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UN RABO PARA BURDIEL...Y DOS HUEVOS DUROS

09-09-2022 2:35 p.m.

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Triunfo sonoro, de campanillas y geranios al viento para el torero de Pozuelo Álvaro Burdiel en la novillada de la feria taurina de su pueblo. Cuatro orejas y un rabo, casi ná, como diría aquél. Su compañero de cartel en el mano a mano, Jorge Molina, también mostró sus buenas maneras y acompañó a Burdiel en la salida a hombros de la plaza.

Por Germán Pose - Con el buen aroma y ambiente que dejó en su actuación en las Ventas, la pasada feria de San Isidro, compareció Álvaro Burdiel en su plaza de Pozuelo con un vestido monumental, de estreno grande, sangre de toro y oro. Saltó el cuarto toro a la arena con hechuras de novillo, sin exagerar, claro. Enseguida se apreció su buen tranco y empuje, y en el caballo, en pelea brava recibió dos serios puyazos. Burdiel le echó pronto el ojo al noble burel y compuso una faena de temple alto, derechazos hondos, por bajo, a cámara lenta, y naturales de tronío, con la sobriedad que caracteriza al torero de Pozuelo. El novillo embestía con limpieza y seguía el trapo mágico de Burdiel como una novia entregada. El coleta se gustó de lo lindo y remató la faena con una buena estocada que fue premiada con dos orejas ¡y un rabo!, cosas de los pueblos. ¡Y dos huevos duros!, se escuchó en algún rincón de los tendidos. Premio, quizá exagerado, por lo del rabo, digo, que no empañó la magnífica actuación del joven novillero.   


Con el segundo, un toro colorado, bonito, pero más bien blandengue y discreto de presentación, Burdiel tiró de oficio y le arrancó, con sofocos, unas buenas tandas de muletazos puros para, al final, darle matarile con media estocada y una entera. Dos orejas al capacho.

Jorge Molina, el novillero de Torrijos,  apuntó maneras de torero de enjundia, bien plantado en el ruedo, colocación impecable. A su primero, un noble novillo blandito como un mazapán, que se apagó pronto, le arrancó tandas airosas con ambas manos. Sobre todo, con la izquierda, aprovechando las buenas, aunque escasas, acometidas por el pitón zurdo del animal. Más discreto estuvo el toledano con el tercero, noble y muy aplomado, como el resto de la camada, pero apuntó trazos lucidos de torero experimentado a pesar de su juventud.


Y la alcaldesa, encantada, agotando sus actos públicos y envuelta en una sonrisa tiesa, quizá entumecida, de tanto repartir orejas y hasta un rabo a su antojo. Y dos huevos duros.

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