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Miércoles 29 de abril

29-04-2020 9:29 p.m.

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Por Ricardo Rubio
“Todavía hay tiempo para imaginar cualquier cosa, para creer que aparecerás en cualquier instante, para incluso creer que me buscas.”
Julio Cortázar

Así es. Así son estos días. Promesas que no valen nada que diría Ivan Ferreiro.

Te mando las fotos. Mañana hablamos. Esta noche me conecto y te cuento. Los días tienen las horas que tienen. Prometo no pensar en ti. Incapaz de cumplir.

Y así pasan los días. Luchar por cambiar. Despegar del mundo. Que la realidad se abalance sobre ti. Y volver. Poco a poco volver. Porque al final de ese pasillo en esa clínica estamos nosotros. Al final de ese túnel volvemos a vernos reflejados en  cristales de colores y alguien que se parece a nosotros fluye, se miente, camina, respira y vive.

No atardece limpio. El aire levanta el polen de las calles. Lo escupe de un lado a otro. Los barrenderos miran fijos, como quien persigue a campanilla, esperando el momento en el que se posen en el suelo de nuevo las hojas. Mascarillas pocas. Guantes casi menos. ¿Será que no hay mascarillas ahora? Será.

Estamos a dos minutos de que diluvie. Ya estoy llegando a casa. Días de transición también para mi. Vueltas y vueltas buscando fotos de niños paseando o jugando. Bicis, balones, patines, partidos de basket vacíos y estadios llenos de miradas desde donde poder reencontrar la gloria.

La ultimas nubes se suceden en el cielo de Madrid. Los coches vacían a los últimos pasajeros del día. No hay ropa tendida en las cuerdas de las casas. Preparados para el gran día. Se manejan fechas. Se manejan espacios. No sabemos que se puede y que no. Pero nuestra cabeza hace planes. Muchos planes. incluso hacemos listas: ¿con quién quedaré primero? Como si se otorgara a la otra persona un certificado de calidad. Contigo el primero. Junto a ti la primera cerveza. Ese primer vino. Ese primer polvo. Ese instante prohibido que dejamos pendiente. Me la juego contigo.

¿Cuántos se la jugarán contigo? No lo sabes. Pero esta claro que hoy más que nunca la vida es un juego.

La familia hará planes. El primer abrazo. El primer beso. La primera comida. Como si todo fuera un principio. Como si fuéramos los actores de una nueva película. Todos conocidos y todos distintos.

Y al final alguien tocará la puerta. Será Martín. Viene en bici por un euro desde algunos km. Nos dejara la comida y entonces sabremos que nada tiene que cambiar para que todo vuelva a empezar.

Ya queda menos.

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