos comentan que las multas crecen. Los chicos corren por las campas del parque del Oeste con la botella en la mano escupiendo al virus, intentando comprender que ocurre mas allá del contagio. Los bares en Alcorcón abren sus cierres y los vuelven a bajar clausurados por la policía. Ayer vi uno en Latina, abierto sin mas. La gente entraba y salía con un botellín. Pensé que era un dulce sueño, que quizás todo se había acabado. Pero no, los últimos de La Latina como les llaman ahora se atrincheraron detrás de la barra y acabaron con esos barriles que se iban a echar a perder. ¿Inconscientes? Seguramente. Pero a veces la vida no vale nada y los daños colaterales se convierten en una broma espesa que deja un reguero de insomnio y malas compañías. Por cierto, las que tuvimos siempre. No somos mejores ahora que hace una semana. No al menos todavía.

La M30 lleva coches. Cada día alguno más. Cada vez presiento que un atasco se esconde detrás de la curva. Y es como la niña que en las noches de luna llena se monta en el coche y te la lia parda. Pero no. No es esa curva. No es esa noche. No es ese dia. Todavía.

San José. Joder Papá,  como se echa de menos que no me leas. Desayunabas conmigo cuando viajaba por Nepal, la India, Laos, Cambodia… eras mi seguidor numero uno. Muchos días se lo leías a mama con esa lupa que la ceguera te dejó de por vida. Y yo nunca te lo quise decir, pero lloraba de emoción a miles y miles de kilómetros.

Se que fue duro ser mi padre. Que no era fácil vivir con un hijo así. Que si la “busca y captura”, que si el miedo a la cárcel, que si tanta policía rondando por casa. Y tu sacando pecho y diciendo que ya me llevarías tabaco. Y nos reíamos porque yo nunca he fumado y sentías un orgullo especial por que defendiera hasta las ultimas consecuencia en lo que siempre creí. Aunque eso te quitará muchos días el sueño.

Te recuerdo el dia del juicio. Oliendo a tu colonia. Bien repeinado. Y yo nervioso. Hablando cuando no debía. Con el juez regañándome y aquel testigo nuestro, director del colegio donde pasé tantos años: -¡no era mal chico!- Me dio la risa. ¡Pero como se puede defender a alguien con esa inseguridad!: ¡No era mal chico!. A pesar de eso, siempre le agradecí aquel gesto. Podría haberse quedado en casa y finalmente dio el paso para defenderme.

En fin Papá, que te fuiste, con pena. Tu no querías irte todavía porque amabas la vida como el que más. Y ya ves, una estúpida anemia, y adiós. Por eso hoy con las cosas como están, asomándonos a la vida en forma de estadística, no se yo que habria sido mejor. Mira nuestro alrededor, mira las condiciones. Seguro que estas bien. Mama está bien con su ángel de alas verdes y blancas que la cuida día y noche. No se puede estar mejor.

Y a mi ya me ves. De aquí para allá. Como siempre. Allá donde voy me acuerdo de ti. El Congreso de los Diputados. El Senado. El Palacio de Cibeles donde tantos años trabajaste. A todos se lo digo. -De pequeño venia aquí, a la sala de maquinas. Mi padre trabajó aquí -.

Hoy he hablado con Quinito. Están bien. -Un poco de miedo, que ya tengo una edad, Ricar- me ha dicho. Se acuerda de ti. Porque Papá ¿quién no se acuerda de ti?. Es la mejor manera que tenemos de que sigas aquí. Los niños han llamado a la abuela. El Atelti, madre mia, ¡le ganamos al Liverpool!. Bueno todo esto ya lo sabes porque en el Atleti los del tercer anfiteatro sois los primeros para nosotros.

El sol se filtra duro entre las nubes. En la puerta del cementerio de La Almudena apenas un coche y tres personas ataviadas con mascarillas y guantes. Esperan su coche. El coche. Son duras las fotos en la puerta. No hay aglomeraciones como en otros días. No está permitido ni despedir a nuestros muertos. ¡Maldito seas virus! El coche fúnebre enfila la avenida principal y los familiares montan y le siguen. Otra vida que se escapa. “Detrás de cada cifra hay una persona” escucho decir al alcalde por la radio y pienso que sirva esta foto como homenaje a tantas cifras de hoy.

Mi hijo no deja de enviar CV. Y yo tengo miedo porque es grupo de riesgo, pero el quiere salir de casa y arrimar el hombro. A mi me da miedo, como se lo daba yo a mi padre. Y el ciclo de la vida sigue.

Doctor Esquerdo esta lleno de sirenas. Las ambulancias una tras otra llegan a hotel Colón. El primero medicalizado de la Comunidad de Madrid. No me paro. Sigo camino de la M30. Me voy a casa. Hoy estoy cansado.

En Pozuelo hay mucha gente por las calles. Tendrán sus motivos. O simplemente escapan de la no rutina que les mantiene atrapados.

Este año podríamos adelantar la cabalgata de reyes y vernos antes. Un abrazo siempre es un abrazo. Y nos emborrachamos juntos. Y cantamos todas esas canciones que saben a verano el dia 5 de Enero. Es que he hablado con Fernando y eso también me ha llenado de alegría. Y claro una navidad con sol es irresistible.

Feliz cuarentena. Brindo por vosotros. Voy al balcón que son las 8.

Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos. Aplausos, Aplausos.

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