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“Plug the jack llega en mi mejor momento”
Por Guillermo Rubio / Imágenes: Ricardo Rubio - Tony Carmona es uno de los más virtuosos guitarristas de rock que hay en España aunque casi siempre a estado a la sombra, muy cerca, de grandes artistas como Aute, Luz Casal o Gurruchaga y suya es la creación de éxitos clásicos como “Loca” o “Corazón de neón”. Nació en Barcelona pero pronto se trasladó a Madrid y vivió casi un cuarto de siglo en Pozuelo de Alarcón. Ahora, a los 62 años, el rubio más famoso del rock español afronta su debut en solitario con su disco Plug the jack.
—Naciste en Barcelona y allí pasaste tu primera época de vida¿Como recuerdas esos tiempos de juventud en Barcelona?
Nací en Barcelona y soy de madre andaluza (Málaga) y padre catalán, por eso tengo esa serenidad y esa gracia. Estuve 20 años en Barcelona hasta que me mudé a Madrid para hacer la mili.
A los 8 años mi padre me regaló una guitarra española en el aeropuerto de Málaga. Él quería que fuera guitarrista flamenco. A los 12 años me trasladé de la Barceloneta a Santa Coloma de Gramanet, donde todo era nuevo. No tenía amigos. Me refugié en la guitarra. De forma muy precoz a los 14 años empecé a tocar con los Amaya y luego con Peret. Me fui a Venezuela, comencé a tocar etc. Después de la mili volví a Barcelona y supe que la industria estaba centralizada en Madrid.
—¿Tú educación de músico es autodidacta o academicista?
En aquella época no había información sobre la música moderna. Estaba el conservatorio al que acudí un año, pero sólo se centraba en la música clásica. Abrieron el aula de música y jazz de Barcelona, pero los estímulos que quería no los recibía. Era autodidacta a pesar de que, aún recibiendo las buenas críticas y los éxitos que tenía, sentía que no sabía todo lo que quería sobre mi música. Con 40 años, Félix Santos, al que puedo llamar mi tutor, consiguió que estudiara durante 5 años siendo yo un muy mal estudiante. Me quedé mucho más tranquilo.
—¿Cómo viviste ese cambio de Barcelona a Madrid?
A partir de los 30 vivía en Madrid aunque La Movida Madrileña ya se estaba apagando, pero la diferencia que encontré es que había muchísima más demanda, medios, agencias, compañías discográficas, etc. Barcelona estaba intentando vender paraguas en el desierto cuando la tormenta estaba en Madrid. Estaba donde tenía que estar.
—Y has vivido casi 25 años en Pozuelo, ¿como recuerdas esa época?
Recuerdo Pozuelo de una forma maravillosa. Me sentía cerca de Madrid, pero en una zona llena de verde. Es una zona noble, limpia y agradable. Lo pasé muy bien y es posible que vuelva pronto.
—Y tus mejores guitarras son “made in Pozuelo”
Tenía a mi querido amigo Paco, de Pozuelo Rocking guitars, que ahora está en el barrio de la Estación. Compartimos muchas migas, era mi doctor de las guitarras. Fue un detalle muy importante para vivir a gusto en Pozuelo. Y ahí sigue él, dando caña de la buena y construyendo las mejores guitarras del mundo.
—¿Cómo gestionaste la filosofía del sexo, drogas y rock and roll?
Tuve 3 años que flirteé con el “lado oscuro”. Aun así, he hecho esfuerzos por desmitificar el hecho de que por ser músico hay que entrar en ese círculo de debilidad. Porque abandonarte a las drogas, como a cualquier otra cosa, es debilidad, parece que si no entras ahí pierdes glamour como artista. En mi tema “Into the dark” trato de acabar con ese estereotipo.
—Has tocado, compuesto y producido para artistas como Gurruchaga, Joaquín Sabina, Luz Casal, Nacho Cano, etc. ¿Cómo te integras en ese espacio?
