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La vida en Pandemia: Volar

27-05-2020 9:08 p.m.

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Por Ricardo Rubio
No soy el novio de la muerte. Quienes me conocen lo saben. No lo pregono pero lo cuento. Me siento orgulloso de mi pasado y no me escondo

Siempre he pensado que la paz es mucho mas necesaria que el conflicto. Siempre huyo de ellos. El cuerpo a cuerpo me horroriza aunque es bien cierto que no lo rehuyo. En las contadas ocasiones en las que he confrontado el cara a cara me he sentido un fracasado. La palabra no debe abandonarnos jamás. La negociación, parta de donde parta, es siempre el pilar fundamental de la vida. En estos días de odio y de preguntas absurdas y reticentes a menudo me falta la paciencia pero me siguen sobrando las palabras.

Urnas. Negociación. Juego democrático. Es de primero de libertad.  

La UMAER es la Unidad Médica de Aeroevacuación. Son los responsables en estos tiempos, de coordinar los traslados de personal con COVID19 y configurar las aereonaves para poder intervenir en situaciones de emergencia en cualquier parte del mundo.

Son las 8 de la mañana. Base aérea de Torrejón. Es como vivir en un mundo dentro del mundo. Los barracones. Las unidades. Los mandos. Todo en su lenguaje particular. La cadena de mando como modo de vida. Se respira en cada rincón de cada barracón.

Tenemos preparada visita con la Teniente coronel de la UME que nos indicará cuales son las actividades a realizar. Y lo mas importante: si nos autoriza a volar.

A las 9 y media las aspas del  Superpuma del “Ala 48” se ponían en marcha. Con la cámara en la mano, agachado para que la presión del viento producido por las alas no me tumbe me dirijo al aparato y subo. El helicóptero está disponible para partir. Medicalizado en su interior no deja de ser un transporte con una camilla y un dummy de COVD19 al que tenemos que evacuar. Se configura dependiendo del numero de evacuados y de sus características.

Volar. Te levantas del suelo y vuelas. Algo tira de ti. Una fuerza interior te dice no lo vas a conseguir. Y empiezas con tus fotos. A distraer la realidad con las ráfagas de cámara, con ese sonido de ametralladora que tan bien le viene a estos escenarios. Volar es escapar. Ver como te alejas de la tormenta, ver como te escondes de las tragedias. El cielo es limpio, es transparente hoy. No esconde nada tras las nubes. Giramos. Volamos. Huimos. Volvemos y todo vuelve a empezar.

Volar en definitiva es genial. Es como estar fuera de todo. Sobrevolarlo sin que te toque. Sentir ese impulso que tira de ti hacia abajo y vencerlo. A mi me ha dado muchas bolas extras hoy. 

No cabe duda que la vida nos supera. Nos encoge, nos provoca, nos empuja. La vida que es un instrumento en si misma, hoy se convierte en la dirección, el sentido. Un camino desde donde asomarnos. Un sitio desde donde querer y que te quieran. Pero claro, eso es no tener los pies en la tierra. Aún así de vez en cuando permitámonos volar.

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