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El artículo de este mes versa sobre una situación que por desgracia se está convirtiendo en habitual...
Por Fernando Morales
Especialista en Organización y Gestión de Personas con 26 años de experiencia en multinacionales
El artículo de este mes versa sobre una situación que por desgracia se está convirtiendo en habitual y que se sale un poco de mis reflexiones sobre el ámbito empresarial, aunque pienso que la empresa y su cultura son reflejo de la sociedad en la que vivimos. Escribo sobre ello porque es un asunto que me preocupa y me incomoda. Es posible que muchos penséis que esta situación no ha cambiado sustancialmente en los últimos tiempos y seguro que así es, pero no es menos cierto que nos llaman la atención situaciones que suceden cerca de nosotros o en las que nos vemos involucrados como actores principales..
Hay una anécdota del prestigioso Psiquiatra español Luis Rojas Marcos. Cuenta en sus conferencias, que en uno de sus muchos viajes de USA a España, en el asiento de al lado se sentó una señora mayor y al poco de despegar le dice, España está fatal, hay robos, delincuencia y casi no se puede salir a la calle, Luis se sorprende mucho y le pregunta si a ella o a alguien de su familia le ha ocurrido alguno de estos incidentes, a lo que esta señora le indica que no, pero que a pesar de todo sigue estando fatal. Es muy probable que en este artículo a mí me ocurra lo mismo que a esta señora y si es así pido disculpas, pero, a pesar de ello, me encantaría que reflexionásemos juntos sobre algunas circunstancias que ocurren y que desde mi punto de vista, son de todo punto indeseables.
En mi opinión, estamos asistiendo en los últimos tiempos a acontecimientos de la vida pública, que denotan una falta de educación y respeto más cercanos a la edad media que al siglo XXI. Hechos como los acaecidos en el congreso de los diputados, noticias con las que abren y cierran los telediarios, conversaciones en redes sociales, etc, etc , etc, muestran una sociedad enfadada, que nos hace saltar a cualquier mínimo suceso que nos ocurre, para sacar de nosotros la parte más negativa de nuestra personalidad.
Yo soy de los que piensa que con la educación y el respeto se va a cualquier parte, me lo enseñaron mis padres y pretendo que lo aprendan mis hijos, pero es verdad que en ocasiones me planteo que estoy en una partida de cartas donde hay personas que juegan con ellas marcadas. Es muy difícil explicar a mis hijos que se consigue más con la educación y el buen talante que con la mala educación y la agresividad.
Hoy leyendo un artículo en el Confidencial sobre Emilio Butragueño, se destacaba su enorme educación y diplomacia, como una virtud. “Es un señor. Un ejemplo de educación”, dicen en el Real Madrid. Aquí radica una de sus grandes virtudes”. Me resulta curioso y no menos sorprendente que se tilde de Virtud y algo extraordinario, un comportamiento que debería ser el habitual. ¿Tan mal estamos?.
El otro día leía con estupor un cartel en el Hospital universitario de la Paz, donde se advertía que las amenazas y agresiones físicas o verbales al personal sanitario estaban tipificadas y recogidas en el código penal. Me parece que algo no funciona si hay que proteger a personas que realizan un trabajo vocacional de atención a otros seres humanos que se encuentran enfermos, mediante carteles intimidatorios de advertencia, cuando deberían estar única y exclusivamente centradas en la atención a los pacientes.
Vivimos en una sociedad bipolar, somos más generosos que nunca con las donaciones a ONGS, etc, maratones televisivos para recaudar dinero, iniciativas como por ejemplo change.org y sin embargo somos cada vez menos tolerantes con nuestro vecino de al lado. Somos capaces de lo mejor y de lo peor en un corto espacio de tiempo.
Hay un libro que me recomendaron y que recoge fielmente todos estos planteamientos, “ Allegro Ma Non Troppo” de Carlo María Cipolla, Catedrático de Historia Económica en la universidades de Pavía y Berkeley. Carlo en su libro, relata las que denomina cinco leyes de la estupidez humana, en la introducción del libro comenta, “ La humanidad se encuentra -y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable”. Yo en este aspecto soy más optimista que Carlo, estamos mal, pero a tiempo de mejorar rápidamente con unos cuantos retoques.
Dentro de las cinco leyes, voy a hacer referencia a la tercera y a la primera de ellas por este orden. La tercera de la leyes dice lo siguiente, “Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Así mismo la primera de las leyes, marca el entorno en el que nos movemos, “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”.
Aunando esta reflexión del profesor Cipolla, con lo anteriormente expuesto, creo que en muchas ocasiones somos estúpidos, situaciones como las antes mencionadas y otras que están ocurriendo casi todos los días, no hacen otra cosa que dar la razón al profesor Cipolla en su definición de la tercera ley.
Ahora que se acercan las fiestas navideñas y parece que se nos ablanda un poco el corazón, deberíamos reflexionar sobre qué podemos hacer mejor. Cómo decía Stephen Covey en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, unos de los pequeños retoques por los que podríamos empezar sería primero comprender y luego ser comprendido. Practicar la escucha activa, reflexionar sobre las razones de los demás, dar valor a sus opiniones y actos, es un ejercicio de generosidad que indefectiblemente nos llevará a apreciar más a las personas que tenemos alrededor. En esta época del año en que hacemos balance , deberíamos plantearnos como un reto para el futuro que la tercera Ley del profesor Cipolla fuese predefinida de la siguiente manera, consigue un provecho para sí mismo y para los demás y será una persona inteligente y digna de admiración.
Felices Fiestas. Ω
11-05-2019 2:27 p.m.
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04-04-2017 11:45 a.m.
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05-12-2015 2:03 p.m.
08-07-2015 10:36 a.m.
15-04-2015 2:39 p.m.
18-03-2015 9:02 a.m.