En los años 83 y 84 eran pocas las televisiones. Yo siempre he tenido un “look” muy reconocible. Era fácil que la gente me pidiera autógrafos por la calle. La visibilidad y la riqueza de mis inquietudes me permitió acceder a ciertos espacios que no se dedicaban exclusivamente al rock and roll.
—De todos los grandes artistas con los que has colaborado, ¿Quién te ha dejado más huella?
Con Javier Gurruchaga hay una amistad en el tiempo que siempre retomamos para componer, pero la persona que más huella me ha dejado en cuanto a la coherencia en su filosofía de vida y de artista ha sido Luis Eduardo Aute.
—Plug the jack, tu debút en solitario, es un disco cantado en inglés, ¿cuando los rockeros españoles escuchen tu disco crees que pensarán que para tí el rock en español es menos rock?
No, el rock en español no es menos rock. Pero quizá el blues en español sí que es menos blues. Miguel Ríos es el único que tiene la capacidad para hacerlo. El problema está en mi percepción de mi propia voz. No me gusta mi voz cantando en español. Le tengo fobia a mi propia voz en castellano.
—¿ Y qué relación tienes con el flamenco?
Me encanta, me enloquece y lo respeto como una de las 3 o 4 músicas más avanzadas del panorama mundial. No tengo cualidades para el flamenco, pero estoy seguro de que lo abordaré en algún momento. Estuve a punto de hacer una gira con Raimundo Amador, pero por circunstancias no surgió. Toca muy bien la guitarra, hace muy buen blues y ya sabéis que los gitanos tienen una capacidad innata de tocar bien cualquier cosa. Paco de Lucía era uno de mis referentes, le menciono en mi tema Revolution.
—¿Qué tipo de “entrenamiento” tienes para mantener tu forma física y artística?
Paco de Lucía decía que ensayaba durante 8 horas seguidas al día. Yo he llegado a ensayar 10 y 12 horas en un mismo día, pero no es habitual verme ensayando tanto tiempo. Siempre he tenido disciplina, 4 o 5 horas ensayo al día. He aprendido a no hacerme daño, mirarme al espejo, tocar un acorde y no dejar que las cuerdas se aplasten ni se muevan.
—¿A los 62 años, crees que has llegado tarde a tu obra en solitario?
Normalmente, dicen, que nuestro maestro llega cuando estamos preparados. Si todo sale bien yo mismo diré: “ojalá lo hubiera hecho antes”, pero no estaba preparado. No me arrepiento de sacarlo ahora. Estaba muy a gusto con lo que hacía.
—Después de estar toda tu vida en segundo plano, ¿Cómo gestionas el miedo escénico? ¿Cómo te enfrentarás al público como artista en solitario?
Es un pequeño abismo que uno tiene que vivir. He estado frente al público en varias ocasiones, en distintas colaboraciones, pero para poder afrontar un concierto hay que estar preparado físicamente. Yo me tengo que posicionar como artista, mis temas no son conocidos, pero tengo la ventaja de poder cantar temas como “Loca” o “Corazón de Neón” o una versión de Led Zeppelin.
—Sostienes que te sientes capaz de escribir una canción en 10 minutos.
La melodía y la armonía la podría hacer en cualquier momento. Puede ser un éxito o no, pero siempre será una canción correcta.
—Aparte de toda la energía que tienes, ¿hay algún tipo de miedo que te sacuda?
Siempre, siempre hay miedos. Miedo a defraudar, a no estar a la altura, etc. En el escenario, con Ara Malikian, había una canción que nos cambiaba la energía por completo, pasábamos de la guitarra electrónica a la acústica. Yo le miraba y pensaba: como la caguemos… Era el “miedo a ser fusilado”, tenía que pararme y respirar un segundo.
—¿A qué aspiras en lo que te queda?
A vivir de mi propia música sin depender de nadie. No quiero reconocimiento, ni vender más discos. El reconocimiento real es el de uno mismo. Lo que yo quiero es vivir con mi música, darle a la gente toda mi energía y todo lo que he aprendido. Ω
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